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Óscar Puente, alcalde de Valladolid, y Antonio Silván, alcalde de León, posan con las bufandas del Real Valladolid y de La Cultural Leonesa en noviembre de 2017. Ramón Gómez
Pucela ens roba

Pucela ens roba

El óxido de los días ·

«El alcalde de Valladolid tiene la obligación de defender a Valladolid y se le podrán criticar muchas cosas, pero no que cumpla aquello para lo que ha sido elegido»

josé f. peláez

Martes, 29 de enero 2019, 08:43

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Ayer, el Ayuntamiento de León reprobaba a Puente por solicitar mas inversión para su ciudad.La iniciativa tachó las declaraciones en las que el alcalde solicitaba una apuesta por Valladolid de «escandalosas y de extrema gravedad». Adviértase que la gravedad de la que estamos hablando no es una gravedad normal, una cosa así tirando a media-alta, no; las declaraciones son, en su opinión, de tal calibre que «no deben quedar impunes», es decir, que estamos en los límites de la gravedad extrema, en la frontera del escándalo, en la antesala misma de la lesa humanidad. Unos latigazos en el Húmedo, una lapidación en el Convento de San Marcos, no sé exactamente lo que tienen en mente, pero desde luego, está claro que esto debe ser castigado, faltaría más. ¿A quién se le ocurre pedir apoyo para la ciudad que rige? ¿Qué mente enferma puede solicitar una apuesta decidida por el ayuntamiento del cual es alcalde?

Me parece terrible. Uno empieza diciendo que su ciudad es «un polo con mucho potencial en el cual se debería apostar por su ubicación y su industria» y vaya usted a saber cómo acaba, qué se yo, esclavizando maragatos, sometiendo el Páramo, reduciendo Babia a cenizas que formen el escudo de Pucela o incluso peor aún: dejando un halo de leísmo en la calle Ordoño. Puente debe dimitir o hacer unas declaraciones en las que exija a la muy pepera, centralista y pucelana Junta que priorice las inversiones en León frente a las de Valladolid. Luego, poner en marcha una ILP para llevar FASA a Valderas y, por último, emprender una fiesta de exaltación del botillo. Lo de cambiar al Conde Ansúrez por Bermudo III, por descontado.

«Unos latigazos en el Húmedo, una lapidación en el Convento de San Marcos, no sé exactamente lo que tienen en mente, pero desde luego, está claro que esto debe ser castigado, faltaría más»

Sus compañeros de partido no se quedan atrás y piden explicaciones –incluso su cabeza– a Tudanca, que no sabe dónde meterse. Es sabido que las dos únicas exigencias para presidir la Junta son no ser vallisoletano y no defender a esta provincia en ningún caso. El populismo victimista da votos y luego llega Rodiezmo.

Pongámonos serios. El alcalde de Valladolid tiene la obligación de defender a Valladolid y se le podrán criticar muchas cosas, pero no que cumpla aquello para lo que ha sido elegido. Puente es certero al diagnosticar que todo pasa por emplear «bien» los escasos recursos para retener población en lugar de dedicarse «a dispersar esfuerzos que no tienen ninguna rentabilidad». En este punto, estratégicamente tiene tanta razón que no parece socialista, y es que frenar la sangría de población en Castilla y León pasa por que Valladolid crezca como satélite de Madrid y cree empleo que atraiga población del resto de provincias, de modo que los jóvenes se queden en la comunidad. Pero me temo que desde León el empleo joven importa poco. Siguen ensimismados en la pataleta ridícula del 'Pucela ens roba' y en el pensamiento miserable de preferir el hundimiento de todos al auge de Valladolid. Pues vale. Propongo entonces llevar a Puente y a Silván a Hospital de Órbigo y recrear el Passo Honroso en una justa medieval. Si gana Puente, nos independizamos, dejando un enorme agujero en el centro de la comunidad. Seremos el nuevo Vaticano. Aunque, bien pensado, tampoco merecíamos menos.

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