La urbanización de Traspinedo hacia la que todo el mundo miró
Pago de Villaslongas se localiza entre la N-122 y el canal del Duero y está formada en su mayoría por segundas viviendas
«Por aquí rara es la vez que encuentras a alguien; yo paso a menudo con la bici y casi nunca me cruzo con nadie», advertía el viernes 29 de enero por la mañana –el reloj marcaba las diez y veinte y el termómetro rozaba los cuatro grados– un ciclista de maillot anaranjado y casco oscuro, parapetado tras unas gafas oscuras, mientras pedaleaba por la urbanización hacia la que media España mira desde hace varias semanas: Pago de Villaslongas.
Muy cerca de allí, a los pies de la Nacional 122, se perdió el rastro de Esther López, la joven de Traspinedo desaparecida desde 17 días antes. Desde entonces, la urbanización ha estado en el punto de mira mediático y de búsqueda. Primero, porque la última pista que se tenía de ella hasta la aparición de su cuerpo este sábado 5 de febrero la situaba en los alrededores del restaurante de carretera La Maña, que está justo delante de la amalgama de viviendas que la conforman.
«En verano hay más vida, pero en invierno son pocas las personas que viven allí», afirma el alcalde de Traspinedo
Y segundo, porque la vivienda de la única persona que fue detenida provisionalmente por los hechos –fue puesto en libertad provisional tras cinco días– se localiza en una de sus calles.
Pero, ¿cómo es Pago de Villaslongas? Está enclavada en pleno pinar, entre la Nacional y el canal del Duero, y sus viviendas se levantaron hace al menos cuarenta años. Lo estima el alcalde de la localidad vallisoletana, Javier Fernández, que también asegura que su crecimiento lleva «años» estancado. «Ha ido creciendo, pero no en los últimos años. Ahí ya no se construye más, si alguien quiere tener allí una parcela, compra algún terreno en venta», afirma.
Noticia Relacionada
Todas las informaciones, vídeos e imágenes de la búsqueda de Esther López
Sin alumbrado en las calles
Opinaba otro hombre, que a media mañana miraba hacia el corazón de las viviendas desde el aparcamiento del citado restaurante, que Pago de Villaslongas era «tranquila». Sin sobresaltos. Sus más de cien parcelas, todas verjadas, que impiden por norma general ver su interior (ya sea mediante arbustos, chapas o muros de cemento), se reparten por tres calles principales –caminos sin asfaltar– paralelas. Asimismo, cabe destacar que el único alumbrado que ilumina las zonas públicas cuando cae la noche son pequeños focos colocados por los dueños de la parcela en cuestión.
La mayoría de chalés, con fachadas decoloradas, están con las persianas bajadas y los candados echados. La respuesta a esta situación la proporciona el regidor: es una urbanización de segundas residencias. «Es una zona de veraneo y algunas casas están abandonadas y deshabitadas, de ahí que no tengamos contabilizadas las personas que pueden vivir allí. En verano hay vida, pero en invierno viven pocas personas», subraya. A todo ello, además, hay que sumar dos bodegas.
Ahora, tras la aparición del cadáver de Esther López en la carretera de acceso a Traspinedo, el foco se abre a la vez que el número de incógnitas de lo sucedido con esta joven de Traspinedo.