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Cartel en la explanada de acceso al Museo de la Ciencia. :: RAMÓN GÓMEZ
VALLADOLID

El Museo de la Ciencia incluirá tarifas para discapacitados ante la queja de una familia

El padre de una niña con parálisis elevó dos protestas formales por el cobro de la entrada

J. SANZ

Sábado, 14 de mayo 2011, 04:00

El personal del Museo de la Ciencia ya aplicaba de manera extraoficial una tarifa especial a las personas con discapacidad que acudieran a visitar sus instalaciones. Ese descuento, sin embargo, no figura en el tablón de precios oficiales. Hasta ahora. Esa, al menos, es la decisión adoptada por su directora, Inés Rodríguez, a raíz de la queja de una familia que protestó formalmente ante la propia institución y en la Oficina Municipal de Información al Consumidor (OMIC) por el cobro del tique a una niña que sufre parálisis cerebral.

El padre de la pequeña de 5 años, Carlos García, iba un paso más allá al calificar en su primer escrito -en la hoja de reclamaciones del propio museo- de «increíble» el cobro, aunque fuera con la tarifa reducida de 5 euros, a una niña con «parálisis cerebral severa», es decir, que «no puede ver ni sentir prácticamente nada». El progenitor aclara que «no se trata de una cuestión económica, como es lógico, sino de llamar la atención a las administraciones y a las empresas privadas» sobre lo que considera «una cierta falta de sensibilidad hacia las personas que son completamente dependientes».

La primera queja, aunque parezca cuanto menos sorprendente, la formuló el 14 de agosto de 2010. «Nadie se dignó a responderme siquiera desde entonces», relata el padre, que por eso decidió acudir a la OMIC el 29 de marzo de este año después de que le ocurriera lo mismo, esta vez en los cines de Zaratán, a interponer sendas protestas.

«Entiendo que cobren a los niños, pero es que nuestra hija pequeña -tiene otros dos- viene con toda la familia a esas visitas porque no la podemos dejar siempre con alguien y me parece razonable que a personas como ella se les faciliten las cosas», resume Carlos García, quien insiste en que su protesta es más «un toque de atención» para que las autoridades «tengan la delicadeza de tomar cartas en el asunto y promuevan directamente la gratuidad».

Su queja, aunque de momento no ha tenido el resultado que buscaba, sí ha servido para que la propia directora del museo -este periódico intentó sin éxito hablar con el responsable de los cines UGC- anuncie su intención de llevar a la próxima reunión del patronato que gestiona la institución -formado por el Ayuntamiento, la Diputación, la Junta y la Universidad- su propuesta de «poner por escrito» las tarifas reducidas (en principio de 5 euros frente a los 9 de la entrada general) para los discapacitados que puedan acreditar su minusvalía.

Contestación por delicadeza

«Me pongo de parte del padre y siento una inmensa solidaridad con la niña, pero entiendo que hace una petición en la que no tiene razón. Qué más quisiéramos que no cobrar entrada, pero aquí todos los niños pagan a partir de los 3 años», matiza Inés Rodríguez. La directora del museo, eso sí, advierte de que comprende la desazón del progenitor al no haber recibido una respuesta ante una queja escrita hace un año.

«Es normal que le siente mal que no le contestes y por eso le voy a llamar simplemente por delicadeza y para que comprenda la situación, además de que ya he dicho a todo el personal que ante estos casos de quejas especiales se respondan siempre de forma explícita», anuncia la responsable del centro.

Inés Rodríguez, eso sí, destaca que el museo, en cualquier caso, «es completamente accesible para los discapacitados» y explica que cuenta con programas específicos para ellos, como sesiones en el planetario subtituladas y con audioescuchas, que los últimos domingos de cada mes se cobran con una tarifa reducida de 2 euros frente a los 4 que cuenta la entrada otros días.

El padre de la niña reitera que este tipo de medidas deberían regularizarse oficialmente para que la entrada fuera gratuita y lamenta que «jamás» había tenido que pagar una entrada -en el caso de la pequeña con discapacidad- cuando «hemos ido a otros museos, como en Madrid, y a cines de esta propia ciudad porque creo que se trata de una cuestión de tacto, de sentido común y de sensibilidad».

Carlos García incide en que la suya es simplemente una «invitación a la reflexión» para evitar que personas que sufren enfermedades tan graves como la de su hija -síndrome de Leigh- no tengan que pagar entradas. Inés Rodríguez recoge el guante y reconoce que la suya es una «reflexión pertinente».

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