DOLORES ALONSO
Viernes, 9 de octubre 2009, 04:09
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Mira que me dan dentera los piercings (excepto los de mis orejas, que era muy pequeñita y no me enteré de la agresión), pero con gusto me dejaría enganchar un par de ellos en las pantorrillas para que me instalasen el sistema de propulsión híbrida del autobús urbano que ayer presentó el alcalde en la Plaza Mayor y que ya lleva tres años funcionando de prueba en la ciudad alemana de Nuremberg.
Puesto que una de sus virtudes es recuperar la energía del frenado y aprovecharla para el arranque -cuestión la mar de útil para el ahorro y la ecología en el transporte urbano-, me vendría fenomenal para empezar la subida del puente sobre las vías, tras frenar en el paso de peatones del carril de parque Alameda.
La pena es que ese trasvase sabio de energías no pueda aplicarse a las conductas humanas, reservando algo de la pasión que empleamos en exigir un trato adecuado por parte de los más poderosos para compensar la desidia que nos entra al atender las necesidades de los más vulnerables. Quizás entonces no tendría que venir a Valladolid Jorge Sena, fiscal delegado para la protección de las personas mayores, a contarnos que más de cinco mil ancianos sufren malos tratos en nuestra provincia; casi siempre, sin atreverse a denunciarlos, porque -piensan- ¿cómo y dónde van a escaparse?
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