La Caja de farias
JOSÉ ORCAJO
Domingo, 7 de junio 2009, 03:07
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E En principio, las cajas rurales eran simples caja de zapatos o de puros farias en donde los isidros guardan esos dinerillos que les proporciona la venta de huevos frescos o de alubias en los diferentes mercadillos que recorren la provincia. O quizás, eran meros calcetines que escondiendo en su interior un refajo de billetes enrollados y atados fuertemente con una goma del pelo, que venía a esconderse entre el jergón y el viejo colchón de lana.
Junto a estas cajas rurales, todavía hoy existentes, nacieron otras, un simple portal de pueblo en donde un señor con boina y faja apretada a la cintura recogía tus ahorros y los metía en un baúl cerrado bajo tres vueltas de llave que tenía tras de sí. Después de aquello vinieron las ventanillas con barrotes carcelarios, los empleados provistos de visera y de manguitos, cajas de seguridad instaladas en la habitación trasera.. y así llegamos a nuestros días en donde los mármoles y cristales que forman los mostradores, los ordenatas y las tarjetas de crédito han dejado en el olvido aquellas imágenes amarillentas de otros tiempos; sólo la espiga del logotipo nos recuerda sus orígenes y eso, quieras o no, te retrae: ¿a ver si me van a dar por intereses una bolsa de cebollas o unos nabos atados mediante un junco?
La Caja Rural de Segovia tiene desde hace mes y medio nuevo presidente elegido tras unas polémicas elecciones. Salió de las urnas Félix Moracho, que ocupaba el mismo cargo de interino, Tuvo que emplearse a fondo. Algunos compromisarios hasta empezaron a sacarse el calcetín para irse con sus ahorros. Otros, se echaron un farias y se guardaron la caja.
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