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«Esto es la verdadera sensación del placer de conducir»
Recalan en Valladolid cuatro Renault Frégate para recrear una ruta de hace 70 años
Rondan los 65 años de antigüedad y acaban de recorrer más de 1.700 kilómetros para llegar desde Suiza y el centro de Francia hasta ... Valladolid. Son cuatro modelos clásicos de Renault Frégate de los años 50 del siglo pasado, cuyos propietarios han decidido reeditar los rallyes 'Cruceros de Año Nuevo' organizados por la marca gala en 1953. Entonces, seis coches partieron de los Campos Elíseos, en París, y recorrieron durante siete días España y Portugal en un trazado de 5.000 kilómetros. Ahora, aprovechando que las fiestas de la Virgen de San Lorenzo pasan por Valladolid, los propietarios de estas joyas de cuatro ruedas se han acercado a la provincia para disfrutar de sus agasajos.
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Cinco mil kilómetros con parada en Valladolid en un Renault Frégate de 1958
Quienes hayan callejeado en los últimos días por los escenarios festivos vallisoletanos quizá se hayan sorprendido al ver circular por la ciudad, en unos tiempos en que cada vez más coches se mueven con baterías, unos modelos de gasolina que, pese a sus años, carburan casi como el primer día. Han estado por el centro histórico, en el Campo Grande y en las casetas regionales de Parquesol. También han visitado las instalaciones de Ingeniería en Renault, Simancas y otros pueblos del alfoz, incluido Mucientes, donde los pilotos recalaron en la bodega Salvueros, que acaba de ser reconocida con el premio al mejor rosado de España por el Ministerio de Agricultura.
Fabian Richard, Maurice Granci, Joël Michollet y Antonio Conde viven en Lyon, Orleans, Montpellier y Ginebra y son profesionales en activo alguno y retirados otros. Comparten la pasión por los autos clásicos y tienen en común un Frégate con el que partieron el pasado sábado día 2 de sus lugares de origen para arrancar las cuatro etapas que les han traído a Valladolid. Con paradas en Tours, Burdeos, Hendaya y una visita a Burgos.
Creado por Renault para sacar a Francia de la depresión sufrida tras la II Guerra Mundial, el Frégate es una berlina de lujo fabricada entre 1951 y 1960. Mide 4,7 metros de largo, 1,7 de ancho y 1,5 de alto; va equipado con motor delantero y puede trasladar sin problema a seis personas a una velocidad de 130 kilómetros por hora.
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«Todo está yendo como la seda», comenta Conde, «los coches se están portando divinamente». Pese a su edad, los vehículos no necesitan mucho mantenimiento una vez realizada la inversión que requiere su restauración.
«Son duros de conducir, como nos gusta a los aficionados; sientes que eres tú el que maneja el coche»
Conde, alumno de la 13ª promoción de la Escuela de Aprendices de FASA allá por 1975 y que ahora trabaja como ingeniero en el CERN, la Organización Europea para la Investigación Nuclear con sede en Suiza, es el promotor de la iniciativa. Es hijo de un mecánico de Renault, conoce bien su historia (tiene también un R-8) y acercó a sus compañeros de viaje del Renault Frégate Club de France hasta el Centro I+D+i del fabricante en Valladolid, donde han visto de cerca «los medios de ensayo, bancos motor y bancos rodillos, así como los medios de nuevas tecnologías y las plataformas de integración electrónica con las que se trabaja», según explicaron desde Renault.
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La fábrica de Motores comenzó su actividad cuando el Frégate aún estaba en producción y ahora, desde las instalaciones vallisoletanas de I+D+i se abordan las adaptaciones a las normas europeas de los vehículos de combustión de Renault fabricados en España, así como para modelos Dacia y la gestión de la vida serie de todos los vehículos y componentes mecánicos de las fábricas. A la vez, los participantes en el circuito han comprobado cómo la llegada del Polo de Hibridación ha convertido al centro en un referente en tecnologías híbridas E-TECH de la marca del rombo.
El Frégate de Antonio hace 3.000 kilómetros todos los años y coge 120 en carretera sin problemas. Acostumbrado a conducir un moderno Volvo «que tiene piloto automático», este ingeniero es de la opinión que el clásico de Renault «te da la verdadera sensación del placer de la conducción». «Aquí no hay asistencias ni para frenar ni en la dirección, así que son coches duros de conducir: precisamente lo que le gusta a un aficionado. Sientes que tú manejas el coche», explica.
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