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ÁNGEL DEL POZO
Miércoles, 7 de noviembre 2007, 02:05
Soria es considerada por muchos una capital mágica. Fueron muchos los que se enamoraron de esta legendaria tierra y que lo dejaron plasmado para la posterioridad. La pluma de escritores como Antonio Machado, Gustavo Adolfo Bécquer, Miguel de Unamuno, Gerardo Diego, Juan García Atienza ó Fernando Sánchez Dragó dan fe de la magia y encanto que alberga esta tierra. Entre sus bellezas un punto destaca por el misterio y la leyenda que arrastra, el enigmático San Saturio
Situada a un kilómetro de la capital se encuentra la ermita de San Saturio, uno de los lugares más visitados de Soria. Y no es de extrañar porque el marco es incomparable. Así lo describe Francisco Aldea en su obra: 'San Saturio, Patrón de Soria': « Y es que su situación no puede ser más pintoresca: a media altura de la sierra de Santa Ana (antes de Peñalba) sobre un risco saliente, bañado en su pie por el Duero y profundamente descarnado, está como en el aire la iglesia, puede parecer a la primera que amenaza desplomarse y caer al río. Todo un alarde de construcción».
La ermita tiene dos accesos, para uno hay que atravesar el puente peatonal que la une con la otra orilla del río y el otro es un paseo a la margen del Duero, donde los álamos y los chopos franquean el camino, después de atravesar un estrecho arco del antiguo Monasterio de San Pol, enclave habitado por los templarios de quién se asegura que monopolizaron el acceso a la ermita de San Saturio.
No hay que perderse los excelentes murales de Juan Antonio Zapata, que decoró la cúpula y los muros con pintura al fresco entre 1704 y 1705. En estas representaciones se puede observar iconografías de Jesucristo y de distintos y famosos eremitas. Así como las representaciones de las cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Para ello utilizó emblemas con una clara simbología esotérica asociados a la figura de Hermes Trismegisto, según sostienen investigadores como Ángel Almazán.
Gruta mágica
Estos emblemas son: un caduceo, un espejo, una balanza, una columna y una lira. Este ultimo por ejemplo, es el instrumento musical inventado por Hermes infante que regaló a su hermano Apolo a cambio del ganado que le había robado.
Se accede a la ermita por una escalera exterior financiada por un rico portugués que, al otro lado del Duero, tenía unos lavaderos de lana que le ofrecían pingües beneficios. La otra manera de acceder al majestuoso edificio es por el interior del conjunto de cuevas situada a sus pies.
Cuando se entra en dichas cuevas, se observa un amplio altar dedicado a San Miguel Arcángel al que la devoción por el santo no ha quitado su importancia. Al lado derecho señala el lugar donde aparecieron las reliquias de San Saturio. Las lapida lo recuerda. Estas reliquias se veneran ahora en el altar mayor de la ermita en una arqueta. No así la cabeza del santo que se encuentra en la Concatedral de San Pedro, eso sí protegida con una artística funda-relicario de plata. Por lo visto todo este recinto estaba totalmente tapiado hace algunos años y sin embargo los sorianos aprovechaban para meter la cabeza por un pequeño ventanuco ya que aseguraban que era un excelente remedio para mitigar los dolores de cabeza.
En las distintas estancias podemos encontrar la sala de reuniones, el llamado Cabildo de los Heros, una especie de Tribunal de las Aguas para el secano. Esta sala ya pudo ser utilizada por la Orden del Temple según lo asegura Xavier Musquera. Esta estancia la preside una imagen de San Saturio, representado solo en busto, como se hace la mayor parte de ocasiones. También encontramos una figura representativa de la Virgen de Santa Ana conocida como la Virgen de los alfileres. Asegura la tradición que las mozas sorianas que quisieran hallar pronto novio debían de encontrar tres alfileres en el manto de la imagen. Unos metros más arriba se halla la ventana del milagro. Cuentan que por ella cayó el niño Romualdo Barranco sin sufrir daño alguno. Si pueden visitar el lugar podrán observar que es prácticamente imposible salir ileso. Por cierto, un estudio de Clemente Sáenz verifica la existencia real de este niño. Figura su partida de bautismo, matrimonio y fallecimiento; haciendo referencia incluso al milagro. No sucede lo mismo con el protagonista de toda esta mágica historia: San Saturio, pues son muchos los que dudan de su real existencia
La tradición asegura que San Saturio nació en el año 493. Según la leyenda era un godo que provenía de una familia adinerada. A la muerte de sus padres dio todos sus bienes a los pobres y se retiró a estas cuevas para vivir santamente en oración permanente con Dios y el Arcángel San Miguel. Cuando llevaba treinta años vio a un joven intentando cruzar el río. Empezó a darle gritos por lo peligrosa que era tal aventura. El joven se llamaba Prudencio. Al oír las voces del eremita, asustado, se tiró al río. Y cuando todo el mundo esperaba que llegase muerto arrastrado por la corriente, llegó, sin embargo, sano y salvo. Es más: las aguas ni siquiera le habían mojado. El joven subía hasta aquellos riscos para pedir su bendición y solicitar vivir a su lado. Tras siete años (curioso numero mágico asociado a la apertura de los siete chacras: centros energéticos que posee el cuerpo humano) en convivencia mutua. Saturio murió y Prudencio, después de enterrarle en la cueva volvió a su lugar, Tarazona, donde su fama le llevó hasta el obispado.
Son datos sin ningún rigor histórico y es que como reconoce la web 'Catholic.net': 'Lo cierto es que la historia no tiene suficientes datos escritos como para reconstruir de manera fiable los detalles de su vida'.
Testigos interpuestos
El escritor Sánchez Dragó también se hace eco en los mismos términos en su 'Diccionario de la España Mágica': «Santo problemático, a quién no conocemos sino por testimonio de terceros, en especial por su discípulo San Prudencio, en su día fue incluido en el catálogo de pretermitidos por los holandeses padres bollandos, bolandoso bolandistas, que se dedican o dedicaban al menester de autentificar o desautorizar cultos. Pretermitidos quiere decir, muy fina y diplomáticamente, que estamos ante un santo sin otra probatura o autenticación que la devoción popular, y de esa la verdad es que suele sobrarle en su patria chica».
Más allá va el heterodoxo escritor Juan García Atienza en su obra Santoral Diabólico en el que emparenta al misterioso anacoreta con la Orden del Temple. Sospecha refrendada por el lugar en el que se encuentran sus restos: dominios de los templarios. Además asegura que es muy sospechoso que todas sus representaciones sean en busto, retratando un anciano con esclavina y pintada de negro, figuras que coinciden con el supuesto ídolo (Bafomet) que adoraban los templarios.
castillaoculta@hotmail.com
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