Castilla y León

El cigarrillo electrónico gana adeptos entre los jóvenes y se acerca al tradicional

Los cigarrillos convencionales, referidos como los que combustionan, contienen tabaco, sustancias químicas añadidas, un filtro y una cubierta de papel. Las personas que fuman se exponen a más de 7.000 sustancias químicas al inhalar el humo de los cigarrillos. Pero vapear «ni es más sano ni ayuda a dejar de fumar. El primer error de todos es llamarlo vapear, porque eso sería agua y esto son aerosoles, partículas y sustancias suspendidas en el aire. Parece inocuo pero no lo es y es algo que hay que lograr transmitir a los jóvenes», aclara el doctor Santiago Juarros, neumólogo y jefe de la Unidad de Deshabituación Tabáquica del Hospital Clínico de Valladolid. Además, «no está bien regulado. Por fin han exigido un etiquetado descriptivo, han prohibido meterles aromas y obligan a indicar que tienen riesgo; pero como su venta es muy habitual por internet, no está controlado», añade este especialista.

El último trabajo que desagrega por comunidades autónomas este consumo, el de 2022 con datos de 2021, establece que, entre los 14 y los 18 años, el 43,6% de los castellanos y leoneses ha probado el cigarrillo electrónico alguna vez en su vida y el 20,22% lo ha hecho en el último año y mucho más los varones que las chicas. Algo común desde que ya antes de la pandemia comenzara a preguntarse por el mismo en las encuestas. Una comparativa con el consumo de tabaco convencional constata que mientras en 1996 el 64% se había fumado algún pitillo, en 2021, tras todo el impacto del control legislativo de esta adicción, tal hábito ya había caído al 38,2% y al 30,7% quienes habían fumado de forma convencional en el último año.

Pues bien, la misma encuesta recoge que el cigarrillo electrónico ya había sido probado por el 43,6%, casi seis puntos más que el tradicional en cuanto al inicio en esta práctica, es decir, que supera al pitillo de toda la vida. La pregunta sobre los últimos doce meses aún mantiene el mayor peso en el tabaco 'normal', algo que fuman ese 30,7% frente al 20,22% que vapea y el casi 24% ha consumido en los últimos días pitillos 'normales', un dato que en cuanto al vapeo no recogen estos trabajos. Pero esta línea conductual muestra cómo crece el inicio en el hábito, las primeras pruebelectrónicobaco de siempre probablemente por una moda asociada a la pretendida inocuidad. Junto a ello, está el dato de los que cambian al vapeo buscando un abandono progresivo de tal hábito que, aseguran los especialistas «es algo falso que se logre de tal manera porque se deja la adicción anterior para cambiarla por una nueva», explica el doctor Juarros.

Otro de los problemas del cigarrillo electrónico es que no hay buenos datos de consumo y venta, es un mercado descontrolado en el que sólo algunas encuestas y trabajos sobre hábitos se acercan algo a esta realidad que, en la calle, no deja lugar a dudas: «cada vez se vapea más», destaca este neumólogo que recuerda el dato nacional más reciente, de 2022, –este no lo hay por autonomías– de que más del 40% de los adolescentes y jóvenes ya lo han usado alguna vez y la mitad con nicotina y mientras a los 14 lo hacen el 32% a los 18 son ya el 58%, es decir, que en plena adolescencia esta opción se dispara.

Un reciente trabajo publicado en el Journal of Hazardous Meterials de Elsevier por la Universidad Shahjalal y el Instituto Sree Chitra Tirunal de Ciencias y Tecnología Médicas de India y por Imperial College London analiza cómo estas nuevas formas de adicción dañan mucho más que los pulmones. Así bajo el título de 'El impacto de la exposición a los cigarrillos electrónicos en diferentes sistemas de órganos: una revisión de la evidencia reciente y perspectivas futuras' resume el impacto de la exposición a los cigarrillos electrónicos en diferentes sistemas de órganos basándose en la evidencia reciente en rápida expansión de estudios experimentales y en humanos.

Destaca que un número creciente de estudios han demostrado los efectos adversos de la exposición a los cigarrillos electrónicos en todo el organismo. Repasa conforme a este trabajo el doctor Juarros que afecta «al sistema cardiovascular, provoca hipertensión, problemas bronquiales como los de los asmáticos, cáncer de pulmón, osteoporosis, riesgo de infertilidad, a nivel vascular, neurológo, neumonías por mecanismos alérgicos... y también se ha descrito el EVALI es una enfermedad con distrés respiratorio, una disminución de la capacidad respiratoria, que puede provocar fiebre y pérdida de oxígeno en sangre, y que está provocado principalmente por un proceso inflamatorio en los pulmones que se desencadena cuando se usan productos que contienen aceite de vitamina E en los vapeadores. «En EEUU, en 2019, murieron unos sesenta adolescentes por este motivo», apunta este doctor.

El Ministerio de Sanidad advierte en un informe al respecto que, en general, estos productos se publicitan como inocuos, sin embargo «suponen un riesgo para la salud, asociado tanto al uso como a la exposición al aerosol que emiten». Los principales efectos son: «A corto plazo, de carácter fisiológico adversos en las vías respiratorias similares a aquellos asociados al humo del tabaco. No obstante, son necesarios más estudios para conocer los efectos a largo plazo. Asimismo, se han hallado sustancias cancerígenas en líquidos y aerosol de los cigarrillos electrónicos y descrito numerosas intoxicaciones y efectos adversos relacionados con estos productos, algunos de ellos severos».

Además, «la utilización de estos productos genera emisión de propilenglicol, partículas PM2.5, nicotina y sustancias cancerígenas que pueden contaminar los espacios cerrados, con los consecuentes riesgos por exposición pasiva».

Respecto a los patrones de consumo de estos productos, los cigarrillos electrónicos se utilizan especialmente por fumadores, adictos que quieren dejarlo y exfumadores, pero preocupa especialmente su utilización por personas jóvenes, a veces sin una historia previa significativa de uso de productos del tabaco.

La legislación frente al tabaco ha tenido un gran efecto sobre el consumo del formato tradicional, tanto la que entró en vigor en enero de 2006 como la que endureció las restricciones y arrancó en 2011. Ambas lograron un claro descenso no solo para el fumador sino para el pasivo al no tener que respirar humo en el trabajo o en la hostelería, entre otros espacios. El cigarrillo electrónico comenzó con un uso anecdótico; pero la publicidad y un márketing adecuado para promocionar las ventas ya han logrado casi convertirlo en el sustituto idóneo que también crea dependencia para mantener las ventas. Muchos llevan igualmente nicotina. Los datos muestran un gran descenso en el consumo de tabaco convencional en todas sus variedades y los datos, irregulares e insuficientes aún, una clara expansión de su nuevo hermano.

Entre los consumidores de cigarrillos electrónicos, la preferencia es por los cartuchos o líquidos con nicotina (48,9%), frente a los que no contienen nicotina (26,7%), para toda la población adulta.