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MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ
Domingo, 3 de junio 2012, 14:00
Llegan al anochecer. Forman bandadas a veces enormes porque son gregarios y siguen comportamientos de inteligencia colectiva. Donde va el macho de más edad que lidera el grupo, van todos. Buscan lugares protegidos para perchar y pasar la noche. Y están unidos unos a otros en grupos de seis, así que, de seis en seis, llegan a juntarse cientos, o miles. Su revoloteo, el murmullo, forma figuras asombrosas, pero no se ve mucho en las ciudades. Los estorninos (Sturnus vulgaris) dan unas vueltas antes de lanzarse en picado sobre los árboles donde duermen.
A Segovia llegan a mediados de junio, y se quedan hasta noviembre. Y son un problema. La Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento calcula que en el entorno del barrio de San José pueden perchar unos 45.000 pájaros de esta especie. Este año, las primeras bandadas han venido antes. Uno de sus lugares todavía seguros para pasar la noche es el jardín del Parque Infantil de Tráfico, los árboles de alineación de la avenida de la Constitución y el parque de la Dehesa. Son la plaga que viene del cielo cada verano y el problema no lo puede pasar por alto el Ayuntamiento.
La problemática es doble, el ruido cuando perchan y cuando levantan el vuelo de madrugada y, sobre todo, las deyecciones, que son miles y constituyen un riesgo sanitario para la población y para el arbolado, además de un trabajo añadido para el servicio de limpieza, que en ocasiones tiene que regar los árboles para limpiar los excrementos.
Los vecinos se han quejado al Ayuntamiento y a la Asociación de San José del ruido, que es probablemente la molestia menor, y de la suciedad y el mal olor («a gallinero») de los excrementos que manchan los árboles, las aceras y las zonas de juegos infantiles. Y en la avenida de la Constitución del daño que causan en la pintura de los coches, aunque todavía no ha habido reclamaciones formales por este motivo, solo de palabra.
En los últimos años, la Concejalía ha utilizado luces láser, petardos y tiradas selectivas para tratar de ahuyentar a los estorninos. Pero no han llegado a funcionar, ni en Segovia ni en otras ciudades. La Sociedad Española de Ornitología (SEO) llegó a quejarse de estos métodos, pero se ofreció a asesorar al Ayuntamiento y la colaboración acaba de recogerse este viernes en un convenio.
Después de varias reuniones y de recabar la opinión del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta, el Ayuntamiento decidió recurrir a un método natural, la cetrería. Paloma Maroto, concejal de Medio Ambiente, no descarta emplear otros sistemas, pero confía en el trabajo de la empresa segoviana Universal Falcons que dirigen Cristina Hernanz y Gustavo Martín.
Desde diciembre
Casi cada tarde desde hace más de un mes, aunque vienen trabajando en la zona desde diciembre, las rapaces entrenadas por Cristina y Gustavo sobrevuelan los árboles de San José. Y la actuación ya se nota. Las grajillas se acercan en menor número, y si no lo hacen estas aves tampoco se atreven los estorninos. Los operarios de Parques y Jardines ya notan la diferencia respecto a otros años, como atestigua uno de los técnicos del servicio, Vicente Esteban.
«Teníamos que empezar pronto a trabajar para que no se nos echara el verano encima. Por eso comenzaron en invierno para adiestrar a las aves y que controlaran la zona, para que la considerasen su territorio. Desde enero se ha intensificado más el trabajo, y ya hay menos pájaros, aunque el momento álgido de los estorninos no ha llegado», apunta Maroto.
El objetivo es controlar los primeros grupos, que no lleguen a perchar en San José. Y si lo hacen, sacarlos. «Cuando los echemos de aquí continuaremos trabajando en otras zonas, intentar ir abriendo para conseguir que el dormitorio esté fuera de la ciudad, donde no acarree problemas».
Las rapaces volarán probablemente todo el verano. El acuerdo de la Concejalía de Medio Ambiente con Universal Falcons es asequible; el servicio se paga mensualmente y se mantendrá mientras se vea que es efectivo. Pero quizá no es el único método que se utilice. «De momento está dando resultado, Universal Falcons está poniendo todo su empeño, pero la prueba de fuego vendrá dentro de unos días, cuando los estorninos vengan a millares».
Un búho a la espera de permiso para actuar de noche entre los árboles
Cuando Cristina Hernanz y Gustavo Martín llegan al barrio de San José y sacan sus aves para ponerlas a volar, causan un gran revuelo entre la chiquillería que aún juega en el parque. Luego, el trabajo de los cetreros les da otra perspectiva. Universal Falcons es una empresa segoviana y para este trabajo está empleando dos hermosas águilas harris americanas, pero disponen también de un halcón híbrido de peregrino y sacre para que actúe si es necesario en la periferia de la ciudad, en Nueva Segovia, y están adiestrando a otro sacre para que trabaje en San José, junto a un cernícalo que ahora no vuela porque está mudando.
Los vuelos son cortos. Primero alrededor del parque, sobre los tejados de las casas y los árboles. Las grajillas y estorninos ni se acercan, se quedan a la expectativa en las antenas y los tejados cercanos, pero cuando desciende la luz, los más atrevidos se tiran, literalmente, hacia el arbolado. Entonces los cetreros conducen a las águilas entre los árboles para sacar a los pájaros.
Esta tarea es más difícil y los cetreros tienen previsto utilizar un búho, porque la rapaz nocturna es más eficaz para ahuyentar a los estorninos. El trabajo será completo y más efectivo cuando puedan emplearla entre las ramas, para lo que están pendientes de la necesaria autorización que han pedido al Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León.
El auge del Arte Noble
Cuando un profano piensa en cetrería clásica, la primera imagen se remonta al siglo XIII, a Alfonso X y las normas que estableció para la caza con rapaces. La moderna, controvertida, puede tener muchas concepciones, desde la artística, el Arte Noble, que valora el vuelo, a la práctica, empleada desde hace décadas en aeropuertos para el control de la avifauna y en las exhibiciones de los mercados medievales. No hace tanto que la caza cetrera fue prohibida en España por la Ley 4/1989, aunque fue derogada después por el Tribunal Constitucional.
Autorizada en varias comunidades autónomas, la cetrería tiene cada vez más adeptos, y trabajos como el que realiza Universal Falcons en Segovia abren nuevas perspectivas. Para casi todos, como reconocen Cristina Hernanz y Gustavo Martín, el artífice de la recuperación de las técnicas de adiestramiento fue el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, y su libro 'El arte de cetrería' (1965) es una de las fuentes fundamentales para la formación de la mayoría de los cetreros españoles e hispanoamericanos, porque rescató los antiguos tratados y los hizo comprensibles.
Con libros como el de Rodríguez de la Fuente, e incluso con el novelado y más reciente de Ángel Remón, los cetreros adquieren los conocimientos básicos y completan su formación en cursos y contactos con otros cetreros. Y no es solo saber qué es la caperuza, la lúa (el guante), la pihuela (la correa que asegura los pies de las aves), el salto de lonja, el señuelo o los silbatos de llamada. «Es conocer lo que necesita el ave, poder apreciar cuándo no está bien, como entrenarla, interpretar su lenguaje, ser consciente de que notan tu estado de ánimos...», advierte Cristina, porque «son parte de la familia».
Las especies híbridas y la cría en cautividad han facilitado mucho la adquisición de las aves, que venden en varios sitios de España con precios desde 500 a 30.000 euros, aunque la media está en unos 1.500. Es el coste de un trabajador del cielo.
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