Grafitis rayados sobre los cristales de la cafetería, aún sin uso, situada en el centro del parque de Las Norias de Santa Victoria. Fue limpiada hace menos de dos meses./ J. S.
VALLADOLID

Desvalijan el edificio de Las Norias que acogerá la Fundación Jorge Guillén

Los vándalos llenan de pintadas y rayones los cristales de la cafetería dos meses después de su limpieza

J. SANZ

Viernes, 7 de agosto 2009, 03:50

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Los ladrones de chatarra siguen siendo los más asiduos usuarios del parque de Las Norias de Santa Victoria. Su última visita tuvo como objetivo uno de los dos chalés restaurados en la entrada de la antigua azucarera. El edificio, que acogerá la sede de la Fundación Jorge Guillén, fue saqueado sin piedad por unos delincuentes que no se conformaron sólo con llevarse más de veinte rejillas metálicas de la fachada -colocadas para permitir la ventilación del edificio- sino que también accedieron al interior en busca del cableado.

El inmueble, cuya restauración hace más de dos años se limitó a la cubierta y a la fachada, cuenta también con multitud de pintadas cuando están a punto de comenzar las obras de rehabilitación interior para que el primero de los edificios de la antigua zona industrial albergue, por fin, una actividad a principios del próximo año.

Los trabajos, que salieron a concurso el 16 de junio, fueron adjudicados un mes después por un importe de 430.594,03 euros a la empresa Técnicas para la Restauración y Construcciones S. A. (Trycsa), según consta en la página web de la fundación. Sus operarios reestructurarán el interior del inmueble, ocupados en su día por los ingenieros que residían en la azucarera, para abrir oficinas, una sala multiusos para exposiciones y una pequeña biblioteca.

Miles de euros en daños

Pero eso ocurrirá dentro de unos meses. El edificio, por ahora, sufre los efectos del vandalismo y de los robos al igual que el resto de las instalaciones de uno de los parques más amplios -su superficie alcanza las 4,3 hectáreas- y con menos usuarios de la capital por culpa de su aislamiento por la vía del barrio de La Farola y la falta de vecinos, por ahora, de la cercana Ciudad de la Comunicación.

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Uno de los objetivos habituales de los grafiteros, al margen de las fachadas del cuerpo central de la azucarera, se encuentra en pleno corazón del denominado 'Central Park' del sur de la capital, como lo bautizó el anterior concejal de Urbanismo, José Antonio García de Coca, el día de su inauguración. Se trata de cubo acristalado destinado a una cafetería por la que ninguna empresa ha pujado aún.

Los efectivos del Servicio de Limpieza eliminaron las pintadas que adornaban los cristales el 19 de junio y ayer, menos de dos meses después, estaban completamente embadurnadas de nuevo. El problema es que los autores, esta vez, no sólo emplearon aerosoles sino que grabaron sus nombres artísticos rayando a conciencia las lunas, es decir, obligando a sustituirlas si algún día se abre el negocio.

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La broma, que costará algunos miles de euros, es sólo un ejemplo más de la acción de los gamberros en un parque habitual del botellón.

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