El CES advierte de que la covid-19 «agudizará los problemas» de los parados mayores de 55 años
La institución constata que hay que prestar «especial atención» a los más de 6.000 desempleados de este colectivo «desanimados» en la búsqueda de empleo, sobre todo a las mujeres
El Consejo Económico y Social (CES) de Castilla y León advierte de que la crisis provocada por el coronavirus «agudizará los problemas de empleabilidad» de las personas mayores de 55 años, y pide atención individualizada con itinerarios personalizados que permitan su reinserción para elevar sus ingresos y salvar sus pensiones.
El Informe a Iniciativa Propia sobre «Las personas de 55 años en el mercado de trabajo de Castilla y León», al que tuvo acceso Ical, pone en evidencia que «la situación de las personas que en el final de su vida laboral se ven abocadas al desempleo es dramática, por lo que, en la sociedad entera debemos seguir trabajando para incrementar el empleo y para mejorar las condiciones laborales en general y, en particular para personas mayores».
El documento constata que este colectivo acentuará su importancia ante el envejecimiento de la fuerza laboral; el desplazamiento por la introducción de nuevas tecnologías y la reestructuración de la actividad productiva, y aunque reconoce que se han adoptado medidas generales para su inserción dentro del Diálogo Social, apela a actuaciones «específicas».
Al respecto, el CES apuesta por «potenciar las políticas activas basadas en itinerarios personalizados de asesoramiento, orientación y formación para la recualificación, con el fin de conseguir aumentar la empleabilidad de la población más vulnerable dentro del colectivo de 55 y más años».
Los agentes económicos y sociales abogan por que el Diálogo Social aborde la continuidad de la política de empleo autonómica «específicamente» destinada a las personas mayores de 55 años, de horizonte «amplio» y de carácter transversal, que «no se limite al ámbito laboral y que incluya también la perspectiva del envejecimiento activo y de género para evitar que la pandemia cronifique sus tradicionales problemas y acaben en desempleo e inactividad».
Asimismo, el consejo se decanta por medidas para sostener el empleo de este colectivo, autónomo y asalariado, y también apuesta por el envejecimiento activo, aunque apunta que «hay que tener muy en cuenta las implicaciones» y garantizar la salud y calidad de vida de las personas. «En el CES pensamos que, prolongar la vida laboral puede favorecer la sostenibilidad de los sistemas de protección, no obstante, hay que tener en cuenta las implicaciones en la salud de las personas trabajadoras en las medidas que se adopten», argumentan.
Atención al desánimo
Asimismo, el CES demanda que se preste una «especial atención» al factor «desánimo» que afecta más a este colectivo y dentro del mismo de forma «muy especial a las mujeres». El estudio de la institución propia concreta que la cifra de personas «desanimadas», que dejan de buscar empleo porque tienen el convencimiento de que no lo van a encontrar, es superior entre este colectivo de mayores, con 6.079 en Castilla y León en 2019, en el de menores de esa edad (4.382).
El texto pone sobre la mesa que a medida que avanza en edad, el parado sufre más desempleo de larga duración por las dificultades de inserción que sufre, con su consecuente impacto en sus ingresos actuales y futuros en las pensiones. Y es que en 2019, había en la Comunidad, 24.779 personas mayores en situación de desempleo, de las que 7.013 llevaban más de cuatro años en paro, lo que representa un 28,3 por ciento del total.
En Castilla y León, para la población global, la tasa de paro de larga duración aumentó 31,6 puntos porcentuales para el total de trabajadores, entre el valor mínimo de 2008 y el máximo de 2014, y 52,8 puntos porcentuales para los mayores de 2008 a 2017, años en los que se dieron los valores máximo y mínimo. Además, a partir de 2014, las personas desempleadas durante un periodo de entre dos y cuatro años comenzaron a descender y, buena parte de ellas, pasaron al grupo de paro de larguísima duración (más de cuatro años), colectivo que siguió creciendo y, a partir de 2015 en Castilla y León y hasta 2018 pasó a convertirse en la categoría de personas desempleadas más voluminosa dentro del grupo laboral de 55 y más años.
El documento constata además un aumento porcentual de las personas desempleadas de 55 y más años a partir del inicio de la crisis, con respecto a la población desocupada global. El porcentaje del 6,8% en Castilla y León en 2007 se situó en el 16,6% en 2018. La tasa de desempleo estaba en el 9,8%.
Exclusión social y envejecimiento
El CES alerta asimismo que el informe Foessa sobre exclusión social indica que el mayor porcentaje de hogares en exclusión social moderada (11,2%) se encuentra en la Comunidad en los que la persona sustentadora principal tiene entre 55 y 64 años. Asimismo, suponen el 8,2% de los que se encuentran en exclusión severa. Además, sumando ambos, asumen el 19,4% de los hogares en exclusión.
El Consejo Económico y Social apunta que el envejecimiento «agudiza» el problema para una «cohorte» de personas que fueron «de las más afectadas» por la anterior crisis de 2008 y que pueden ver su situación empeorar en el nuevo contexto pandémico. «Se trata de un colectivo con especiales circunstancias que demandan actuaciones específicas encaminadas a impulsar nuevamente su activación y reinserción al mercado laboral», indica.
El órgano de estudio económico y social traslada que Castilla y León se encuentra entre los territorios donde la población de más de 55 años es más representativa, lo que «evidencia la importancia en la realización de actuaciones específicas destinadas a este colectivo». Castilla y León era, con datos de 2018, una de las regiones europeas donde la población de 55-64 años tenía más peso, con un 14 por ciento de personas en este grupo de edad.
El análisis a nivel municipal elaborado por el CES, incide en que en el medio rural una alta concentración de población de más de 55 años, es decir «la más envejecida». En este sentido, apela a aplicar «políticas para dinamizar el medio rural, que favorezcan la instauración de empresas y la producción agraria en estos territorios».
Por último, se plantea que en los casos en los que no sea posible la reinserción el mercado laboral, es preciso «buscar las fórmulas más adecuadas para mejorar las situaciones» de estas personas.