Los frutos de la despoblación
Un ingeniero técnico agrícola recupera en Castrillo de Villavega los árboles frutales de huertas abandonadas para que no se pierdan variedades antiguas en peligro de extinción
ISABEL CALLE
Martes, 9 de septiembre 2008, 11:06
La despoblación rural es una lacra sin precedentes con unas consecuencias económicas y sociales que aunque tarden en hacerse patentes afectarán de forma irreversible a todos los ámbitos de la vida.
La falta de habitantes en los pueblos destruirá casas, dejará espacios vacíos, ayudará que se olviden tradiciones ancestrales... y por si alguien todavía no se hubiera dado cuenta, el éxodo del campo a la ciudad también acabará con el amplio patrimonio genético frutal de los municipios; esos árboles de calidad que plantaron los antepasados, que suponían un ingreso adicional para sus economías y que hoy corren peligro de extinción por el abandono de muchas huertas; ahogados por la maleza que crece sin control y tocados de muerte por la sequía.
Esos frutales, que estaban adaptadas a la climatología y al suelo de la zona en la que se cultivaban y eran resistentes a las plagas y enfermedades, son los que ahora trata de recuperar para el futuro Aurelio Robles Loma, un ingeniero técnico agrícola de 40 años, especializado en Fruticultura. Robles ha creado un pequeño vivero con 150 plantas en la pequeña localidad palentina de Castrillo de Villavega, en el que injerta los antiguos frutales que va localizando, ayudado por la información y la colaboración que le prestan los vecinos, muchos de los cuales han dado su permiso para poder plantar ramas de esquejes con los que crecerán nuevos arbustos.
Para llevar a cabo este objetivo, Aurelio pregunta a los vecinos por los frutales antiguos de calidad y estos le indican dónde puede hallar estas variedades. Una vez localizados, el ingeniero recolecta las varetas para proceder a su injerto en el vivero. Con esta metodología, Aurelio Robles ha encontrado distintas variedades centenarias y de gran valor. Las peras de invierno denominadas 'peras de canuel', que se consumían en compota cuando era un fruto muy habitual en la comarca, es uno de los que sobrevive con este trabajo de campo, al igual que los membrilleros de olor, que en otro tiempo se colocaban en los armarios para dar aroma a la ropa.
Los ciruelos de varias clases y colores de los que ya casi nadie habla también resurgen en esta 'UVI' forestal, en la que se pretende sanar los ejemplares heridos de muerte y de olvido, junto con algunos manzanos, la mayoría de la variedad 'reineta', que presentan una textura y un sabor tan especial y que se pueden conservar durante casi un año. Siguiendo este procedimiento, Robles ha rescatado además, algunas variedades muy buenas y muy antiguas, halladas en un viejo monasterio de León, entre ellas, una pera de otoño llamada 'muslo de dama'. Con estos buenos resultados, su promotor ya se plantea ampliar este proyecto a otras comarcas concretas de la provincia de Palencia, como las cuencas de los ríos más importantes, y después a las de la región, aunque para ello considera imprescindible el apoyo de las instituciones públicas.
De momento, Aurelio Robles se ha puesto en contacto con los responsables de la Red de Semillas de Castilla y León, en Amayuelas de Arriba, para intentar ampliar el horizonte vegetal que ha creado, convencido de que la supervivencia de estas antiguas especies frutales puede abrir nuevas estrategias de desarrollo en las zonas rurales, esas mismas tierras que ahora ven languidecer sus árboles.
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