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«Es una sensación de pérdida, de abandono y, en ocasiones, de culpabilidad». Por eso, si tuviéramos que subrayar en negrita una máxima en el ... proceso traumático que conlleva un divorcio para los hijos sería insistirles en «que se les va a seguir queriendo y que sus vidas no van cambiar», subraya Pedro Javier Rodríguez. Pediatra acreditado en Psiquiatría infantil y miembro de la Asociación Nacional de Pediatría, este experto desgrana las recomendaciones más importantes para que la ruptura de una pareja tenga el menor impacto en los pequeños, un golpe que suele ser más duro «entre los 6 y los 13 años», cuando el modelo familiar está ya asentado, que antes o después de este tramo de edad. En el primer caso, porque los niños se amoldan mejor a los cambios. Y en el segundo, porque su capacidad de entendimiento es mayor. Ofrecer explicaciones acordes con la edad de los hijos es fundamental y estar preparados para reacciones adversas también. Estos son los consejos del pediatra canario.
La explicación
La comunicación a los hijos debe conllevar un razonamiento normalizado adaptado a su edad. La separación es una opción en la vida y «no es necesario transmitirlo con sobreactuaciones ni con actitudes que nunca habíamos tenido con el niño». Es importante que en el ámbito familiar de los cónyuges esto se reproduzca. Ese mensaje de papá y mamá ya no están juntos, pero te van a seguir queriendo y la vida a seguir con normalidad es básico. «Si la relación de los padres es amistosa también es bueno seguir haciendo cosas juntos, como ir al cine, a comprar, de manera que el niño y la niña vean que la relación entre ambos es buena», explica.
Reacciones adversas
Hay que estar preparados ante las posibles respuestas de los hijos a la noticia. Puede haber retrocesos en el rendimiento escolar, síntomas emocionales y físicos adversos por la separación. Y todo ello hay que afrontarlo con la mayor calma posible y, en ocasiones, puede ser necesaria la ayuda de un profesional. Rodríguez acota que hay menores que incluso pueden retroceder en sus logros y volver a usar pañales, también puede haber trastornos en la alimentación. El 'tú ya no me quieres', 'sois malos' son algunos de las traducciones de la convulsión emocional que supone para el niño y por eso hay que escuchar y librarle de las dudas. La irritabilidad también puede aparecer. Con calma y cariño todo tiene solución.
La nueva dinámica
Velar por los intereses del menor es lo importante y para ello es básico que los menores mantengan vínculos afectivos con las dos familias en igualdad de condiciones. Ambos entornos deben, además, normalizar la nueva situación. Es importante mantener la misma relación con el niño o la niña, no intentar compensar con extras esa separación de los progenitores, aunque el cariño debe estar ahí.
También es fundamental que el niño disponga, en caso en que la custodia no sea compartida en un mismo hogar, de un espacio propio y estable tanto en su residencia habitual como en el domicilio del que abandona la que había sido vivienda familiar. En este sentido, Rodríguez incide, además, en los beneficios de mantener las mismas rutinas, como mantener el mismo colegio, el grupo de amigos o las actividades extraescolares que desarrollaba antes de la ruptura.
Las relaciones
Destaca el pediatra que judicializar la relación y utilizar a los niños como arma arrojadiza ayuda nada a que las cosas vayan bien. Los chantajes emocionales, la asistencia a vistas para abordar el régimen de visitas, etc. perturba, y mucho, a los pequeños. Pedro Javier Rodríguez aconseja no manifestar desacuerdos de pareja delante del niño. Es mejor consensuar las decisiones. No involucrarle en temas de adultos y no predisponer al pequeño en contra del otro progenitor, sino todo lo contrario: transmitir ideas positivas sobre él. En ocasiones, se intenta compensar el estrés que produce la separación con regalos y concesiones. Hay que evitarlo y actuar de común acuerdo.
El porcentaje de éxito a la hora de que los menores asuman la nueva situación familiar suele ser muy alto, según destaca Pedro Javier Rodríguez, aunque, en ocasiones, pueda ser necesaria la ayuda de un especialista.
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