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El lado positivo del incremento de la esperanza de vida y de las mejoras en el ámbito de la salud choca con frecuencia con las ... expectativas de duración de la carrera profesional de los trabajadores. Irse al paro después de los 45 años supone descubrir con toda su crudeza que el mercado laboral no tiene buenos ojos para las personas maduras que no quieren dejar de trabajar. Uno de cada cinco desempleados (22.500 personas) de Castilla y León ya ha cumplido los 55 y lleva más de dos años en el paro (o va camino de ellos). En diez años, este colectivo ha pasado de suponer el 11,4% del total de parados a casi duplicarse y representar el 20%.
De los 113.800 desempleados que refleja la EPA del primer trimestre del año, 15.300 (suponen el 13,4%) llevan entre uno y dos años en el paro y otros 36.000 (el 31,6%), más de dos. Sumados representan el 45%, frente al 41,7% de media nacional.
Históricamente, los desempleados de más de 55 años eran el grupo más reducido dentro del colectivo de parados. En la comunidad, en 2002 suponían el 4,1% y no superaron el 10% hasta 2009. A partir de 2013, con las sucesivas crisis y la extensión de la digitalización, la cuota empezó a agrandarse sin pausa y hace un año, en el primer trimestre de 2022, alcanzó su máximo con el 22,5%.
Los 45 años es la edad media en la que aumentan las dificultades para acceder a un empleo, problemas que se agravan a partir de los 55. La situación se cronifica y provoca la interrupción de las cotizaciones en un momento crítico de la vida, en ocasiones próximo a la jubilación, en el que la cuantía de la pensión se ve afectada, lo que puede abocar a estados de exclusión social y pobreza.
«Lejos de ser valorada la edad en parámetros de experiencia, aquella se sustenta en razones estrictamente económicas», señala un informe de la Fundación HelpAge Internacional sobre 'La discriminación de las personas mayores en el ámbito laboral'.
A más edad, mayor tiempo de permanencia en la empresa y, en caso de extinción del contrato de trabajo, derecho a percibir una indemnización de mayor cuantía. Esta realidad, que actuaba como contrapeso (en el corto plazo es más costoso despedir a una persona mayor que a una joven), «ha quedado relativizada a resultas del abaratamiento de los costes del despido, incrementándose así el riesgo de expulsión del mundo laboral de las personas mayores». Ello ha abierto la puerta a que las empresas opten por un abaratamiento de los costes laborales mediante el reemplazo de los trabajadores mayores por personas jóvenes «con salarios inferiores y, muchas veces, devaluados».
45%
de los desempleados mayores de 55 años cree que no encontrará trabajo y pasará, directamente, del paro a la jubilación.
A ello se une que la edad madura se equipara a la obsolescencia. Se presume que los trabajadores mayores carecen de disponibilidad y flexibilidad para las necesidades cambiantes de las empresas; que su motivación es muy reducida y «se presupone que gozan de una menor capacidad para absorber nuevas ideas y que su adaptación a las nuevas tecnologías resulta más problemática que la de otros trabajadores en otras franjas de edad».
Virtudes tradicionalmente valoradas, como la buena fe o la experiencia, entran en crisis y son sustituidas por otras como la imagen o la innovación. «A causa de una combinación de estereotipos y de una presunta racionalidad económica, las empresas son poco proclives a invertir en acciones formativas, o a facilitarles al acceso a ellas, a las personas mayores», advierte el estudio.
Al frente de Lingotes Especiales desde que la fundó en 1968, Vicente Garrido Capa, que también ha sido presidente de la Cámara de Comercio de Valladolid, comenta que «nunca» ha prescindido de un trabajador por razones de edad. «Siempre he defendido que se deben sustituir por máquinas los trabajos duros y penosos porque para eso están los avances, para que se encarguen de los esfuerzos. Las personas estamos para usar la cabeza y, ahí, la edad es un factor positivo», señala.
Además, hay otro tipo de máquinas que también facilitan la labor intelectual, las tecnológicas. «La tendencia general es hacia la simplificación de las exigencias en todas las actividades, también en las que prima el lado intelectual, de manera que se puede trabajar perfectamente hasta una edad más tardía», argumenta Garrido a quien le parecen «una barbaridad» estrategias como las de la banca de prejubilar a edades cada vez más tempranas. «Vaya desperdicio de factor humano, mejor les iría con seniors en sus plantillas».
Vicente Garrido
Lingotes Especiales
¿Vivimos una época de 'edadismo' (discriminación social por razón de edad) que va más allá del mundo laboral? «No debería ser así, pero un poco de eso sí hay. Y lo dice alguien que tiene 91 años y al que siguen llamando de todos los medios para hacer entrevistas», señala.
El 45% de las personas desempleadas mayores de 55 años cree que no encontrará trabajo y que pasará, directamente, del desempleo a la jubilación. Lo que más les preocupa, según una encuesta realizada por la Fundación Adecco, es no poder acumular las cotizaciones necesarias para tener una pensión adecuada (63%), además de la ausencia de ingresos para cubrir gastos básicos inmediatos (92%).
La autoestima (52%), la salud mental (45%) y la necesidad de ayudar a familiares económicamente dependientes (25%) son otras de las inquietudes de las personas mayores de 55 años en situación de desempleo.
Ante esta situación, el 93,4% está dispuesto a cambiar de sector y el 83% aceptaría un empleo por debajo de su cualificación. Sin embargo, el 43% de los encuestados no ha realizado ninguna entrevista de trabajo en el último año y el 45% cree que ya nunca encontrará un empleo estable.
«A pesar de estar en un momento vital crítico y de haberse convertido en una fuerza laboral dominante, con la población activa mayor de 55 años que casi se ha duplicado en la última década, las personas sénior continúan desplazadas del mercado laboral», señala Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.
«Urge dotar de una mayor concreción y pragmatismo a las políticas de talento sénior, impulsando la colaboración público-privada, las políticas activas de empleo o las medidas de aprendizaje permanente y 'reskilling/upskilling' (mejorar las habilidades y competencias de los trabajadores y adquirir habilidades nuevas para cambiar de carrera o adaptarse a los cambios)».
Coincide con el análisis de HelpAge, que señala que «la mayoría de las iniciativas emprendidas han estado centradas en medidas correctoras –subsidios salariales por contratar a personas trabajadoras de edad, incremento de la edad de jubilación media y restricciones a la jubilación anticipada–, posiblemente insuficientes para que los trabajadores maduros prolonguen sus vidas profesionales». Apuestan, así pues, por combatir que las personas sénior «vean reducida su capacidad de aprendizaje e incrementadas las dificultades para actualizar sus competencias y ser empleables».
Para el presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) de Valladolid, Eduardo Pérez de Castro, resulta tan cierto como deplorable que los mayores sean «los primeros en perder el empleo en tiempos de crisis y las víctimas de las reestructuraciones de las grandes empresas», sobre todo cuando «es muy difícil reengancharse pasados los 45 porque las propias empresas no los quieren».
«Existen prejuicios respecto a que sus competencias laborales están obsoletas, se les ve fuera del mercado actual porque pueden tener mayor rigidez, menos capacidad de aprendizaje y desconocimiento de las herramientas digitales». A ello se suma que «las empresas buscan reducir costes laborales y los empleados de más edad tienen las nóminas más altas, mientras que contratar a jóvenes requiere salarios muchísimo menores».
Eduardo Pérez de Castro
Asociación de Jóvenes Empresarios
Pérez de Castro cree que «lo idóneo es una mezcla en la plantilla de ambos colectivos, jóvenes y mayores, porque aportan valores y habilidades diferentes y complementarias». «Los jóvenes pueden haber nacido con competencias digitales, pero tienen inexperiencia y desconocimiento de los procesos internos; mientras que el talento sénior aporta valor añadido, madurez, un pensamiento crítico y una templanza que resultan muy útiles para tomar las decisiones adecuadas».
Con numerosas actividades laborales a punto de enfrentarse a la jubilación de grandes cohortes sin relevo generacional, ¿será esto un problema serio o la digitalización y la robotización pueden ser soluciones? «Las dos cosas y, sobre todo, la inteligencia artificial, van a ser el futuro del mercado laboral porque permiten ganar en eficiencia y productividad, así como en calidad, y van a eliminar los puestos más repetitivos –señala el joven empresario–. Se requerirá una adaptación constante a los nuevos entornos y se potenciarán las habilidades tecnológicas». Por ello, coincide con el diagnóstico de que el futuro laboral de las personas mayores pasa por impedir que «las omnipresentes nuevas tecnologías sean una barrera para su desenvolvimiento».
Desde la Fundación Adecco, Mesonero insta a los sénior en paro a no desistir en el empeño y a no dejar de formarse y actualizarse: «El nuevo mercado laboral exige aprendizaje permanente y una apertura continua hacia nuevos canales y fórmulas de búsqueda de empleo. No podemos conformarnos con nuestra formación de base, sino que hemos de adquirir nuevas habilidades para adaptarnos a las demandas cambiantes. Este continuo reciclaje, unido a una actitud favorable, son los ingredientes clave para encontrar una oportunidad profesional».
En ocho comunidades autónomas se supera el 50% de mayores de 45 años respecto del total de su población ocupada y Castilla y León es, con el 54,6%, la que tiene la fuerza laboral más adentrada en años. Entre las provincias con mayores porcentajes destacan Zamora (57,8%), Ávila (57,1%) y Soria (55%), como las más avejentadas de España. Más de 500.000 afiliados a la Seguridad Social de la comunidad rebasan los 45 años, según datos del SEPE de cierre de 2021.El drama de quienes pierden su empleo a partir de esa edad se pone de manifiesto en el siguiente corolario del Servicio Público Estatal de Empleo: «Las ocupaciones con más solicitudes de mayores de 45 años son las de personal de limpieza de oficinas, hoteles y otros establecimientos similares, peones de las industrias manufactureras y empleados administrativos sin tareas de atención al público. No obstante, la ocupación Vendedores en tiendas y almacenes es la segunda más demandada por el colectivo». De manera paralela, las ocupaciones que «registran mayores porcentajes de solicitudes del colectivo son operadores de máquinas de coser y bordar, directores financieros, directores y gerentes de empresas de gestión de residuos y de otras empresas de servicios». La consecuencia de esto es que «la adecuación entre los niveles formativos superiores de las personas contratadas y el requerimiento teórico del puesto de trabajo se produce en el 41,5% de los contratos», mientras que «el resto de los contratos a titulados superiores, el 58,4% muestra sobrecualificación para el puesto que ocupan».
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