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Laura Álvarez y Pedro Puerta se casaron en Torrelobatón en 2021 entre mascarillas y distancia social Álbum familiar

Especial cinco años de la pandemia

Eventos familiares en pausa por la covid

El confinamiento y las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia hizo que muchas bodas, comuniones, bautizos y aniversarios tuvieran que ser pospuestos

Laura Negro

Valladolid

Miércoles, 12 de marzo 2025, 06:47

Para millones de personas, la pandemia global de Covid-19 marcó un antes y un después. El mundo entero se paró y nuestra vida social también. Fueron muchos los vallisoletanos que vieron cómo eventos familiares que habían planificado con ilusión y detalle durante meses o incluso años, se esfumaban en cuestión de días. Bodas, bautizos, comuniones y aniversarios fueron cancelados, aplazados o reducidos drásticamente en número de invitados, dejando a muchas familias con sentimientos encontrados.

Las bodas fueron las más afectadas. El cierre de iglesias, salones de eventos y restaurantes, junto con la limitación de aforos, impidió que muchas ceremonias se llevaran a cabo tal y como habían sido concebidas. Según datos del INE, en 2019 se celebraron en Valladolid 1.678 enlaces matrimoniales, (1.181 de ellas en consistorios o juzgados), frente a 456 que se oficiaron en las iglesias. En 2020, la cifra se redujo más del 50% hasta situarse en 769 bodas, de las cuales 672 fueron civiles y 78 religiosas. Las familias no fueron las únicas afectadas por la cancelación y retraso de estos eventos. Toda la industria relacionada (salones de eventos, fotógrafos, floristas, músicos, empresas de catering, empresas turísticas…) sufrieron graves pérdidas económicas. Algunos negocios pudieron sobrevivir con adaptaciones, como la realización de eventos más pequeños, mientras que otros se vieron abocados al cierre.

En lo referente a las comuniones, en 2019 fueron 2.905 los niños que comulgaron. En el 2020 se redujeron hasta las 2.589 en Valladolid y provincia. Todas ellas, fuera del tradicional mes de mayo. Las parroquias tuvieron que mover el calendario, dando la alternativa a celebrar de forma muy íntima este ritual desde finales de verano hasta octubre. Muchas de las que se celebraban en la ciudad, también se trasladaron a los pueblos. Cabe destacar que el sector de la moda de comunión pudo salvar las ventas en el 2020 ya que el estado de alarma se decretó cuando ya estaban prácticamente de los trajes vendidos.

Con la vuelta a la normalidad, muchas familias lograron celebrar sus eventos postergados. Sin embargo, la pandemia se ha dejado notar en la forma de organizar y disfrutar de estas celebraciones, que en la mayoría de los casos han visto una reducción en el número medio de invitados.

Pedro Puerta y Laura Álvarez Se casaban el 26 de septiembre de 2020 en Torrelobatón

«Lo más difícil fue llamar a algunos familiares y amigos para que no vinieran a la boda»

Laura Álvarez y Pedro Puerta tenían su boda planeada para septiembre de 2020 J. C. Castillo

Al ser los dos del mismo pueblo, cuando comenzaron a planear su boda, Pedro Puerta y Laura Álvarez, no tuvieron dudas sobre el lugar donde celebrar la ceremonia: la iglesia parroquial de Santa María de Torrelobatón. Miles de veces se imaginaron el 'Si, quiero' como un día perfecto. Lo que no se imaginaban es que una pandemia mundial les trastocaría todos sus planes.

La pareja se aferró a la esperanza de poder celebrar su boda en la fecha prevista. El 26 de septiembre de 2020. No les importaban las restricciones, que cada vez eran más estrictas. Querían ese día. «Estábamos decididos a hacerlo, pero en agosto hubo un brote muy fuerte de coronavirus en el pueblo y nuestras familias se vieron afectadas. Entonces vimos que era inviable. Además, cada vez más invitados nos llamaban para comunicar que no asistirían. Entonces vimos que no teníamos más remedio que posponerla», recuerda Laura. Así, con la esperanza de que las restricciones fueran más laxas, la planearon para el año siguiente, el 14 de agosto, aunque se vieron obligados a hacer ajustes importantes. »Tuvimos que reducir a la mitad los invitados. De unos 200 que teníamos, nos quedamos en 100 porque todavía había restricciones de aforo. Lo más difícil fue tener que llamar a algunos familiares y amigos para que no vinieran a la boda», confiesan estos dos torreños, que también tuvieron que cambiar de restaurante porque el que tenían planeado cerró sus puertas.

El día de la boda llegó con una mezcla de emoción y agotamiento. «Lloré muchísimo antes de entrar a la iglesia. Tantos meses de cambios y nervios… cuando por fin vi que estábamos allí, tuve que soltarlo», dice Laura. Aunque no fue exactamente como lo imaginaron, ambos lograron hacer que aquel día fuera realmente especial. «No hubo baile, pero sí música en directo y las mesas estaban organizadas para que la gente no se levantara. Creo que lo pasamos incluso mejor, por todo el tiempo que había pasado esperando ese momento», prosigue Pedro.

Pedro Puerta y Laura Álvarez con mascarillas el día de su boda Album familiar

El viaje de novios también sufrió modificaciones. «Teníamos planeado ir a Tailandia, pero en aquel momento no se podía visitar, así que finalmente nos fuimos a Turquía y nos encantó. De hecho, no nos importaría volver», dicen ambos. «Yo recuerdo que me tuve que hacer una PCR en Madrid antes de viajar porque me tocaba ponerme la segunda dosis de la vacuna el día antes de la boda y no me la puse por miedo a tener fiebre o malestar«, dice él. Al regreso, tuvo que someterse a otra prueba en Turquía. Ahora, casi cinco años después de la fecha en la que originalmente debieron casarse, Pedro y Laura recuerdan su boda con nostalgia. »No fue lo que teníamos en mente, pero fue especial a su manera«, comenta Pedro. »Yo digo que cuando hagamos 10 años, lo volvamos a celebrar«, apostilla Laura.

Silvia Fernández y Carlos Pablos Se casaban el 10 de octubre de 2020 en Nerva (Huelva)

«El día de la 'no boda' la familia nos preparó una fiesta sorpresa»

Silvia y Carlos se casaban en octubre de 2020 y lo retrasaron al año siguiente J. C. Castillo

Planear una boda siempre es un desafío, pero hacerlo en medio de una pandemia global fue una auténtica prueba de paciencia y de amor para la vallisoletana Silvia Fernández y el onubense Carlos Pablos. Ambos soñaban con su gran día, el 10 de octubre de 2020, pero la llegada de la Covid les obligó a cambiar todos sus planes. «Nos casábamos en Nerva (Huelva) y todos los preparativos los hicimos desde Valladolid. El mismo mes de marzo me empecé a plantear qué hacer con la boda. Pero como quedaban muchos meses no le dimos mucha importancia», recuerda Silvia.

A medida que la fecha se acercaba, las restricciones fueron cambiando y la incertidumbre aumentando. En agosto llegaron a ir a la prueba del menú. «Parecía que todo iba bien, así que seguimos adelante. Pero en septiembre, los contagios volvieron a dispararse. Ahí pensamos que quizá no era el momento adecuado para casarnos. A un mes de la boda, decidimos aplazarla», explica Carlos. «Las invitaciones ya estaban enviadas y el número inicial de invitados, que era grande, se redujo porque muchos no podían venir».

Escogieron el 15 de mayo de 2021 como nueva fecha, pero llegaron nuevas restricciones. «Había un aforo limitado, el uso obligatorio de mascarillas y limitaciones de movilidad entre comunidades autónomas. También el toque de queda nos preocupaba mucho», explica esta pareja que, a pesar de todo, siguió adelante. A una semana de la boda, la normativa cambió de nuevo. «Aumentaron el límite de invitados y pudimos invitar a más gente, pero ya era tarde para avisar a quienes habíamos tenido que excluir antes», comenta Silvia. Finalmente, lo celebraron con 110 invitados, aunque inicialmente habían planeado tener casi 300. «Fue una boda diferente. En las fotos se ve a la gente con mascarilla, dispensadores de gel hidroalcohólico por todos lados y en la entrada había stands con pétalos y portamascarillas. Hoy en día ves eso y piensas 'qué locura'. Pero en su momento era lo normal», cuenta Carlos.

Como anécdota, decidieron mantener la fecha original de «la no boda» en sus alianzas. «Aquel día mi familia nos preparó una pequeña fiesta sorpresa en casa para celebrarlo. Ahora lo vemos como una historia que contar a nuestros hijos y nietos», cuenta Silvia mientras se acaricia la tripa. Ambos están esperando la llegada de su primogénito.

La luna de miel también tuvo que cambiarse. En lugar de ir a Madagascar como era su ilusión, fueron a Formentera e Ibiza. «No era lo que habíamos planeado, pero lo disfrutamos mucho. Al final, lo que importa no es el destino, sino la compañía», dice esta pareja que, después de tantos cambios y dificultades, reconoce que en algún momento la pandemia les restó algo de ilusión. «Hubo un punto en el que solo queríamos quitarnos la boda de encima. La incertidumbre era agotadora. Pero al final la disfrutamos muchísimo. Teníamos muchas ganas de celebrar y lo pasamos genial y, por suerte, no hubo ningún contagio», concluyen ambos.

Leire López Collazos Hacía la comunión el 9 de mayo de 2020

«Mi comunión fue diferente a lo planeado, pero especial»

Leire López junto a su madre Carmen Collazos con su album de comunión J.C. Castillo

Leire López tenía todo preparado para celebrar su Primera Comunión el 9 de mayo en la parroquia del Beato Florentino, junto con sus amigos de la catequesis. Sin embargo, el confinamiento se lo impidió. «Nos dijeron que nos avisarían de una nueva fecha, pero no sabíamos cuándo ni cómo podría hacerse», recuerda Leire. Su madre, Carmen Collazos, también vivió con preocupación aquellos meses. «La fecha que nos dieron era en octubre. Pero yo trabajo en educación y pensé que en cuanto abrieran los colegios, nos volverían a confinar y la niña se quedaría otra vez sin comunión. No queríamos arriesgarnos, así que organizamos una celebración en nuestro pueblo casi de manera exprés», cuenta.

El 23 de agosto de 2020, Leire hizo su comunión en Tordehumos. No estaban sus amigos de catequesis, pero si todos sus amigos del pueblo. «Fue un poco triste al principio tener que hacerla yo sola, pero al final estuvo muy bien. El sacerdote fue muy majo conmigo y tener a mis amigos de allí me hizo sentir acompañada», cuenta esta joven de 15 años.

El cambio de planes trajo consigo algunos imprevistos. «El vestido que habíamos comprado ya no le valía y tuvimos que cambiarlo por una talla más, aunque la tienda nos lo solucionó sin coste adicional. También tuvimos que encontrar otro restaurante», cuenta Carmen. «Fue en un salón privado con la familia más cercana, siguiendo las medidas de seguridad. Recuerdo que los días de después tenía miedo de que alguien nos llamara diciendo que estaba enfermo. Sobre todo, me preocupaban las abuelas. Durante la comida no llevábamos mascarilla, aunque después nos fuimos enseguida a la terraza. No hubo baile ni fiesta, solo una pequeña reunión familiar«.

A pesar de todo, Leire guarda un gran recuerdo de su comunión. «Fue diferente a lo que habíamos planeado pero muy especial», concluye con una sonrisa.

Ángel de la Parte Calderón Hacía la comunión el 9 de mayo de 2020

«La comunión fue una celebración más personal y emotiva»

Anabel Calderón y su hijo Ángel de la Parte, que hizo la comunión en 2020 J.C. Castillo

Ángel de la Parte iba a comulgar por primera vez en la parroquia de La Inmaculada de Renedo, el 9 de mayo de 2020. Sin embargo, esa fecha tan ansiada tuvo que ser aplazada por las restricciones sanitarias. «Fueron meses de muchas dudas porque no sabíamos con certeza cuándo podría celebrarse. Finalmente, la fecha se trasladó a septiembre», cuenta Anabel Calderón, su madre, quien optó por un evento sencillo, reuniendo solo a los más cercanos.

Lo que debía ser una ceremonia multitudinaria se convirtió en algo más íntimo. «El párroco nos separó en grupos pequeños, lo que tuvo su lado positivo porque podíamos ver mejor a nuestro hijo. Fue una celebración más personal y emotiva», destaca Anabel. La celebración posterior también tuvo que adaptarse a las restricciones. En lugar de un banquete tradicional, se optó por una reunión en la terraza de un bar. «Todos llevábamos mascarillas, aunque podíamos quitárnoslas a ratos para comer. Había mucho miedo, sobre todo por los abuelos», confiesa Anabel. «Yo tenía muchas ganas de hacer la comunión porque la iba a hacer con mis amigos. Al principio me dio pena que se retrasara, pero como sabía que la haría con ellos más tarde, me quedé tranquilo. Lo mejor fue estar con mi familia y que todos estuvieran allí. Me gustó mucho», dice con una sonrisa.

Aunque el evento no fue como se había planeado originalmente, la emoción estuvo muy presente. «Fue un día diferente, pero bonito», concluye Anabel.

María Jesús Espinel Celebraba sus bodas de oro el 10 de agosto de 2020

«La pandemia me arrebató la posibilidad de celebrar nuestras bodas de oro»

Fernando Villafruela y su madre, María Jesús Espinel no pudieron celebrar un aniversario familiar muy importante para ellos por la pandemia J.C. Castillo

Cumplir medio siglo de casados es algo al alcance de muy pocos, por eso María Jesús Espinel estaba tan ilusionada con celebrar sus bodas de oro por todo lo alto. Su intención era renovar sus votos en compañía de familiares y amigos, dando una sorpresa a su esposo Fernando Villafruela. Pero la pandemia truncó todos sus planes. «La celebración iba a ser en agosto, en Tudela de Duero. Ya tenía el restaurante reservado y todo organizado. Me encargué yo de todo, porque él estaba enfermo», recuerda María Jesús emocionada.

A pesar del confinamiento y las restricciones sanitarias, María Jesús no perdió la esperanza de llevar a cabo la celebración cuando la situación mejorara. «Quería llevar al coro de la Universidad, porque yo formaba parte de él y estaba ilusionadísima con pasar un día precioso, sin embargo, no pudo ser. Fernando falleció en diciembre de 2021, cuatro meses después de nuestro 51 aniversario, así que nunca pudimos celebrarlo», dice. «¡Cuántas cosas nos quitó la pandemia!», reflexiona. Su hijo Fernando también lamenta no poder haber pasado ese día tan especial todos juntos. «Es una fecha que no volverá. Hubiera sido un día bonito y a mi padre le hubiera encantado», dice.

María Jesús se pone nostálgica al recordar su boda. «Nos casamos el 10 de agosto de 1970 en la iglesia la Paz. La primera noche la pasamos en nuestra casa y de luna de miel en Canarias con unos amigos. Fuimos un matrimonio muy feliz con nuestros dos hijos, Fernando y Raquel». En sus bodas de plata, también hubo una gran celebración en una iglesia de La Rondilla, donde cantó el coro de San Lorenzo y un viaje a Montpellier. «Siempre pensamos en celebrar las bodas de oro. Nos quedamos sin ese día especial, pero me quedo con todo lo vivido», concluye.

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