Nadie voló tan alto como Almudena
La gimnasta española acabó octava en su cuarta final olímpica, un récord de longevidad en un deporte de niñas
J. GÓMEZ PEÑA
Domingo, 24 de agosto 2008, 03:26
Si les preguntan, los niños reponden que quieren ser futbolistas, o médicos, o como papá, o nada. O de 'Operación Triunfo'. También hay críos distintos. Como Almudena Cid. Su vocación siempre fue ser mariposa. «Ten cuidado, Almudena, que vas a romper algo». Eso le decían en casa desde los siete años. Y ella, nada. Con el pie a la altura de la cabeza. Lanzando el cepillo al aire. A cogerlo justo a un centímetro del suelo. Al vuelo. Con el tiempo lo logró. Mientras, hubo en casa algún que otro 'accidente'. También las mariposas aprenden a volar.
Un vuelo largo. El viaje por el tapiz más prolongado de la historia de la gimnasia rítmica. Es un deporte para niñas que acaban de echar los dientes. De contorsionistas con bisagras de goma. Con esqueletos blandos, en crecimiento. En cuanto sacan el DNI, dejan las mazas, el aro, la pelota, la cuerda o la cinta. Ya son viejas. Les crujen los huesos. La mayoría de edad las oxida. Menos a Almudena Cid, que ya ha cumplido 28 años. Caso único. Sus alas han sobrevolado el tapiz de cuatro finales olímpicas: novena en Atlanta 1996 y Sidney 2000, octava en Atenas 2004 y también ayer en Pekín. La final fue para la rusa perfecta, Eugenia Kanaeva, la más flexible y ágil. Todo el oro para ella. La ovación la compartió con Cid. Por su récord olímpico: la mariposa duradera. Kanaeva tiene diez años menos. Ha llegado más arriba que la gimnasta española, pero no llegará tan lejos.
El último de los ejercicios, el de su despedida, fue la cinta. Entró a la alfombra de blanco y mora. Sobre las puntas de unos pies que ya no le aguantan. Demasiadas horas en esa postura antinatural. De muñeca girando en una caja de música. Clavada. Tiene mil lesiones. fabricadas en siete horas diarias de entrenamiento. Ciática, un metatarsiano roto para siempre, la cadera tocada.... Ayer no se notó. La capacidad de sufrimiento también se entrena. «He competido de forma inmejorable. No he fallado en nada. He demostrado que cuando hay que estar, estoy. Eso me lo llevo para toda la vida». El diploma olímpico fue su «recompensa». Como dijo ella, «el broche».
«¡Guapa!»
Dejó sus últimos garabatos en el aire. Elegante. Sonaba 'Nesunn dorma', el aria de la princesa Turandot. De Cid. Reflejos de purpurina. Ojazos. Miró cómo bajaba del techo la cinta, la agarró precisa y cerró su ejercicio en un ovillo. No fue el mejor; sí el más emotivo. En medio del tapiz se concedió un instante de intimidad observada. Firmó con el dedo sobre el suelo y lo besó. Sello de carmín. Salió ligera, saludando, con agua en los ojos. Y el público le agradeció sus cuatro Juegos. Su plusmarca. Nadie ha estado tanto tiempo entre las mejores.
«¡Guapa!», le habían piropeado un rato antes desde la grada al terminar otro de sus ejercicios, el de aro. Se lució. Almudena no puede doblarse como las otras, capaces de juntar la coronilla con las lumbares. Ella gira y gira. Y envía el aro arriba. Al caer lo espera y atina: el aro la rodea en una maniobra exacta. Canasta a la inversa. «¡Guapa!», le insisten. Ha probado en las pasarelas de Cibeles y Gaudí. Y la quiso fichar el 'Circo del Sol'. Es coqueta: diseña el vestuario para competir. También es perfeccionista: «Repito y repito un ejercicio y no paro hasta conseguirlo». La clave para disputar cuatro finales olímpicas en un deporte tan breve.
Con las mazas también tiró ayer de su repertorio: el clásico. La gimnasia como era antes. Un modelo casi extinto. El estilo, la gracia, el duende. La elegancia. El deporte hecho ballet. Al público le encanta. Los jueces priman la dificultad que alcanzan las rusas y las ucranianas. La gente aplaude a Cid. Desde hace años, las reglas de la gimnasia, sus códigos, priman a las contorsionistas. Abren la puerta para que desaparezcan las bailarinas. Pero ni así se ha ido ella, la gimnasta creativa.
La más elegante
En el Mundial 2003 fue declarada la más elegante. En Pekín se ha convertido en eterna. Dentro de un par de meses, en la Copa del Mundo a celebrar en Benidorm, se quitará las mallas, los calentadores y los punteros. Durante más de una década ha sostenido en el aire a la gimnasia española. Era su vocación de niña: ser mariposa. Volar desde Atlanta'96 hasta Pekín.
«Me gustaría seguir en la gimnasia, pero no con las personas que quisieron frenar mi carrera deportiva. Desgraciadamente, siguen en activo. Y yo prefiero hacer cosas que me den más satisfacciones que trabajar con toda mi alma para que mejore mi deporte y no ver ningún resultado», criticó la guapa gimnasta de vuelo libre.
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