Al sol del membrillo
Los paisajes agrícolas de <strong>Villaturde y sus </strong><strong>tres pedanías</strong> están inundados de maizales
GONZALO ALCALDE CRESPO
Viernes, 9 de octubre 2009, 04:06
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No me había bajado del coche, y allí les vi, casi doblando con su peso las ramas de donde pendían, espléndidos, grandes y carnosos, absorbiendo a través de su limonera piel la luz del sol. Eran unos soberbios membrillos que en un huerto de Villaturde maduraban sin prisa, trayéndome a la memoria el cuadro inacabado de ese genio de la pintura que es Antonio López, en mi opinión el mejor pintor vivo que hoy tiene este país. Los cinéfilos, posiblemente, recuerden una película casi documental titulada 'El sol del membrillo' (1992), donde el director español Víctor Erice muestra el proceso de creación artística de un cuadro, en el que el mencionado artista pinta con su singular maestría los frutos de un membrillero que crecía en el patio de su casa.
La imagen que yo veía en ese huerto de Villaturde me lo recordó. También las fechas del año en las que estamos me trajeron a la memoria un refrán que dice: 'Ya en el veranillo, la madurez del membrillo', o aquel otro más viejo adagio que aseguraba: 'Espada, membrillo y mujer, si han de ser buenos, de Toledo han de ser'.
Villaturde no es Toledo y no se si allí se forjaron espadas, pero a la vista de la calidad de los membrillos, seguro que sus mujeres nada tendrán que envidiar a las de la capital castellano-manchega.
Al término de Villaturde, hoy están unidas otras tres pedanías -Villacuende, Villanueva de los Nabos y Villotilla-, que se instalan en la feraz vega de la margen derecha del río Carrión, próximos a la ciudad de Carrión de los Condes. Entre las cuatro poblaciones, apenas superan los doscientos habitantes, que por siglos han vivido de la agricultura y de la ganadería.
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Hoy, sus paisajes están inundados de maizales -la producción bandera de la comarca-, pues desde tiempos históricos estas tierras, que fueron de regadío, surcan infinidad de antiguos trazados de acequias sobre las que existían ordenanzas y reglamentaciones de origen medieval.
Pequeñas huertas
Por esta razón, en muchas de estas poblaciones todavía existen espacios dedicados a pequeñas huertas. En una de ellas, me entrevisto con Emeterio León Lorenzo, un vecino de Villacuende que supera con creces los 70 años, aunque no los aparenta. Fue agricultor y ganadero, y pese a que ya está jubilado, me asegura que no puede parar quieto y que por eso sigue cultivando su huerto, aunque es consciente del dicho de la tierra que asegura que 'si quieres ver a un viejo muerto, cómprale un huerto'.
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En su rotura, Emeterio León tiene plantado de todo -tomates, pimientos, berzas o cebollas,- y me quiere regalar algunos productos, pues dice que lo más bonito de cultivar un huerto es poderlo compartir con los vecinos, amigos y familiares. La verdad es que los tomates que anda recogiendo dan envidia, y además seguro que saben a tomate, pues me asegura que sólo emplea fertilizantes naturales. Le doy las gracias por el ofrecimiento, pero le digo que como tengo que seguir viaje, seguro que en el coche se me estropean, y sería una pena desperdiciar esos espléndidos frutos.
Como me he entretenido con este amable huertano, tan sólo les puedo contar que la iglesia parroquial de Villaturde cubre con cúpula su crucero. Que la de Villacuende tiene bóvedas de arista decoradas con yeserías barrocas, y que la de Villanueva de los Nabos está advocada a la Asunción de María. No ocurre lo mismo con la de Villotilla, que se dedica a Santo Tomás, acogiendo en su interior un interesante retablo mayor barroco y otro en el lado de evangelio, así como bellas yeserías en su púlpito.
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