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La defensa leonesa de Aguirrezabalaga y Krivochlykov frena el intento de penetración de Perales. :: MIGUEL Á. SANTOS
BM VALLADOLID

Un quinto puesto amargo

El Cuatro Rayas fue siempre por debajo en el marcador, aunque pudo empatar al final

MIGUEL ÁNGEL PINDADO

Domingo, 22 de mayo 2011, 12:02

Quintos. El Cuatro Rayas da un paso atrás en la clasificación. Pero solo por un gol. El que le separó del empate frente al Ademar León. Y eso le llevó de disputar la mítica tercera plaza a regresar a aquellos tiempos en los que terminar quintos era toda una proeza. Ahora habrá que esperar a ver qué sucede con el Granollers y sus problemas económicos para determinar si el Cuatro Rayas puede tener opción a disputar la previa de la Liga de Campeones o directamente juega la Copa EHF, que es la competición que le corresponde por el quinto puesto, dejando la Recopa para el CAI Aragón.

El final de la temporada tuvo un sabor especialmente amargo. El último partido en casa siempre debe acabar en victoria para dejar en la afición un buen sabor de boca. Y si está en juego el tercer puesto, más todavía. Y si además el contrario es el eterno rival, con más motivo. Y si encima el archienemigo tiene la posibilidad de celebrar en tu cancha su clasificación para la Liga de Campeones, entonces ya la victoria se convierte en inexcusable.

Pero todo se torció desde el principio. La defensa del Cuatro Rayas entró en juego un poco más tarde que el ataque leonés. En un abrir y cerrar de ojos los de León se colocaron con un 1-4 en el marcador gracias a los agujeros que le facilitaron en el centro de la zaga.

Nadie quería pensar que el viaje y la aventura de Catar podía pasar factura, pero lo cierto es que la frescura en el juego y en la definición se echó en falta durante todo el partido. Solamente cuando el conjunto leonés perdía efectivos con las exclusiones, el conjunto vallisoletano se acercaba en el marcador. Era el día de la despedida de Havard Tvedten y Nenad Bilbija y ambos no tuvieron su día en los primeros treinta minutos. Al noruego le frenó un Álamo espectacular y al esloveno fueron los postes los que le dieron la tarde. Si a ello sumamos que la portería vallisoletana estuvo también huérfana durante muchos minutos, que Gurbindo tampoco estuvo acertado en sus lanzamientos y que Perales se lesionó a los diez minutos, se entiende que el Cuatro Rayas fuese incapaz siquiera de forzar un solo empate en toda la primera mitad.

Un tiempo muerto de Pastor a los 20 minutos para afianzar su defensa 6-0 y la salida a cancha del leonés Montoro, permitió a los vallisoletanos reducir las diferencias (10-13) a un solo gol. Pero Jordi Ribera supo reaccionar a tiempo y sentar a su zurdo gigante para marcharse al descanso con una ventaja de dos goles (13-15).

Falsa reacción

Tras el descanso, la doble exclusiónen el Ademar levantó las ilusiones de Huerta del Rey. Joli lograba empatar el encuentro por primera vez en etodo el partido (15-15), en lo que se suponía era la reacción local. Pero nada más lejos de la realidad. En cuanto los de León recuperaron a todos sus hombres volvieron a mandar en el marcador sin excesivos problemas. Y es que los de León habían preparado el partido a conciencia. Entre el ruso Chernov y el argentino Carou secaron a Edu con todo tipo de artimañas. Y con Gurbindo a medio gas y sin acierto todo quedaba en manos de un Bilbija que tropezaba de nuevo con los postes. Hasta en seis ocasiones estrelló el esloveno el balón en la madera. Además, en ataque Dalibor, el hermano mayor de Cutura, administraba los tiempos y el juego con maestría para que Buntic apuñalase una y otra vez la meta de Sierra (18-21). Pastor entendió que era el momento de cambiar. Sentó al onubense y dio entrada al sueco Svensson. La defensa funcionaba pero faltaba la aportación de la portería. Pero tampoco funcionó y el Ademar abrió más brecha (19-24), lo que obligó al técnico vallisoletano a pedir un tiempo muerto y poco después dejó a Gurbindo en el banquillo para dar entrada a Rambo.

Y ahí comenzaron a cambiar las cosas.

Quizás porque el Ademar ya se veía vencedor con una renta de cinco goles, o quizás porque el vikingo enchufó los dos primeros balones que le llegaron y que pareció despertar a todo el equipo. Con corazón, dejando la cabeza a un lado, el Cuatro Rayas se metió en el partido gracias a los tres penaltis consecutivos parados por Sierra. El milagro de la remontada parecía real ante un Ademar temeroso de perder y que veía cómo su ventaja se quedaba en nada a falta de medio minuto. Y ahí estuvo la clave. Había que jugar con la cabeza pero se hizo con el corazón y se desperdició la oportunidad de empatar.

Una amarga despedida con derrota con los jugadores del Ademar celebrando su clasifión para la Liga de Campeones. Hasta la próxima temporada.

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