Así lo ven las mujeres del mañana
A las puertas de la Universidad, nueve adolescentes de Castilla y León de distintas creencias, etnias y vocación formativa analizan para El Norte su día a día en varios puntos de la región
Sonia Andrino
Domingo, 8 de marzo 2015, 14:43
Tienen entre 17 y 22 años y todas ellas una formación de 2º de Bachillerato: o bien lo están estudiando o lo acaban de terminar. Viven en el medio urbano y rural de Castilla y León y comparten realidades diferentes en tanto en cuanto varias de ellas toman el transporte escolar para acudir al instituto; otras van andando desde casa, y algunas están dilucidando su futuro y ver qué quieren estudiar. Su día a día también es diferente pero en lo que coinciden es en señalar que su entorno está avanzando en la igualdad. Posiblemente no sepan que hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y tampoco hayan reparado en que son las protagonistas del futuro; de ellas, de su preparación y de su forma vivir, depende la Castilla y León del mañana; la que diseñen y creen, esa que todas estas jóvenes ya están construyendo. Este es su día a día narrado por ellas gracias a Pablo Garcinuño, María Orive, Andrea Cubillas, Nuria Estalayo, Silvia G. Rojo, Elena Rubio, Lorena Sancho, Isabel G. Villarroel y Alicia Pérez.
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Fátima Zatout no ve fácil su futuro. Es pesimista. A las complicaciones que cualquier chica de su edad tiene hoy en día para encontrar trabajo, en su caso, se suma que ella es musulmana y considera que eso incrementa la dificultad. Lleva en España ocho años y cree que es más fácil para ella la vida en una gran ciudad, como Madrid o Barcelona. Sus cinco primeros años aquí los pasó en la capital y esta argelina de 20 años dice que allí «no me molestaban, llevase el velo o no, pero aquí sí que me miran y me dicen cosas». En su pensamiento, «la gente aquí en España cree que nosotros robamos, que somos malos, pero cada uno es como es, también hay españoles que roban y otros que no», explica.
Después de dos años en Burgos, a donde se trasladó con toda su familia y donde ya residía su abuela casada con un español por lo que venían a verla todos los veranos-, Zatout terminó sus estudios de Bachillerato el curso pasado en un instituto de París. Su especialidad es Farmacia, lo que le permite trabajar como auxiliar tanto de esa materia como de enfermería, según explica. Su sueño es continuar estudiando en la universidad ese grado y, entre sus retos, «terminar los estudios, encontrar trabajo y vivir la vida», anota.
Sin embargo, Fátima relata que no encuentra «nada de trabajo» y afirma que deja currículum en muchos sitios, pero nadie la llama. Por ejemplo, «iba a buscar empleo con una amiga y ahora ella ya está trabajando». Mientras, realiza algunos cursos, como de informática, pero aún así «veo el futuro mal», aunque «con el tiempo va a mejorar», tanto la situación económica y, por lo tanto, laboral, como lo que ella llama la «apertura» hacia un mundo plural. «Porque todos somos iguales», recuerda.
A pesar de todo, Fátima señala que, de momento, no se plantear irse fuera de Burgos a buscar empleo, porque aquí está con su familia. «Mi padre no trabaja, tiene una ayuda, y tengo dos hermanos, uno con 12 y una con 6», anota. Aunque, si tiene que elegir un destino, ve claro su futuro en Bilbao. «Me gusta la gente y tiene playa», dice sonriendo.
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Riaño ha marcado su pasado y su adolescencia pero no su futuro. Valeria Fernández Fernández es una joven de 17 años natural de esta pequeña localidad leonesa enclavada en el Parque Regional de Picos de Europa que actualmente cursa segundo de Bachillerato con la vista ya puesta en la Universidad.
Parece la historia normal de una adolescente pero las apariencias engañan. Valeria es la única joven de su edad que reside en esta localidad y cada día se ve obligada a levantarse antes de las siete de la mañana para coger un autobús y recorrer los 35 kilómetros que le separaban de Cistierna.
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Porque es allí donde Valeria estudia junto a numerosos adolescentes que como ella prefieren sacrificarse antes de renunciar a vivir en su localidad natal junto a sus padres que regentan un establecimiento de restauración.
Ello se traduce en una falta de alternativas para una joven que ve cómo, a diferencia de otras chicas, su día a día carece de una oferta deportiva, de ocio o cultural. «Mi vida es una rutina. Son pocas las alternativas que ofrece Riaño. En una ciudad puedes hacer cosas inimaginables aquí».
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Un mundo al que accede desde su habitación de Riaño gracias a Internet y a las redes sociales que, según reconoce, en algunas ocasiones son una pérdida de tiempo «aunque me permiten estar conectada con mis amigos, muchos de ellos que vienen a veranera a Riaño, y acceder a aquella información o alternativas que me son negadas por residir en un pueblo».
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No es de extrañar que Valeria sea consciente de que su mañana no estará ligado a Riaño, una localidad que ha sufrido un importante éxodo poblacional en la última década. No hay oportunidades de futuro y es tiempo de buscarlas fuera. Su objetivo, estudiar Psicología en Salamanca o en Oviedo para, posteriormente, labrarse un futuro allá donde le brinden una oportunidad.
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«Me gusta el pueblo pero cada vez somos menos. No hay opciones para mí y mi madre me dice que me prepare para ser algo en la vida. Les da pena que me vaya pero saben que es lo mejor para mí», asegura Valeria. De ahí que pese a su corta edad est joven haga un fuerte alegato en defensa del medio rural ante el «abandono progresivo que sufre y que urge que se preserven los mismos servicios para que los de pueblo tengamos la misma oportunidad que el resto de ciudadanos».
Clava los codos en la mesa de estudio para superar los exámenes y comenzar con la preparación de la Prueba de Acceso a la Universidad. A sus 18 años, Andrea del Pozo, de la población vallisoletana de Traspinedo tiene ante sí una de las mayores responsabilidades sobre su futuro: elegir los estudios que desea cursar. Lo hará pensando en sus gustos y motivaciones, pero si puede tener una buena salida laboral, mejor.
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Desde la tranquilidad que le brinda el medio rural, el que no cambiaría por la ciudad, baraja la posibilidad de encaminar su vida hacia la Medicina, enfermería, logopedia o alguna filología. «Me gusta ayudar y ser solidaria. De hecho unas compañeras del instituto (Rio Duero, en Tudela de Duero) y yo realizamos una campaña de recogida de alimentos durante el primer trimestre. En cuanto a los idiomas, me gusta por conocer otros países, su lengua, su cultura y demás», jutifica.
Ve su futuro «incierto». De hecho asegura que de momento, y ante el panorama actual, no sabe si podrá ejercer el trabajo que siempre ha querido. Su intención es permanecer en Castilla y León, aunque si las circunstancias le obligasen a salir fuera tampoco le importaría, lo vería como «una nueva experiencia personal». Eso sí, apuesta siempre por vivir en un pueblo, «donde los niños salen a la calle en lugar de quedarse en casa con las nuevas tecnologías». Es precisamente en las redes sociales donde esta joven ve que se han enfriado las relaciones personales con los amigos, con sus ventajas, no obstante, como puede ser la de obtener información de medios de comunicación. «Ayuda a combatir la timidez en público a través de una pantalla. A mí me cuesta menos hablar a una persona a través de una red social, pero es un inconveniente porque luego tienes miedo a hablar en público».
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No le interesa la política, pero critica que haya políticos que en lugar de hacer su trabajo «les pillen in fraganti con juegos en sus dispositivos móviles o dormidos». Su propuesta para mejorar el futuro de los jóvenes pasa por no privatizar la educación con leyes como el 3+2, «pues así solo podrán acceder a la universidad los hijos de los ricos, mientras que los hijos de los más pobres quedarán excluidos»
Corría el año 1997 y el nombre de Melody o Melodie aparecía en las noticias por cuestiones diferentes. Por un lado, el éxito del momento se bailaba al ritmo de Melody y su canción del Gorila y por otra parte, los periódicos contaban el secuestro de Melodie Nakachian, hija de un conocido empresario afincado en Marbella.
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En cualquier caso, ese año nació Melody Moreno Barrueco, que para explicar el origen de su nombre, habla de «dos versiones diferentes pero la cuestión es que ese año, estaba de moda».
En la actualidad, esta última Melody es estudiante de segundo de bachillerato en la rama de Ciencias de la Salud y aunque no desvela sus notas, solo dice que la va «bastante bien», sí confiesa que «quiero estudiar Medicina, preferentemente» y de momento, los resultados la acompañan por lo que es más que previsible que cumpla su objetivo. Otra pista, bastante significativa, es que los responsables de su propio instituto, Fray Diego Tadeo de Ciudad Rodrigo, pensaron en ella para hablar de igualdad y del Día de la Mujer.
A sus 17 años, habla con madurez y se muestra convencida en sus principios, y es de las personas que ve su futuro en Castilla y León. «Yo creo que sí tendré opciones de trabajar en Castilla y León, la carrera que he elegido tiene salida en cualquier sitio; eso sí, excepto si te quieres decantar por la rama de la investigación que no tiene salida ni en Castilla y León ni en España, no se invierte nada de dinero en investigación».
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En su opinión, «el tema de igualdad entre hombres y mujeres está muy presente», al tiempo que añade que «de toda la vida para ciertos trabajos el hombre tenía más preferencia pero yo creo que se está erradicando».
En su caso particular, se muestra tajante cuando indica que «no creo que ser mujer me vaya a afectar incluso, creo que alguna ventaja tendré porque pienso que se están rebasando los límites».
La siguiente pregunta es obvia: ¿Qué límites? Y la respuesta no se hace esperar: «se está sobrepasando el límite del feminismo, yo ya veo la igualdad, no veo que la estemos buscando de manera correcta solo parece que se habla de mujeres, el propio nombre de feminismo no es adecuado para buscar igualdad porque tiende hacia una de las dos partes; pegaría más igualismo, o algo así».
Este año menos, porque están muy centrados en «esa palabra tabú que es selectividad», pero a lo largo de todos los años académicos, recuerda que han sido muchas las acciones que desde su instituto se han desarrollado en favor de la igualdad.
Sobre las posibles relaciones machistas entres los jóvenes, más extendidas en los últimos tiempos según indican algunos profesionales, Melody asegura que «en mi entorno yo no he visto nada de eso, siempre hay chicos más machistas y menos, pero en un plan de broma porque siempre nos estamos atacando».
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En lo que a ella respecta matiza que «tengo claro lo que le permitiría a mi pareja y lo que no», y dentro del propio aula, comenta que «la convivencia es bastante buena, algunos llevamos juntos en clase 15 años, es como una pequeña familia de chicos y chicas, sin distinción, entre nosotros nos ayudas bastante tanto en lo personal como en lo académico».
Tiene 17 años, estudia 2º de Bachillerato en la modalidad de Ciencias Sociales y Humanidades en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús de Zamora y tiene muy claro qué quiere hacer y cómo quiere que sea su futuro. Este es su último año en el colegio antes de que se vaya a Madrid para estudiar el Doble Grado en Administración y Dirección de Empresas (ADE) y Derecho, o en Administración de Empresas con modalidad bilingüe.
De esta forma, quiere coger el testigo de su madre, que también estudió Administración de Empresas, y en un futuro trabajar en la empresa creada por sus padres, dedicada a la formación en Zamora y que ha abierto un nuevo centro en Madrid en el último año.
«Como siempre he vivido en el ámbito de la empresa, yo cre que se me ha ido pegando desde pequeña y me gusta mucho», explica Sofía Domínguez, quien se ve en el futuro dirigiendo una empresa de ámbito internacional porque también le gustan los idiomas.
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En ese futuro, no se imagina ni en Zamora ni en Castilla y León. Quiere irse a Madrid a estudiar y aprovechar las mayores oportunidades que cree que le dará la capital del país. «Tengo muchas ganas de irme a la universidad por independizarme y porque en Bachillerato estudio algunas cosas que no me llenan tanto como lo que realmente quiero estudiar», explica la joven indicando Literatura Universal como una de las asignaturas que menos le gustan.
«Yo siempre digo que todo, también mi futuro marido, estaba en Madrid», bromea la joven entre risas, ilusionada con un futuro que ya casi toca con las manos y que compartirá con su mejor amiga, que quiere estudiar la misma carrera. «Quiero vivir en Madrid porque Zamora me parece que tiene muy pocas posibilidades de conocer cosas nuevas. Tengo Madrid como un ideal de ciudad y mi futuro quiero tenerlo allí porque también hay muchas más empresas», afirma convencida y con muchas ganas de empezar sus nuevos estudios una vez que apruebe el curso y se presente a las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU).
«Según se van acercando los meses de mayo y junio, ves que ya tienes todo encima pero la verdad es que no soy consciente de que este año es clave para mi futuro. Segundo de Bachillerato es un año muy difícil y tienes que ser muy constante y esforzarte un montón. Se nota el cambio de primero a segundo porque este año prácticamente todas las asignaturas son acumulativas», afirma la joven, quien ve muy lejana la época en la que las mujeres se dedicaban a la familia y a los hijos y no trabajaban fuera de casa.
«Son etapas que hay que pasarlas. Ha habido una etapa de la historia en la que había mucho machismo, incluso hoy en día existe pero yo creo que el trabajo de la mujer es muy importante en la sociedad», señala Sofía Domínguez. Aun así, asegura que en su día a día no se encuentra con mayores dificultades ni trabas que los chicos y confía en que tendrá las mismas oportunidades en el mundo laboral. «En clase y en los estudios no hay ninguna diferencia y de cara al futuro en el trabajo tampoco temo que las haya. Aunque siempre está el tema del embarazo y dicen que es mejor que evites decir que quieres tener familia para ser contratada, pero creo que poco a poco se irán solucionando esos problemas», afirma.
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Otra de las diferenciaciones que considera que se hacen entre los jóvenes dependiendo de su género es la diferencia de trato que se da a un chico o a una chica que tienen éxito con el sexo contrario. «Creo que va a ser siempre así, que si un chico liga con un montón de chicas es un fiera y si lo hace una chica ya es el qué dirán», explica la joven sobre uno de los problemas de igualdad que observa en la sociedad.
Respecto a los estudios que apuntan a que los jóvenes ejercen control a través de WhatsApp o de redes sociales, la joven zamorana cree que los amigos no ejercen ese tipo de control pero que puede darse en el caso de las parejas por celos. «Hay machismo en algunos comentarios pero yo creo que muchas veces es por postureo, no porque los chicos se sientan superiores sino por hacerse los machitos y dar esa imagen», señala.
Hasta el próximo curso, Sofía continuará con su vida en Zamora, una vida que define como bastante normal y muy rutinaria pero que también disfruta en el colegio, en clases particulares, en el gimnasio, pasando tiempo con su hermana y sus padres, o de fiesta o en el cine con las amigas. En septiembre, empezará una nueva vida para ella, en un Madrid que cree que le aportará cambios, más espacio y muchas más oportunidades de futuro.
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