Miguel Sánchez muestra las vendas que cubren las heridas sobre su cuerpo. Rodrigo Ucero

Un herido por el incendio de Zamora: «El fuego llegó como si hubiera rociado con gasolina»

Miguel Sánchez, vecino de Abejera, se encontraba en su casa cuando las llamas le alcanzaron en la oreja y el codo

Sergio García

Valladolid

Miércoles, 13 de agosto 2025, 15:23

Miguel Sánchez entra por su propio pie en el auditorio de Tábara. Lleva una camisa de cuadros remangada, por donde sobresale una venda que le ... rodea el brazo. Más llamativa es otra que le cubre la oreja izquierda y se envuelve alrededor de su cabeza, por frente y nuca. «Nada, ya ves. Estoy bien», tranquiliza a sus vecinos de Abejera, quienes le preguntan nada más poner un pie en el espacio, reconvertido en unas horas en un albergue para los desplazados por las llamas. Minutos antes, el alcalde de su municipio, Ángel Andrés Ferreras, entraba también al auditorio para actualizar la situación en la que se encuentra el pueblo. «Las casas nuevas están bien, las afectadas son las que están abandonadas», comentaba. Sobre el suelo hay un centenar de colchones donde han hecho noche la gran mayoría de los desplazados de Abejera. Miguel Sánchez no durmió aquí, pudo hacerlo en casa de unos primos en Tábara.

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«Las heridas son superficiales, es solo una quemadura en el codo y un poco en la oreja, pero lo mío no reviste mucha gravedad», explica. Vecino de Abejera desde hace quince años, se encontraba en su casa humedeciendo el entorno que rodea su finca cuando las llamas le alcanzaron. «Veía el fuego a distancia pero pensaba, todavía no llega. Y sí, llegó de repente, como si lo hubiera rociado con gasolina. Salí corriendo para atrás, me metí en casa, cogí unas toallas y me las puse en la boca y en la cara y ya después salí», relata. Actuó rápido y lo siguiente que hizo fue ir a buscar el coche, que tenía aparcado en el garaje. «Lo llevé hasta un descampado que ya se había quemado, donde ya no había peligro», asegura.

Miguel Sánchez estuvo en esa zona hasta que la Guardia Civil le vio y le dio el aviso. «Me dijeron que ahí no podía estar y ya me trajeron para que me curara las quemaduras. Los agentes me preguntaron si tenía algo y les comenté lo que me había pasado, pero que no era importante, que no había sido nada, pero me insistieron en que tenía que curarme. Me bajaron para la plaza y me movieron el coche, que allí quedó», continúa. Después le llevaron a Tábara -situado a veinte kilómetros de Abejera-, donde muchos de sus vecinos ya estaban en el auditorio. «El pueblo se ha volcado con toda la gente que nos hemos desplazado. Colchones, agua o comida, todo lo han traído los vecinos», prosigue.

En apenas unas horas, el auditorio se transformó en un albergue gracias a la implicación vecinal y la movilización a través de redes sociales y Whatsapp. Los vecinos de Abejera comenzaron a llegar al municipio a lo largo de la tarde, primero para establecerse junto a un silo en una zona exterior de la localidad, desde donde fueron movilizados al auditorio del pueblo, que rápidamente se convirtió en alojamiento para los desplazados. «Les dijimos que viniesen aquí al pabellón, les vimos desatendidos y eso no podía ser. Preparamos sillas, mesas y agua, lo primero. Ya después conseguimos colchones, de diferentes albergues del Ayuntamiento y el resto por la movilización vecinal. Todos han sido muy solidarios y han traído lo necesario. De hecho tuvimos que decir que ya no hacía falta más, porque se han volcado de verdad. Sabemos lo que es sufrir esto», explica el alcalde de Tábara, Antonio Juárez.

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Por el momento, medio centenar de vecinos de Abejera han pasado la noche aquí, todavía sin la posibilidad de regresar a sus hogares. A lo largo de la mañana, algunos de ellos también se han movilizado hacia la capital de la provincia, a la espera de saber cuándo podrán regresar a sus casas.

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