El Nostradamus español
Vida y semblanza de don Diego de Torres Villarroel, 'El Gran Piscator de Salamanca'
ÁNGEL DEL POZO
Miércoles, 11 de marzo 2009, 10:16
Dice el viejo refrán 'Nadie es profeta en su tierra'. Sin embargo existen personas que sí triunfaron en su tierra y además en vida, en una sociedad que suele reconocer el trabajo desarrollado en años postreros. Este es el caso de un personaje muy singular: don Diego de Torres Villarroel. Siempre envuelto en un halo de misterio, su vida fue de auténtica novela. Sus conocimientos albergaban distintas ramas del saber como matemáticas, cosmografía, astrología, magia y alquimia. Pasó a la historia por su prolífica carrera de escritor y sobre todo por sus predicciones y adivinaciones, por lo que es considerado El Último Gran Mago, El Gran Piscator o Adivino o El Nostradamus español.
Este salmantino vio por primera vez la luz el 18 de junio del año 1694. Hijo de un librero, ya mostró ser especial en su niñez, su temperamento díscolo y travieso le empujó a faltar a clase, meterse en peleas, robar a sus compañeros y hurtar viandas de la despensa del colegio por lo que se ganó el sobrenombre de Piel de Diablo. Un calificativo que muchos seguirían recordando en su vida de adulto, ya que sus adivinaciones causaban admiración en unos y un profundo rechazo en otros, en una época en la que esos conocimientos ocultos sólo podían provenir de dos ámbitos: divino o diablo. Se acostumbró desde niño a vivir entre pliegos y cordeles, entre tinta y pluma; y entre viejos libros y arcaicos tratados.
Precisamente la lectura de uno de esos antiguos libros, 'Tratado de la esfera', fue el que le introdujo en las matemáticas, ciencia olvidada en aquella época. La lectura del 'Astrolabium', un tratado sobre la esfera celeste del padre Cristoforo Clavius, le inclinó por la astrología. Ambas como veremos pasarían a formar parte indisoluble de su vida.
Su juventud la pasó en el país vecino, Portugal; donde llevó una vida aventurera en la que fue sucesivamente ermitaño, bailarín, alquimista, matemático, soldado, torero, estudiante de medicina, curandero, astrólogo y adivino. De nuevo en tierras salmantinas, Villarroel descubre que la cátedra de matemáticas en la Universidad esta libre y decide presentarse a los exámenes por oposición, logrando el ansiado magisterio que hacía más de treinta años que no ocupaba nadie. Por otra parte montó un muy rentable negocio editorial como escritor de almanaques y pronósticos anuales bajo el seudónimo de El Gran Piscator de Salamanca, con el que se hizo famoso, ya que mucha gente recurría a él para saber del futuro.
Fama
La fama le vino por varios pronósticos acertados, por una parte se adelantó a la muerte del joven rey Luís I, recogiendo en el Almanaque de 1724, una extraña profecía en la que aseguraba: «...salón suntuoso adornado para recias bodas que no tienen efecto por la repentina enfermedad de uno de los contrayentes...muertes de repente que provienen de sufocaciones del corazón... esto sucederá en el rigor del verano». El monarca falleció el 31 de agosto de ese mismo año.
Además también vaticinó el Motín de Esquilache con la siguiente alusión, tan solo unos pocos días antes: «un juez se descuida en los procedimientos justos: levántase un motín en su pueblo». Este pronóstico le causó problemas y fue llamado por el Fiscal del Consejo, Campomanes. Esta tesitura y estando la terrible Inquisición por medio, hizo seguramente que Villarroel, siempre tomara una postura ambigua con estos temas, declarando en cierta ocasión: «Ni hay tal arte en el mundo, ni se enseñan semejantes locuras, porque todos los aforismos astrológicos son sueños, delirios y embustes».
Otra profecía que se le atribuye (si bien no esta realmente probada) es adelantarse en casi 50 años a la Revolución Francesa, de esta clara manera: «Con los mil contarás, con trescientos doblados y cincuenta duplicados, los nueves dieces más y entonces lo verás, mísera Francia: te espera tu calamidad postrera en tu rey y tu delfín, y tendrá por fin su fin tu mayor gloria primera». Esta profecía se explica de esta forma: 1000 + (300 x 2) + (50 x 2) + (9 x 10) = 1790, tan solo un año después de la plena Revolución Francesa.
Su extraño aspecto, así se definía el mismo: «rubio y de ojos azules y bien parecido, con más catadura de alemán que de castellano o extremeño», el acierto en las profecías y pronósticos -que le hicieron inmensamente rico- fueron los principales motivos que le encumbraron a la fama. De hecho recorrió el Camino de Santiago en olor de multitudes.
Pero su peculiar vida aún tuvo más encuentros con lo sobrenatural, como el que relata en su obra 'Correo de otro mundo', a caballo entre la realidad y la ficción.
Cuenta Villarroel que cierta noche llamaron a su puerta con grandes golpes, ante sí se presento un extraño personaje -tan negro que parecía un lápiz, el semblante arado de arrugas, tan horrible que sólo tenia de vello varios pelos en el bigote- que le entregó unas cartas comentándole: «Tome estas cartas del otro mundo. Dos días tiene de término para responder». Dos días con sus dos noches paso el salmantino para responder esas cartas. Una historia que desconocemos si tuvo visos de realidad. La que sí fue veraz, fue el encuentro sobrenatural que mantuvo en casa de la condesa de Arcos, pues nuestro protagonista también fue cazador de duendes.
Fantasmas y duendes
En la casa de la condesa se escu---chaban tremendos ruidos de procedencia desconocida, el pavor era tal que todos los criados dormían juntos en el salón. La aristócrata rogó a Villarroel para que acudiera y desvelara el misterio. Después de un opípara cena (su principal estímulo para acudir allí), se dispuso a dormir teniendo como compañeros una buena antorcha y una espada. A la una de la noche «oí unos golpes vagos, turbios y de dificultoso examen en diferentes sitios de la casa. Subí y no encontré fantasma, esperezo ni bulto de cosa racional. Once días estuvimos escuchando y padeciendo a las mismas horas los tristes y tonitruosos golpes». Así hasta que cierta noche subió al piso superior después de escuchar los misteriosos ruidos y de repente se le apagó la antorcha que portaba, al igual que dos candiles que iluminaban la habitación. El bueno de don Diego se quedó en la absoluta oscuridad, mientras se produjeron cuatro golpes tan fuertes que casi le dejan sordo, mientras a la vez se desprendían de sus argollas seis cuadros grandes, estrellándose contra el suelo. Estos hechos hicieron que Villarroel saliera a gatas de la habitación para localizar la escalera de bajada. Pálido y demudado contó a la condesa que lo mejor era abandonar la casa. Al día siguiente se llevó a cabo la mudanza.
Nuestro protagonista fue testigo de otro insólito suceso, el primer avistamiento de un objeto volante no identificado que tengo registrado en nuestra región. Sucedió el día 2 de noviembre de 1730. Está recogido en un texto titulado 'Juicio, y pronostico del globo, y tres columnas de fuego, que se dexaron ver en nuestro orizonte español'.
Halo de misterio
Como han podido comprobar un personaje cuya vida estuvo envuelta en una halo de misterio, hasta el mismo momento de su muerte. Ya que existe la sospecha de que al menos la intuía. Estuvo varios años buscando una esfera celeste con la que impartir sus clases. Al final la consiguió, se trataba de una esfera que representaba la posición de los astros en el año 1770, justo el año en que pasó a mejor vida en el Palacio de Monterrey de la capital salmantina.
castillaoculta@hotmail.com
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