Secciones
Servicios
Destacamos
En una de las calles más transitadas de Valladolid como es Don Sancho, haciendo esquina con la Plaza de la Cruz Verde, se encuentra el restaurante 'Hamburgo', un establecimiento oculto entre el bullicio y el ajetreo que esconde una gran comida casera por trece euros y una atención cercana que no tiene precio.
Al entrar nos recibe un amplio comedor con una decoración clásica, sin pretender ser nada que no represente su esencia, la de un bar con casi medio siglo de historia en el que el fondo importa más que la forma. Su dueño, Luis Francisco Rodríguez, abrió el comedor en 2001, y lo regenta junto con su hermana además de los empleados.
En la parte de atrás se encuentra la cocina, punto clave, responsable de la elaboración de los cinco primeros y los cinco segundos que se incluyen en el menú, todos ellos caseros, cocinados con mimo, dedicados a los comensales que día a día dan vida al restaurante.
Las primeras opciones que nos ofrecieron fueron sopa de pescado con mejillones, farfalle carbonara, sopa castellana, ensalada mixta y huevos rotos. Los cinco segundos comenzaban con un muslo de pollo acompañado de patatas, salmón a la naranja, calamares a la romana, croquetas y lomo adobado.
De primero, los huevos rotos estaban en su punto, con una yema de huevo líquida especiada con pimentón de la Vera, que al partirla y mezclarla con las patatas daba lugar a una mezcla de ingredientes espectacular, con una simbiosis entre la cremosidad de la yema con el crujiente de las patatas que hace de unos alimentos básicos una combinación deliciosa.
El segundo fue salmón a la naranja, una manera distinta de comer pescado que, aprovechando el cítrico de la fruta con la que se elabora la salsa, potencia un salmón hecho a la plancha, que conserva todos sus jugos.
Para terminar, entre café o postre, escogimos probar uno de sus postres caseros, que eran natillas, flan y pudin de melocotón. Elegimos las natillas, y fue todo un acierto. Una cama de galleta y las natillas por encima, que sostenían una ligera capa de canela, hacían del postre el cúlmen perfecto para una comida riquísima y saciante.
Como colofón, una sonrisa al despedirse, con el deseo honesto de que hubiéramos disfrutado de la comida y un deseo: el de volver a vernos pronto.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.