
DOLORES ALONSO
Viernes, 6 de febrero 2009, 01:43
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Tenía escrito el artículo de hoy sobre el calendario 'Mi ciudad', editado por la Junta, en el que doce dibujos y un lema para cada mes nos animan a conseguir una ciudad limpia, sostenible, abierta, solidaria. Si me apuran, como Duloc, la ciudad de Lord Farquaad en la película 'Shrek', pero con un puntillo de imperfección humana para poder respirar. Sin embargo, otro calendario amargo ha tomado la iniciativa y, en vísperas del día mundial contra el cáncer, se ha llevado antes de tiempo a un amigo que había pasado los tres últimos años peleando con la enfermedad. Y cada vez que la vida -la muerte- se lleva a alguien próximo, siento que la ciudad ya no podrá ser la misma. Así ocurrió, de forma especial, cuando faltó Luis Pastor (lo recuerdo cuando pasó cerca de Filosofía y Letras), porque era de la gente que sólo con estar hace mejor lo que tiene cerca.
A partir de ahora, el Campo Grande me hablará de la ausencia de Javier, que hacía mejores los partidos de fútbol, las meriendas, los cumpleaños y las esperas en la cola para apuntarles a los campamentos. Quizá sea cierto que perdemos a los mejores, pero, justo por eso, a los demás ya no nos queda excusa para echar una mano cada mañana, como decía la Canción Infantil de Serrat, a este mundo enfermo y con canas.
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