Brotes chumuscados

Zapatero fue premonitorio el 11 de septiembre de 2007 cuando dijo que «España ha entrado en la Champions League». Después de conocer los datos de la Encuesta de Población Activa ya sabemos de que se trataba: que íbamos a alcanzar la cima de los casi 4 millones y medio de parados. Pero Zapatero no se conformó con eso. En marzo de 2008 aseguró que «España está en condiciones para llegar al pleno empleo». Como político Zapatero es la sombra de una duda, pero como profeta es un desastre. El problema, no obstante, no es tanto que Zapatero acierte o no; el problema de verdad es lo que sufren esos parados ante el drama personal diario y el que se les añade al perder la esperanza.

Sabemos que Zapatero no fue el causante de la crisis. Sabemos que comenzó en EE UU por las hipotecas tóxicas, el dar duros a cuatro pesetas y la avaricia de los bancos y sus insaciables directivos. Que esa crisis se extendió como un reguero de pólvora hasta atropellarnos a nosotros. Empezó siendo una crisis financiera y acabó machacando a la economía y a las personas. Pero sabemos también que la gestión de la crisis no ha sido igual aquí que en Alemania o Francia. Es más, hay que insistir que el FMI ha dicho que sólo España seguirá en recesión en 2010. Con esta perspectiva necesitamos líderes, con conocimiento y carisma. Líderes creíbles. Y el problema es que Zapatero ha perdido la credibilidad, algo que es casi imposible recuperar.

Y sin credibilidad no hay esperanza, y sin esperanza no hay futuro. Eso piensan, por ejemplo, los autónomos, grandes perdedores en esta crisis. Casi 300.000 autónomos han cerrado en España desde mayo de 2008 a diciembre de 2009. En Castilla y León sus representantes se desgañitan en la petición de ayudas y soluciones ante la situación. Pero ¿quién escucha a quién en este terremoto, en este caos?. Les falta financiación, entre otras cosas, porque los bancos y las cajas mienten, porque aunque digan que sí, tienen cerrado el grifo del crédito, entre otras cosas porque andan a dos velas y limpiando las alfombras. Los brotes verdes nacen chamuscados por los hielos del crudo invierno.