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Mercedes y Ramón, en una calle de Delicias.
Una familia de Valladolid, desalojada de su piso a cuatro días de Nochebuena

Una familia de Valladolid, desalojada de su piso a cuatro días de Nochebuena

Ramón, Mercedes y sus hijos lograron la dación en pago de su vivienda y el banco les obliga a desalojarlo el día 20, sin esperar a la Navidad

Víctor Vela

Lunes, 15 de diciembre 2014, 20:52

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Los nombres de Ramón Cabo y de María Mercedes Casas se visten de mayúscula cada vez que aparecen en los papeles que firmaron con el banco. Un batiburrillo de letras, de cláusulas, de firmas y sellos. Una colección de frases densas como el chapapote y una letra pequeña que se vuelve enorme cuando interesa. «La parte cedente deberá abandonar la vivienda, dejándola libre y expedita, a la plena disposición de la cesionaria-adquiriente, a la que hace entrega en este acto de un juego de llaves de acceso a la vivienda». Yun plazo que expira el 20 de diciembre. Ese día, Ramón, Mercedes (y sus dos hijos, de 21 y 18 años)deberán abandonar el piso de la calle Caamaño que compraron en el año 2001. El 20 de diciembre deberán abandonar un hogar que ya no es suyo (sino del banco). A cuatro días de Nochebuena. Y sin tener un lugar adónde ir. Un techo en el que quedarse. «Nos repartiremos entre la familia», dicen.Con los padres, los abuelos, los hermanos, los tíos... Si es que no ocurre un milagro por Navidad.

La pesadilla comenzó hace cuatro años, cuando el contrato indefinido de Ramón se hizo trizas. Después de 30 años cotizados (trabajando desde los 14), «en la construcción, de ferralla», se vio de la noche a la mañana en el paro. De una nómina que acariciaba los 1.200 euros y una mínima garantía de seguridad a una prestación de desempleo que terminaría por evaporarse. «Ahora recibimos la ayuda familiar de 426 euros». Y hace dos años tuvieron que afrontar el gran dilema:«O comíamos o pagábamos». Intentaron renegociar la hipoteca sin éxito.

Después de diez años de cuotas (360 euros al mes, algo más de 20.000 euros amortizados),dejaron de pagar. Todavía había pendientes 44.000 euros. Después de meses de negociación, con la sombra del desahucio sobre sus cabezas y las deudas mordiéndoles los bolsillos, lograron la dación en pago. El banco se queda con el piso. La familia se libera del préstamo.

Pero...

El día que firmaron el acuerdo, ese 18 de noviembre, los papeles en los que los nombres de Ramón y Mercedes están en mayúsculas les dicen que el día 20 deberán desalojar la vivienda. Si no lo hacen, tendrán que abonar cien euros de multa por cada día que pase. Y el problema, insisten, es que ni siquiera tienen una cerilla para alumbrar tanta oscuridad.

Apoyo vecinal

La parroquia de Santo Toribio, en Delicias, busca fósforos que iluminen a esta familia.«Su único delito es no tener trabajo. Las leyes están creando situaciones de injusticia como la de esta familia», indica Antonio Verdugo, el párroco. ¿Qué se puede hacer? Lo idóneo sería un trabajo, claro, un empleo para que la hogar pudiera tener dinero con el que pagar un alquiler. «Quizá también haya propietarios de pisos vacíos que puedan cederlo o alquilarlo por muy bajo precio», sugiere Verdugo, quien ofrece un correo electrónico de contacto, a través de la iglesia de Delicias, para echar una mano(anheve@archivalladolid.org).Aunque lo más sencillo, propone el sacerdote, sería que el banco abriera la mano y permitiera a la familia Cabo seguir en ese piso que ya no es suyo «al menos hasta después de Navidad. O hasta que pase el invierno y el frío».

Pisos patada

«El banco se va a quedar con esa casa y seguramente no lo consiga vender. Al día siguiente de que Ramón,Mercedes y sus hijos se vayan, se convertirá en un piso patada». No sería el primer caso del barrio. Ni el segundo. Es un fenómeno cada vez más habitual en esa zona de Delicias, viviendas ocupadas en ocasiones por diez, doce, catorce personas al margen de la ley y al borde de la marginalidad. «Eso a la larga genera problemas de convivencia en el barrio», apunta Verdugo, quien confía en que una maniobra de última hora dibuje una sonrisa en el futuro de una familia que tendrá que abandonar su hogar, a la calle, a cuatro días de Nochebuena.

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