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Dos lavanderas del grupo de teatro de mayores de Pilarica, junto al Esgueva. / Henar Sastre
BARRIOS

Ocho asociaciones de vecinos repasan la historia del Esgueva en una ruta teatralizada

Cerca de cincuenta personas recorren el río desde el puente de la tía Juliana hasta su desembocadura

V. M. V.

Sábado, 16 de junio 2012, 19:50

«Pero qué guarra eres, tía Juliana», le gritan cuatro lavanderas a la mujer que, orinal en mano, se ha acercado hasta la ribera del Esgueva para tirar allí la basura. «¿No puedes venir en otro momento en el que no estemos lavando, que nos vas a poner la ropa perdida?», preguntan indignadas las mujeres, que acaban de dejarse los dedos, frota que te frota, de rodillas en el río. «Todos estos terrenos son míos, así que vengo cuando quiero», espeta la tía Juliana. Y el sainete termina con arrebatados aplausos. La escena, que bien pudo ser habitual el siglo pasado, volvió a recrearse este sábado junto al Esgueva dentro de la ruta teatralizada que han organizado ocho asociaciones de vecinos (de Pajarillos, Vadillos, Pilarica, Belén, Barrio España, La Rondilla, San Pedro Regalado y Hospital) con el objetivo de resaltar el valor «histórico y sentimental», la estrecha relación que siempre ha tenido el río con los barrios a los que abraza.

La ruta guiada comienza precisamente en el puente de la tía Juliana, muy cerquita de la calle Templarios, donde las actrices del grupo de mayores de Pilarica (Gabina, Ina, Maruja, Chelo y Felisa) recuerdan esa escena cotidiana de las mujeres lavando en el río, con el banquillo o lavadero en el suelo y el jabón a un lado. Jabón como el que Gabina Fernández, una de las actrices, se trajo en 1969 de su casa en Cabañas de Sayago. «Este jabón lo hacíamos en casa con aceite, grasa y sosa. Cuando me vine a Valladolid mi madre me dio varias pastillas y mira, tanto tiempo después, todavía me queda alguna», rememora Gabina antes de despedir a los curiosos que, río abajo, continúan con la ruta.

Jesús Anta, uno de los organizadores de esta iniciativa, recuerda que una de las paradas obligadas es el puente 'encarnado', el paso de ladrillo y piedra construido en 1858 para que el ferrocarril pudiera salvar el río. «Es el primer puente que se construyó en este tramo del Esgueva», desvela Anta, para a continuación explicar que, por aquel entonces, toda esta zona eran huertas y fincas. «La posterior división en lotes permitió que se crearan barrios como Pajarillos o Pilarica», explican los responsables de un recorrido que tiene su siguiente parada en Prado de la Magadalena, donde otro grupo de actores recuerda cómo esta zona era, en tiempos de la corte, a principios del siglo XVII, una zona de paseo y recreo para la nobleza. La visita concluye en la desembocadura, con una simulación de la voladura de las compuertas, necesaria en su día para evitar inundaciones.

Esta ruta se enmarca dentro de los actos organizados este mes de junio por ocho asociaciones de vecinos para dotar de contenido cultural (con teatro, poesía y música) el entorno del Esgueva. Además, han editado un cuaderno de campo que recoge los distintos ejemplares de flora y fauna que pueden encontrarse en el tramo urbano del río.

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