

Valladolid conserva el recuerdo de la primera medalla de oro olímpica por equipos de España
La Academia de Caballería, donde se formaron los jinetes, expone fotografías y réplicas de la proeza deportiva, lograda en hípica
«Querido papa: ayer, como sabrás por los periódicos, ganamos la olimpiada». La tinta negra (algunas palabras subrayadas y un tachón) recorre las dos ... hojas de papel timbrado que exhibe el Museo de la Academia de Caballería.
Es una copia de la misiva que el 13 de agosto de 1928, lleno de orgullo y emoción, escribió desde el hotel Larenberg –en los Países Bajos– el joven capitán y jinete madrileño José Navarro Morenés, integrante del conjunto de hípica que consiguió, en los Juegos Olímpicos de Amsterdam, la primera medalla de oro por equipos del olimpismo español.
Y Valladolid fue clave en la proeza, ya que aquí, en la Academia de Caballería, se formaron los jinetes –los tres con grado de capitán– que formaron parte de la escuadra ganadora: Navarro Morenés (con el caballo 'Zapatazo'), García Fernández (con 'Revistada')y Álvarez de Bohórquez, marqués de los Trujillos (con 'Zalamero')
Lo recuerda el subteniente Sánchez Redondo, mientras pasea su mirada por los fondos del Museo de Caballería que evocan aquella gesta. En el guadarnés –la antigua sala de montura– y entre herraduras y correajes históricos, se exponen fotografías y documentos sobre aquel momento histórico del olimpismo español. Entre otros, en un marco, esa misiva del capitán Navarro Morenés.
El membrete de la carta es del hotel Larenberg, donde estuvo hospedado el equipo, un establecimiento ubicado en el centro de la región de Gooi, «en las inmediaciones de Den Bosh y Hedel, con buenas conexiones por autobús y tranvía a vapor, habitaciones con luz eléctrica y agua corriente, tanto fría como caliente». Allí, el flamante medallista, contaba cómo después de la segunda vuelta «sin falta», se escuchó en la pista «una ovación como no se ha llevado Belmonte, pues el estadio estaba completamente lleno».
La crónica publicada aquellos días en las páginas deportivas de El Norte de Castilla relata que la proeza olímpica se logró ante 40.000 espectadores, después de superar una prueba «muy dura». El equipo español realizó «una espléndida carrera» que aupó a los jinetes a lo más alto del podio. Consiguió un título que hasta ese momento estaba en manos de Polonia, que había llegado a la cita con el aura de campeona y con «mejores caballos».



«Compensando a España de su hasta entonces desafortunada actuación en la Olimpiada –a excepción de los tiradores– consiguieron el honor de que por vez primera fuera izado en lo alto del mástil olímpico el estandarte español, a los acordes de la Marcha Real y en medio de una ovación estruendosa tributada a los ginetes (sic) españoles». Terminaron la competición con cuatro faltas. La medalla de plata fue para Polonia (ocho faltas) y la de bronce viajó a Suecia (diez). Las siguientes posiciones fueron para Italia, Portugal, Alemania y Suiza. Navarro se quedó además a las puertas del bronce (ocupó la cuarta posición)en la clasificación individual, encabezada por el checo Ventura.
La imposición de medallas tuvo lugar en el palco, donde los ganadores fueron recibidos por el presidente del Comité Olímpico Internacional, el conde de Baillet-Latour, junto con la reina Guillermina, la princesa Juliana y otros miembros de familias reales europeas y del cuerpo diplomático.
Una réplica oficial de esta medalla puede verse en la Academia de Caballería. La reproducción fue fabricada en los años 80 por el Consejo Superior de Deportes puesto que dos de las tres originales se perdieron durante la Guerra Civil Española. Únicamente Navarro Morenés logró conservar la suya (que sirvió de modelo para las reproducciones).

La que puede verse en Valladolid fue donada por el coronel de Caballería Ángel Somalo Paricio, quien, aunque no compitió en la prueba, formaba parte del equipo –encabezado por el teniente coronel Sánchez Mesas García– que viajó a Amsterdam. Navarro, quien despidió la misiva a su padre con un «ya te escribiré más despacio, te abraza fuerte tu hijo», festejó su oro dándose un pequeño capricho: se hizo un esmóquin en una de las mejores sastrerías de Bruselas.
El regreso a España de los medallistas pasó casi desapercibido. Ningún representante del Gobierno fue a recibirlos a su llegada a Hendaya (tal vez porque a los despachos llegó tarde el telegrama que informaba de la victoria). El caso es que allí, a pie de vía, solo estaba el padre de Trujillos, con una botella de champán en una mano y una caja de puros en la otra. Sí que hubo una recepción posterior en Madrid, en el hotel Ritz, con el rey Alfonso XIII(quien elogió el arma de Caballería), el general Primo de Rivera y varias autoridades civiles y militares.

Cómo visitar el museo de la Academia de Caballería
La Academia de Caballería organiza visitas guiadas en español de unas dos horas de duración. El Ayuntamiento de Valladolid recuerda que hay dos opciones de visita. Grupos de más de 10 personas: de lunes a viernes en horario de mañana con previa reserva en la web oficial de la Academia. Grupos de menos de 10 personas: reservando las visitas que organiza la oficina de Turismo de Valladolid los viernes a las 11:00 horas. El precio en este caso es de 1 euro.
La ciudad de Valladolid sacó pecho por la hazaña, como recuerda un artículo publicado el 15 de agosto de 1928 en El Norte. «Para Valladolid, cuna del arma de Caballería, de cuya academia salieron los hoy campeones olímpicos, y de tantos bravos ginetes, esta noticia tan grata tiene especial interés». Aquí, en Valladolid, Álvarez de Bohórquez aprendió de Federico García Balmori, maestro de equitación que introdujo en España el estilo italiano. Y coincidió con JulioGarcía Fernández y con José Navarro Morenés, para formar equipo y comenzar a competir juntos.
Navarro Morenés ya había participado en París 1924 y repitió en Londres 1948, ya como teniente coronel, donde logró plata en la competición de saltos celebrada en Wembley. Fue el primer medallista español por partida doble. Yla suya de 1928, la primera por equipos. En París 1900, José de Amézola y Francisco Villota lograron medalla de oro en pelota vasca en cesta punta por parejas.
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