Bozic gana al esprint antes de que los favoritos entren a escena

Xátiva es para otros. Para el esloveno Borut Bozic, que se hizo ciclista porque de su pueblo es Valter Bonca, el héroe local en el Giro de 1994, el que cruzó por su país. Bozic sí volteó la etapa de Xátiva. Se esperaba al líder Greipel, a Bennati, a Boonen, Freire o Farrar, pero en el sprint irrumpió él.

Invitado como su equipo, el Vacansoleil, a la Vuelta. Arrancó de lejos. «Me la he jugado», dijo. Desde 250 metros. Muy lejos. Desde Eslovenia. Y puso el sprint boca abajo. Lo necesitaba. Corre con hambre: «No es fácil ser ciclista en el lugar de donde vengo. Hay que destacar para que se fijen en ti los grandes equipos», apuntó el esloveno feliz.

Bingen Fernández paladeaba la sensación opuesta. «Siento tristeza». No por otra victoria que ni acarició, sino por la despedida. «Sé que cada etapa es la última, que no volveré a pasar por allí como ciclista». Le quedan solamente dos semanas. El punto final a catorce temporadas cosiendo una carrera con otra.

Por la Valencia interior. Olivos, algarrobos y naranjos alineados. Pueblos descascarillados con vocación de verano. Por cotas como el alto de Muela, o el de Millares o el de Benigánim, donde se consumió la fuga. Los mastines del Columbia ladraban por Greipel, el líder. El alemán que, sin embargo, empezaba a asfixiarse. Quemaba Valencia.

Los tres compañeros de fuga de Bingen tardaron casi cuatro horas en asumir lo que el bermeano ya sabía: no había opción. «Nos han controlado como han querido». Voz de futuro director. La experiencia de mil derrotas. Luego lo intentaron otros, como Tiralongo, De la Fuente, Gilbert, Ballan o Breschel.

Tampoco alcanzaron Xátiva, la ciudad que dio dos papas, que fue cuna de los Borgia. La que calcinó Felipe V, el del cuadro al revés del museo local. La del esprinter que nadie esperaba. Bozic. El primer esloveno de la Vuelta.

Hoy empieza lo serio, la crono de Valencia comenzará a dictar sentencia.