«Existe una cierta necesidad en el ser humano de creer en el fin del mundo»
Redactor del programa 'Cuarto Milenio', acaba de publicar '2012. Los enigmas del apocalipsis maya'
CARLOS ÁLVARO
Lunes, 14 de mayo 2012, 13:48
Javier Pérez Campos (Ciudad Real, 1989) es autor de '2012. Los enigmas del apocalipsis maya', libro que se ha convertido en un exitoso best seller. Periodista de raza y vocación, y redactor de los programas 'Cuarto Milenio' y 'Milenio 3' que dirige Iker Jiménez, Pérez Campos indaga en los orígenes de la célebre profecía y analiza el fenómeno social que el supuesto final de los tiempos ha generado.
¿De dónde surge la profecía?
La cultura maya fue una cultura muy avanzada. Los mayas dominaban las matemáticas, sabían mirar al cielo y predecir grandes eventos físicos y astronómicos. Además, recopilaban todos los hitos históricos en estelas, piedras que erigían cerca de los grandes monumentos. Es precisamente en alguna de esas estelas donde aparece la supuesta historia del fin del mundo. Todo se asienta sobre la teoría del calendario maya, que llega hasta el 21 de diciembre de 2012, fecha en que se supone que acaba, no el mundo, sino el decimotercer baktún, pues medían la eras en baktunes. Para ellos esta fecha no significaba más que el fin de una era. Los mayas no concebían el mundo como algo que pudiera acabarse. Tenían una visión palingenésica, de regeneración.
Pero eso se contradice con la supuesta profecía.
Claro. Por eso los grandes estudiosos de los mayas se llevan las manos a a cabeza cuando escuchan hablar del fin del mundo. El precursor de todo fue José Argüelles, un profesor de la Universidad de Princetown (EE UU) y teórico de la New Age. En los años setenta escribió un libro en el que anunciaba que para el 21 de diciembre de 2012 vendrían los mayas que para él no son más que extraterrestres que viven en las pléyades a llevarse a las personas más avanzadas. Después se retractó y habló de un simple cambio de era. Argüelles acabó reconociendo que había tenido serios problemas con la bebida. Murió en 2011, a las puertas de comprobar si estaba en lo cierto o no.
Y esto llega a nuestros días y en ello confluyen todo tipo de intereses económicos...
La teoría se acentúa a raíz de la película '2102', de Roland Emmerich. Por tanto, cabe pensar que detrás de esa película hubo un gran equipo de márquetin que lanzó lo del fin del mundo para dar más importancia a la cinta. Estamos viendo repercusiones económicas a día de hoy que hacen pensar que el fin del mundo es un gran negocio.
Llama la atención que haya gente que esté convencida de ello, hasta el punto de pagar grandes cantidades de dinero para ese día poder acceder a un búnker.
Hay casos impresionantes. La venta de búnkeres se ha disparado un mil por cien los últimos años. Y no hay que irse muy lejos. En la sierra de Guadarrama se estaría construyendo un búnker subterráneo promovido por el Grupo de Supervivencia de España (GSE-2012), que prometió sitio para pasar allí ese día a cambio de 1.600 euros por cabeza. Llegué a hablar con gente que había pagado ese dinero, pero el promotor, un tal Jonatan Bosque, desapareció y no se sabe dónde está.
Y en general ¿existe temor?
El miedo al final de los tiempos ha existido siempre. En el libro indago sobre el origen de esa creencia, o mejor dicho, de la necesidad de creer en ello, porque hay una cierta necesidad de creer en el fin del mundo. Cuando llegue diciembre y no ocurra nada, prolongaremos la fecha y marcaremos otro final en el calendario. Hay quien dice que el fin del mundo es un eufemismo de nuestra propia muerte. Pero, efectivamente, ha habido suicidios relacionados con ese temor.
¿Cuántas veces se ha profetizado el fin del mundo?
Hasta 168 veces. La profecía del año 1000 tuvo una repercusión formidable. Digamos que fue el primer fin del mundo a gran escala. Hubo incluso conversiones masivas al cristianismo. A partir de ese momento el ser humano empieza a pensar en grandes catástrofes.
¿Hay razones para creer que estamos al final de una era?
Desde luego el 21 de diciembre ocurrirá cualquier cosa que alguien atribuirá a los mayas, sin duda. La teoría se reinterpretará para dar sentido a lo que ocurra, pero es cierto que estamos asistiendo a cambios económicos, sociales y medioambientales que han llevado a pensar en la existencia de señales.
Y usted, ¿qué conclusión extrae?
Creo que los mayas no vaticinaron nada de eso. Hay mucho espabilado que se está aprovechando de gente crédula, vulnerable y convencida de que la salvación es la que proponen algunos gurús de turno. El 21 de diciembre de 2012 es el presente, es la actualidad, y nosotros vamos a vivirlo. Espero que aprendamos como no hemos aprendido las 168 veces anteriores.
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