Vida de barrio
Vecinos y comerciantes en Delicias-Arco de Ladrillo: «Nos prometieron túneles y conexiones pero la situación no mejora»Esta histórica zona de Valladolid acogió la primera construcción ferroviaria de la ciudad, que surge en 1856, antes de que se tendieran las vías
Delicias es, sin duda alguna, uno de los barrios más llamativos de Valladolid. Su historia, ligada al ferrocarril, y su gran extensión y población, pues es más poblado junto con Parquesol, hacen que merezca ser dividido en dos partes para esta sección, con el objetivo de reflejar cada rincón con detalle. En esta ocasión, toca descubrir la zona ligada a Arco Ladrillo, que está situada frente a la moderna Ciudad de la Comunicación.
En lo que a historia se refiere, Delicias acogió la primera construcción ferroviaria de la ciudad, que surge en 1856, antes de que se tendieran las vías. Muchos, a día de hoy y teniendo en cuenta la catastrófica situación del viaducto, se preguntan por qué se levantó un arco tan monumental antes de las vías. Nadie lo tiene del todo claro, aunque se menciona que esto pudo ser un monumento que pretendía anunciar la llegada del ferrocarril.
Las Delicias nació, precisamente, al otro lado de las vías, en lo que antes eran tierras de labor. Aunque el asentamiento era inicialmente informal, con muchas casas molineras levantadas sobre fincas agrícolas, la demanda de vivienda empujada por el auge del tren atrajo a trabajadores del ferrocarril, e incluso a gente de las provincias cercanas que emigraba a la ciudad en busca de oportunidades. Y es que Delicias es, históricamente hablando, un barrio obrero, que ha estado siempre en constante crecimiento -con la excepción del periodo de posguerra-.
En cuanto a su nombre, la industria ferroviaria es la responsable de que el barrio se fundase como Delicias, pues sus vecinos así lo autoproclamaron a imitación del barrio homónimo en Madrid, igualmente integrado por trabajadores ligados a esta industria. Su transformación más profunda llegó en la década de los años 60, con la aceleración económica y la implantación de los talleres de FASA y de IVECO. Ayudó que, poco antes, en los 50, el Ayuntamiento abriese dos túneles que permitían a la población salvar la barrera del tren con seguridad. Y precisamente, de túneles hablaremos más adelante, aunque no para bien.
Hoy no nos adentraremos en el barrio, nos quedaros a sus afueras, en la zona que comprende Arco de Ladrillo. Allí se encuentran aún varios comercios locales, encargados de dar vida al barrio, uno de los pocos de la ciudad que parece aún sobrevivir a las grandes industrias, ya que sus vecinos sigue prefiriendo la cercanía y simpatía de los comerciantes de toda la vida que han visto crecer a una de las zonas más importantes de Valladolid.
A veces son las voces más cotidianas -las de quienes abren la persiana cada mañana, las de quienes juegan la partida en el bar con los de siempre o las de quienes vieron caer los viejos cuarteles- las que mejor cuentan la historia de un barrio. Delicias–Arco de Ladrillo, esa frontera difusa entre pasado obrero y futuro urbanístico, se explica a sí mismo a través de su gente. Y lo hace con una mezcla de orgullo, cansancio y esperanza.
«La transformación de los cuarteles y el empuje de Ciudad de la Comunicación han refrescado Delicias»
Vecina del barrio
Ascensión Carmona
Ascensión Carmona lleva ocho años con su tienda en esta zona de Valladolid. Cuenta su historia con humor y siempre con el objetivo de no ofender a nadie, pero admite que ella nació con el tópico de que Delicias «era el barrio malo de la ciudad, al que había que evitar ir». Sin embargo, orgullosa asegura que, desde que se instaló aquí, es muy feliz, ya que «somos como un pueblo, nos conocemos todos y nos tenemos mucho cariño».
En lo que a infraestructura se refiere, Ascensión está contenta con la evolución del barrio. La llegada de nuevas viviendas, la transformación de los cuarteles y el empuje de Ciudad de la Comunicación «han refrescado Delicias» pues era una zona que «se estaba quedando muy vieja». Con la llegada de nuevos vecinos, esta simpática vecina celebra que «hay mucha gente emigrante que nos trata super bien, son trabajadores y han dado vida al barrio», una frase que no es solo un elogio, sino también una fotografía del barrio real.
«Aquí estamos aislados, se debe mejorar la comunicación con el resto de la ciudad y el puente está siempre en obras y muy viejo»
María Luz Martínez
Vecina del barrio
A escasos metros del viaducto de Arco Ladrillo vive María Luz Martínez, vecina que llegó a la zona hace cuatro años. Si bien es feliz en su nuevo hogar, no tiene dudas en reivindicar aspectos que deben mejorarse «lo antes posible». Hace referencia a la integración y al rosario de túneles para coser ambos lados de la vía. «Aquí estamos aislados, se debe mejorar la comunicación con el resto de la ciudad y el puente está siempre en obras y muy viejo» dice apenada por una situación que muchos vallisoletanos comparten y que se ha convertido en una de las peores pesadillas para la capital del Pisuerga. A ello le suma que, en su día, «se habló de construir nuevos túneles pero la situación no mejora».
Y no es un capricho, es una necesidad real para un lugar que está absorbiendo nuevos vecinos sin que las infraestructuras acompañen. El barrio crece, pero un barrio sin accesos es un barrio sin respiración.
Ella nos recomienda cruzar la calle y visitar algunos de los comercios y bares emblemáticos del barrio. En una pequeña esquina junto a la bajada del puente se encuentra el bar Yoby, que lo regenta Félix Martínez, un veterano hostelero que también ha pasado por la construcción. Otra cosa no, pero de trabajar día y noche en los barrios de Valladolid sabe un rato. «Yo llegué en plena crisis en el año 2009, esto era un desastre porque también hubo un claro envejecimiento de la clientela, fue un comienzo muy difícil» comenta mientras sirve cafés a unos clientes que juegan una entretenida partida de mus.
«Aquí hay miles de personas viviendo y no conocen el bar porque es una zona muy apartada»
Félix Martínez
Bar Yoby
Habla del barrio como quien conoce cada grieta del suelo. De los jugadores de mus, de aquellos clientes que llenaban mesas y que ahora se han ido marchando, «porque ya pasan de los ochenta», o de los obreros que sostienen con su menú diario el negocio. Y por supuesto, también denuncia esa sensación de invisibilidad que se respira. «Aquí hay miles de personas viviendo y no conocen el bar porque es una zona muy apartada» lamenta.
Delicias–Arco de Ladrillo es hoy un territorio en disputa entre lo viejo que resiste, lo nuevo que avanza y lo que aún está por hacer. Su gente pide cosas simples. Accesos, igualdad entre zonas separadas solo por dos calles, obras que además de pisos hagan barrio y lo más importante, que la vida comunitaria no desaparezca, que los nuevos vecinos lleguen con ganas de quedarse en una zona histórica de la ciudad.
La próxima semana...
Nos acercamos de lleno en el barrio de Delicias para conocer las reivindicaciones de sus vecinos y comerciantes.
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