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V. M. NIÑO
Jueves, 14 de noviembre 2013, 16:21
Una insólita uniformidad rodea la final de la XI edición del concurso internacional de Piano Frechilla-Zuloaga. Serán tres pianistas españoles -ni rastro de rusos-, los más jóvenes de los 14 concursantes, que han elegido el mismo concierto y dos de ellos, formándose con el mismo profesor. Leonel Morales Herrero (1995), José Ramón García (1993) y Carlos Goicoechea (1991) subirán hoy al escenario del Miguel Delibes para tocar con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León el 'Concierto para piano nº1', de Tchaikovsky a las órdenes de Rubén Gimeno.
Quien ha triunfado ya es Leonel Morales Alonso, pianista y catedrático del Conservatorio de Castellón, profesor de Leonel (hijo) y José Ramón. Carlos Goicoechea hizo el grado superior en Salamanca y cursa ahora un máster en Salzburgo. Los tres quieren dedicarse profesionalmente al piano y ninguno admite la palabra «nervios». «Este es nuestro trabajo», dice Leonel, «disfruto cuando estoy delante del público».
Con 17 años Leonel habla «de cuando era joven». Y es que la biografía de un pianista profesional tiene hitos como el momento de la decisión, «entre los 11 y los 13 años eres un niño y no sientes la responsabilidad profesional», y el encuentro con el 'maestros'. José Ramón lo halló a los 13, «desde entonces he ido a Madrid para recibir sus clases y ahora estudio en el Conservatorio donde es catedrático. Hay una complicidad personal y musical. Cuando todo lo que te dice tu maestro te enriquece y ayuda a progresar quiere decir que has elegido bien», dice el albaceteño, que no tiene antecedentes musicales en su familia y fue el profesor del colegio quien hizo notar sus dotes.
Leonel en cambio se sentó al piano por imitación y hoy en día distingue a su padre de su maestro, aunque en el aula le llame 'papá'. «Cuando entras en clase, delante del piano, deja de ser mi padre. Estamos en el trabajo, lo diferenciamos bien, compartimos sentimientos parecidos en torno a la música. Es mérito suyo porque aún sabiendo lo dura que es esta carrera y que me tendré que ir de su lado, me apoya». Esta tarde estará entre el público con el corazón dividido entre sus alumnos.
Carlos Goicoechea es un burgalés que viene desde Salzburgo. En su familia paterna sí había tradición de músicos amateurs y él es el primer profesional. Como sus compañeros, también ha participado en concursos infantiles, juveniles, ha dado conciertos e incluso ha grabado ya dos discos. De hecho es el único al que no le ha sorprendido la sala del Miguel Delibes ni la Orquesta, ya que las conocía ambas. Goicoechea tocó este mismo concierto de Tchaikovsky con la OSCyL hace seis años, en un ciclo de músicos de Castilla y León.
Eligió el piano «porque es el instrumento más versátil, con el que puedes hacer más músicas, toca cualquier repertorio y a la vez es para el que más obras se han escrito. Empezar es fácil, perfeccionarse es muy complicado». En su camino ha tenido profesores españoles, uno ruso y ahora húngaro. «No creo que tengan ya importancia las escuelas. En un determinado momento triunfó la rusa por su alto nivel de profesores y exigencia a los alumnos, algo que aquí en España no había. Era un problema de educación pero no de talento», afirma Goicoechea, comentando la circunstancia de que lo tres finalistas son españoles. En la nómina de los ganadores figuran Iván Martín o Judith Jáuregui, dos españoles de brillante trayectoria.
Obra de exhibición
Los finalistas tenían 15 conciertos para elegir en caso de que llegaran a la final. La coincidencia en la elección del 'Primero' de Tchaikovsky no es banal. «En un concurso prima lo virtuosístico, es una exhibición de lo que puedes hacer con el piano y este es un gran concierto para demostrarlo. Para dar un concierto yo quizá elegiría a Brahms o Beethoven pero ya sabes a lo que vienes, no es hacer música sino a que valoren lo que haces», explica quien afronta los concursos como una ayuda más en la carrera del pianista.
Disfruta de todo el repertorio y rechaza la especialización. «Me parece ridículo que un intérprete se dedique solo a un compositor. La especialización es un cáncer de la música y el arte actual. Otra cosa es que la crítica destaque a un pianista como gran especialista en algo».
Los tres aspirantes no han dejado de practicar estos días. «Estamos el tiempo que requiere la música», dice Leonel de las jornadas al teclado. «Siempre digo que el día es muy largo y si te organizas hay tiempo para todo», asegura José Ramón, quien reconoce la gran ventaja de una carrera elegida de niño. «La motivación, sabemos para qué nos levantamos. En cambio tengo amigos que con 20 años no saben qué hacer, no les ilusiona nada». Esta tarde, a partir de las siete, la sala del Miguel Delibes está abierta para quien quiera verlos en acción.
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