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CARLOS ÁLVARO
Domingo, 2 de septiembre 2012, 13:24
Rafael Encinas (Segovia, 1955) lleva un mes como presidente de Caja Segovia, la antigua caja de ahorros. Antigua porque ya no se existe como tal, porque la Caja, tras la ruinosa operación de Bankia, nada tiene que ver con el sector financiero, y porque la entidad, o mejor dicho, lo poco que queda de ella, camina hacia su transformación en una fundación depositaria del espíritu de la Obra Social y Cultural que continúe al servicio de Segovia y los segovianos. La entrevista con Encinas se desliza entre la sinceridad, la pesadumbre que suscita lo ocurrido y el optimismo que permite afrontar un futuro todavía incierto.
¿Qué tal ha transcurrido su primer mes como máximo responsable de Caja Segovia?
Las cosas, desde dentro, son muy distintas a cómo se ven desde fuera. Nos hemos encontrado una herencia difícil, con ciertas complicaciones. De la Caja ha quedado poco, la verdad. Poco y enredado.
¿Qué es, a día de hoy, Caja Segovia? ¿Tiene patrimonio?
El patrimonio que ha quedado de la Caja, ese que en su día no fue traspasado a Bankia, reside en determinados inmuebles emblemáticos: el Torreón de Lozoya, el Palacio de Mansilla, los locales de la universidad y las instalaciones de la Obra Social. También nos quedan dos plantas en la sede central y el salón de actos de la calle del Carmen. Estos bienes inmuebles conforman la herencia recibida. La participación que teníamos en el banco está completamente diluida y no podemos contar con ella.
Porque, ahora mismo, Caja Segovia nada tiene que ver con el mundo financiero.
Ahora mismo no tenemos nada que ver con el mundo financiero.
Para que lo entienda todo el mundo: solo ha quedado viva la Obra Social y Cultural...
Sí, exactamente. Así es.
¿Y hacia dónde va Caja Segovia?
Caja Segovia, lo que ha quedado de ella, esa Obra Social, será una fundación. Una fundación receptora de los valores, no solo patrimoniales, sino también culturales, de lo que hasta ahora ha venido siendo la Obra Social. No cabe otra solución. Esa fundación debe absorber la filosofía que en su día impulsó la creación de la Caja y que mantuvo siempre. Trataremos de que la Caja no caiga en el olvido, ni tampoco lo que ha representado para los ciudadanos durante 135 años. Eso es lo que me gustaría que quedara de la Caja.
Una fundación que necesitará recursos.
Lógicamente. La fundación ha de tener una viabilidad y unos objetivos. Y eso es lo que hay que definir. Queremos seguir manteniendo una cierta vinculación con Bankia. Al fin y al cabo, en esta provincia ellos continúan usando nuestra marca. Mi primera misión es entablar negociaciones con Bankia para ver si están dispuestos a conservar esa relación, no comercial pero casi, en la que, a cambio de utilizar nuestra imagen que les favorece porque, a pesar de todo, está bien valorada, podamos percibir unos fondos que garanticen y aseguren la viabilidad de la fundación. En todo caso, será una obra social distinta, aunque encaminada al desarrollo socioeconómico, cultural y deportivo de la provincia, que es lo que a nosotros nos preocupa. Si Caja Segovia deja de hacer obra social, en provincias como la nuestra se notará de forma importante. Debemos intentar que eso no se pierda y sirva para dinamizar la provincia.
Otra fuente de financiación sería extraer una rentabilidad de ese patrimonio inmobiliario que poseen. E incluso la venta de algunos bienes.
Sí. Pero la situación actual del mercado no permite pensar a corto plazo en operaciones encaminadas a obtener una rentabilidad de esos inmuebles, bien por la vía del alquiler, o por la vía de la explotación conjunta de actividades o por otras vías. Eso, quizá en otros tiempos que hemos vivido, ya pasados, pero ahora es muy complicado. No es fácil sacarle partido a todo ese patrimonio. El Palacio de Mansilla, hasta ahora sede de la universidad, estará disponible en breve. Es un edificio grande, potente, con muchas posibilidades, pero hoy por hoy no es fácil de rentabilizar. En cualquier caso, no es intención nuestra vender nada, porque sería pan para hoy y hambre para mañana, sino diseñar y acometer un proyecto a largo plazo para que Segovia y los segovianos podamos seguir beneficiándonos de la herencia que hemos recibido.
Pero si se presentara una buena oportunidad, ¿venderían ese Palacio de Mansilla?
Es difícil saberlo. Todo dependerá de los recursos que podamos obtener por otros caminos. Si hay alguien que lo quiera comprar, lo escucharemos, pero es difícil aventurarse. Lo bonito sería disponer de recursos suficientes para dar cabida en ese edificio a actividades propias, de la fundación.
¿Y qué otras fuentes de financiación se plantean?
Como cualquier fundación, buscaremos empresas que quieran ser patronos. Pero la coyuntura económica, no es ni mucho menos favorable. Tenemos que ser realistas.
¿Qué plazos lleva la conversión de la entidad en una fundación?
Todavía no hemos reunido al consejo de administración y no posee información de primera mano acerca de la situación patrimonial de la Caja. Cuando tengamos la foto fija actual de Caja Segovia, veremos qué decisiones adoptamos. El anterior consejo, hace unos meses, acordó convertir la entidad en una fundación. Bien, pues, iremos dando pasos. Lo ideal sería, por cuestiones contables y de otro tipo, que a 1 de enero de 2013 pudiéramos tener la fundación constituida y operativa.
Hasta ese momento se seguirá funcionando con los mismos órganos de gobierno, pero supongo que eso cambiará.
Claro. Nos adaptaremos a la ley de fundaciones, bien a las de régimen especial, bien a la ley de fundaciones actual vigente en España.
Por cierto, ¿qué pasó con la participación de Caja Segovia en la sociedad Segovia 21?
Como todas las sociedades participadas, fue traspasada a Bankia. Ahora es Bankia quien posee esa participación. Caja Segovia, a día de hoy, no tiene nada que ver con Segovia 21 ni con ninguna otra empresa participada.
Sinceramente, ¿cree que el ciudadano de a pie, el cliente de Caja Segovia, el de toda la vida, conoce bien lo que ha ocurrido, es consciente de la nueva situación que se ha creado?
No. Bueno, hay mucha gente que sí, pero desconoce qué es Caja Segovia en la actualidad. Los rótulos de la entidad financiera continúan ahí, en la puerta de las oficinas, y todavía no se ha ejecutado la integración informática. Nosotros, los que hemos quedado, seguimos ahí, dando la talla y haciendo obra social, porque hay que recordar que durante este año hemos realizado un gran esfuerzo, con nuestras propias reservas; un esfuerzo de 3,5 millones de euros. La gente ve que Caja Segovia todavía existe y que hace cosas. Por lo tanto, creo que, efectivamente, no se dan mucha cuenta.
¿Y cómo se llamará la futura fundación? ¿Mantendrán la marca?
Sí, sin duda. Esa es mi intención, por lo menos. No podemos olvidar lo que Caja Segovia ha sido y lo que ha representado para los segovianos y la provincia en general. Esos 35 años de historia no pueden quedar en el olvido. A mí me gustaría que quedaran recogidos en el espíritu de esa fundación, para que siempre se sepa que Caja Segovia fue muy importante.
¿Cuántos años ha trabajado en Caja Segovia?
Treinta y ocho.
¿Y se imaginaba que la Caja de Ahorros, la venerada Caja de Ahorros, la Caja de Ahorros que dirigió, por ejemplo, Fernando Albertos Redondo, iba a tener un final como el que ha tenido?
(Suspira). No, lógicamente no. No era imaginable que acabáramos así, que en poco tiempo se haya ido al garete todo el esfuerzo y el sacrificio, no solo de los trabajadores, sino de los segovianos, de los impositores. La verdad es que ha sido algo que jamás hubiera vislumbrado. Ni por asomo.
Supongo que, personalmente, en su fuero interno, ha sufrido.
Se sufre mucho, sí, especialmente por los compañeros, por los que quedan en plantilla y por los que todavía continúan detrás de los rótulos de Caja Segovia. Familias que están pasándolo mal, con incertidumbre. Fuimos de buena fe hacia la integración en un proyeto, pensando que llegábamos a una entidad potente. Se hizo con buena intención, pero las cosas salieron como salieron y hoy nada podemos hacer, salvo lamentarlo.
Ahora se ha demostrado que aquello fue un error.
Claro.
¿Un error difícil de prever?
Creo, sinceramente, que la crisis del sistema financiero nos ha llevado hasta aquí. Cualquier otra integración, con otros grupos, tampoco hubiera sido positiva. La clave está en no haber continuado solos cuando se dijo que podíamos continuar solos. Las empresas de calificación penalizaron las cajas pequeñas y éstas se vieron abocadas a las integraciones. Error. Ojalá hubiéramos podido seguir solos.
¿Qué valoración hace de la imputación de Atilano Soto, el anterior presidente? ¿Y del asunto de las indemnizaciones millonarias?
Entra dentro de ese sufrimiento que las personas que hemos estado en la Caja hemos experimentado estos últimos meses. Creo que para Atilano Soto no tendrá ninguna incidencia el hecho de que, en un momento determinado, haya estado en el consejo de Bankia, pero los jueces decidirán. En cuanto a las indemnizaciones... es cierto que para los tiempos que corren han salido a relucir unas cantidades éticamente reprobables. En fin, todo afecta y perjudica la imagen de la Caja. Y no está siendo fácil. La gente te ve por la calle y te lo echa en cara. Esa buena imagen que teníamos ha quedado por los suelos, pero yo creo que es posible demostrar que se pueden volver a hacer las cosas bien, que podemos tirar hacia adelante, con lo poco que ha quedado, sí, pero con cariño, ilusión y responsabilidad.
¿Le molestó que el alcalde Arahuetes dijera, peyorativamente, que presidir ahora Caja Segovia es como presidir una comunidad de vecinos?
Me duele que hablen mal de mi Caja. Es verdad que hemos perdido imagen y mucha gente habla mal de las cajas, quizá con razón, pero Caja Segovia, para los segovianos y para instituciones como la que preside nuestro alcalde, ha sido una entidad que ha proporcionado siempre un respaldo importante. Suele ocurrir. Mientras echas una mano, bien; cuando no puedes... También ocurre con las personas, pero no está bien. Hay que tener un respeto y pensar que detrás de la imagen de Caja Segovia hay muchas familias de trabajadores que están viviendo un momento delicado. Detrás de los rótulos de Caja Segovia sigue habiendo un trabajo y una dedicación. No es para decir eso.
¿Hay razones para el optimismo?
Sí. Caja Segovia va a intentar obtener recursos por todos los medios. Pelearemos todo lo que se pueda. Y el compromiso está ahí. No vamos a tirar la toalla. Yo, personalmente, no la piensa tirar. He asumido este reto y voy a ir a por él. ¿Eso es lo que le decidió a aceptar el cargo?
Si las cosas fueran fáciles puede que hubiera habido codazos para entrar en este despacho, pero está claro que no era el mejor momento. Nos debemos a una plantilla de 16 personas. A ver si podemos lograr que Caja Segovia pueda mantenerse e incluso crecer.
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