Los primeros 15 días de alarma causan a la economía regional su peor caída en siete años

Apenas quince días de parálisis económica, los de la segunda mitad de marzo, fueron suficientes para hundir el PIB regional hasta simas desconocidas desde 2013, el año más duro de la última crisis económica. En un primer nivel solo el sector agrario, que venía de un mal año, se libró de la debacle y en un segundo estrato salvaron los muebles los productos energéticos, también por la comparación con un 2019 nefasto, al igual que el sector exterior, y el gasto de las administraciones públicas, fundamentalmente por el realizado en sanidad y servicios sociales.

El consejero de Economía y Hacienda advirtió en la presentación de los datos de la Contabilidad Regional del primer trimestre de que las consecuencias de la covid-19 irán a más a lo largo del año y sumirán a la economía regional en recesión. En el lado menos malo, confió en que el menor peso del turismo y la hostelería en el PIB de Castilla y León ayudará a que el impacto no sea tan grave como en otras zonas de España.

El Producto Interior Bruto (PIB) de Castilla y León registró en el primer trimestre de 2020 una variación interanual negativa del 3,2%. Venía de crecer el 1,9% en el último periodo del año anterior, un dato que ya evidenciaba la desaceleración que afectaba a la economía, al ser el más débil de 2019. La variación en los meses de enero a marzo con respecto a los tres anteriores se situó en el -4%.

Desde todos los ámbitos se cruzan los dedos para que los efectos de la pandemia y la parálisis económica no sean más que un paréntesis en lugar de una pendiente como la de 2008. Pero son tantas las incertidumbres que nublan no solo el panorama autonómico, sino el nacional y el de todo el mundo que pocos se atreven a hacer previsiones y quienes las aventuran las preceden de todo tipo de advertencias sobre lo complicado que será acertar.

De momento, lo que se sabe es que la demanda interna, que sostenía el crecimiento en los últimos tiempos debido a las dificultades por las que pasaban las exportaciones (en especial las de la automoción), cayó a plomo en el primer trimestre, con el consumo de los hogares pasándolo mal y la inversión de las empresas, peor.

En detalle, la demanda interna retrocedió 3,8 puntos porcentuales, con el gasto en consumo en el -2,5% y dentro de este, el de los hogares dos puntos peor, debido al parón de todo lo no esencial. El de las Administraciones Públicas, mientras, registró un crecimiento del 3,5%, mayor que en el periodo anterior. La formación bruta de capital descendió nada menos que el 8,1% debido a los retrocesos sufridos tanto por la inversión dentro del sector de la construcción (-10,7%) como por la realizada en bienes de equipo (-4,9%).

El sector exterior hizo una contribución positiva al crecimiento del PIB de siete décimas, pero solo porque las importaciones (-4%) cayeron más de lo que lo hicieron las exportaciones (-3,6%).

En cuanto al empleo, que la Contabilidad Regional mide en puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, refleja una variación interanual del -0,5% en este primer trimestre, cuando venía de crecer el 2,1% en el anterior. En definitiva, 34.448 puestos de trabajo evaporados, hasta un total de 1.011.631, cifra que no se veía desde hace cerca de tres años. Todos los sectores sufrieron descensos, si bien el más leve en tasa relativa fue el del sector servicios (-0,1%).El peor resultado lo arrojó la construcción (-3,2%), con el 1%de pérdida en la industria y el 1,2% en el sector primario.

Desde el punto de vista de la oferta, el sector primario tuvo un crecimiento interanual en el primer trimestre del 5,4%, después de un 2019 negativo en todos sus periodos. Fue bien la producción agrícola y mejor la ganadera.

La producción de la industria decreció el 3,4% y las cosas podían haber ido peor de no ser por la generación de energía eléctrica, ya que el descenso fue generalizado en las ramas manufactureras. Las energéticas, por el contrario, se incrementaron el 9,3% interanual (-4,3% en el trimestre anterior) gracias a un buen trimestre hidrológico y eólico y a la ayuda que supuso la comparación con un año anterior bastante malo.

La industria manufacturera, por el contrario, sufrió una caída del 4,5% en este trimestre, con mal resultado en la rama de material de transporte pero tampoco bueno en la alimentaria.

Desalentador fue el dato de la construcción, sector en el que la covid provocó un hundimiento del 8,4%, el más acusado desde cualquier óptica. Los descensos afectaron tanto a la actividad de edificación como a la de la obra civil.

Por lo que respecta al resultado del sector servicios, el decrecimiento global fue del 2,9%, aunque fue por el peso de la bajada de los servicios de mercado, ya que se produjo una aceleración en los de no mercado, en especial por el gasto sanitario. Los primeros se contrajeron el 4,9% y los segundos registraron un crecimiento del 3,8%.

Carlos Fernández Carriedo advirtió de que Castilla y León no podrá comportarse como «una isla» en un escenario de recesión generalizada. Su apuesta pasa por intentar que la caída sea la menor posible, de modo que «el esfuerzo de recuperación también resulte menor»;y su deseo por que no se produzca un rebrote del virus en otoño.