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Antiguo lavadero de carbón en el que vivía la pareja y donde se cometió el asesinato. / I. H. B.
VIOLENCIA DE GÉNERO

El asesinato de Bembibre sorprende a los vecinos por el carácter de la víctima

Residentes del municipio leonés relatan episodios de golpes e insultos de Rosa del Mar hacia su pareja

I. H. B.

Sábado, 24 de noviembre 2012, 22:31

«Que mi hermana sea la última», que Rosa del Mar Jiménez Chacón, hallada muerta y descuartizada la madrugada del martes en Bembibre (León) ponga fin a la lacra de la violencia de género. Era el ruego que Luisa Jiménez hacía en la plaza de esta localidad leonesa en uno de los actos organizados para conmemorar el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres que hoy, 25 de noviembre, llora con rabia por las 43 mujeres muertas en España en lo que va de año a manos de su pareja o ex pareja.

Rosa del Mar, de 42 años de edad y origen ceutí, fallecía la noche del pasado sábado 17 de noviembre a manos de su pareja, Manuel Dos Anjos, de 53 años y nacionalidad portuguesa, que dos días después confesaba el crimen en una comisaría de La Coruña. Ante el juez declaró que estaba borracho, que la había matado con un cuchillo y que, posteriormente, la descuartizó con un hacha y metió los restos en dos maletas que dejó en el lugar en el que vivían, un edificio ruinoso que, en su tiempo, hizo las veces de lavadero de carbón. Ambos eran indigentes y vivían de la mendicidad.

Rosa del Mar tenía tres hijos, dos menores, gemelos, y un adolescente, fruto, al parecer, de una relación anterior. Tres hijos cuya tutela está en manos de la Junta de Castilla y León y que viven en régimen de acogida familiar. Ella es la última víctima por violencia machista, pero a muchos vecinos «se le abren las carnes», dicen, cuando escuchan esta afirmación. «Que se ponga de ejemplo a esta mujer como víctima del maltrato es injusto para las mujeres que lo sufren, y sé que está mal hablar así de una muerta», dice una señora que regenta un establecimiento del Barrio de la Estación de Bembibre, muy próximo al viejo lavadero de carbón.

Por el barrio, separado del centro urbano por el río Boeza, todos los vecinos consultados se confiesan más sorprendidos por que la víctima fuera ella que por el propio suceso. «Era una mujer agresiva», repiten varios. En un bar de la zona apuntan que las peleas y riñas entre la pareja eran sonadas y frecuentes, y que muchas veces se debían a cuestiones de dinero, «el que pedía era él, pero luego ella se lo quitaba». Hay voces que se muestran contrarias a que el Ayuntamiento pague el funeral.

También por esta zona aluden al carácter 'complicado' de Rosa del Mar, a quien dicen que se la veía poco, «solamente cuando venía a pedirle a Manuel el dinero», como asegura haber presenciado la dueña de un local de esta misma calle más de una vez, «y a base de golpes».

De nuevo se escucha, «no está bien decir esto de alguien que ha muerto, pero...». Se dice, se cuenta, se comenta que cualquiera hubiera dicho que el maltratado era él, pero la evidencia es que la fallecida es ella, la segunda mujer en la provincia de León y en Castilla y León que pierde la vida este año a manos de su pareja o ex pareja.

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