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Los vecinos de Torre de Esgueva son el claro ejemplo de que cuando el arraigo por la tierra y las ganas de aportar se unen, no hay proyecto demasiado grande. Movidos por el deseo de preservar y revitalizar su pueblo, en 2015, decidieron formar una asociación cultural con la que proteger su historia, patrimonio y tradiciones, además de ofrecer a sus paisanos y visitantes nuevas formas de disfrutar de su entorno. Y es que, a pesar de ser pocos, lo compensan con su ilusión. Así formaron la asociación 'Torresgueva'.
Han sido muchas las iniciativas puestas en marcha durante estos nueve años, como la restauración de las piedras del antiguo viacrucis, murales, talleres de manualidades y decoración, pero sin duda, su logro más importante es el diseño, desarrollo y mantenimiento de cinco rutas senderistas que recorren los alrededores del término municipal de esta localidad de Valladolid. Lo más admirable de este proyecto es que, a diferencia de iniciativas similares en otros lugares, estos vecinos no han contado con ayudas ni subvenciones. Cada metro de sendero, cada señal y cada cuneta desbrozada, es todo obra suya.
La idea de las rutas senderistas nació durante una de las tantas conversaciones en la plaza del pueblo, donde vecinos de todas las edades se reúnen a intercambiar ideas. «Torre de Esgueva tiene mucho que ofrecer, no solo a los que vivimos aquí, sino a cualquiera que quiera descubrirlo», comenta Inma Gómez, tesorera de la asociación. «Pensamos que crear varias rutas senderistas permitiría tanto a los visitantes como a nosotros mismos conectar con la naturaleza y apreciar la belleza que nos rodea. Los mayores del pueblo nos hablaban de los nombres de algunos pagos, cuestas, caminos y algunos ni nos sonaban. Así que nos pusimos manos a la obra para conocer y dar a conocer nuestro entorno», añade Toñi de la Cal, otra de las impulsoras del proyecto.
La falta de recursos no fue ningún obstáculo. Lo suplieron con mucho ingenio. «Sabíamos que no contaríamos con ayudas económicas, pero no nos desanimamos. Nos pusimos manos a la obra, literalmente. Empezamos a recorrer todos los caminos a diario, y preguntábamos a los pastores y agricultores para ver qué senderos se podían recorrer, cómo y con qué los íbamos a señalizar y mientras lo hacíamos, descubrimos rincones que eran totalmente desconocidos para muchos de nosotros y eso que somos de aquí de toda la vida», comenta Inma.
Han sido muchos meses de trabajo, en los que estos vecinos de Torre de Esgueva se han organizado muy bien. Mientras unos se encargaban de desbrozar los caminos con tractores y otras herramientas, otros marcaban los senderos y el resto diseñaba los mapas y señalizaciones. «El esfuerzo ha merecido la pena», apunta Reyes Bombín, presidenta de esta entidad sin ánimo de lucro. «Es emocionante ver a alguien transitar por un sendero que antes estaba cubierto de maleza, y saber que ese paso es posible gracias a un trabajo en equipo por parte de los vecinos», prosigue.
Las cinco rutas senderistas que han creado cubren prácticamente todo el término municipal: desde campos de cereal hasta monte y arroyos escondidos. Hay rutas que van desde los 3 kilómetros hasta los 15 y todas tienen como punto de partida la Plaza Mayor del pueblo. «Hemos intentado que cada ruta cuente una historia, que cada sendero tenga algo interesante que mostrar. En el pago de La Perantona hemos hecho un mirador, para el cual construimos un banco que tuvimos que llevar con un tractor cuando se acababan de segar las tierras y en otros lugares que también tenían buenas vistas hemos instalado merenderos que hemos fabricado con tablones viejos», comentan estas torrañas.
Estas rutas no solo han mejorado el turismo en la zona, sino que también han fortalecido el vínculo vecinal. Lo que comenzó como una idea sencilla se ha materializado en un gran proyecto en el que se han interesado otros pueblos de la comarca. «Estamos muy orgullosos. Hemos hecho un tríptico con un mapa para que nadie se pierda y en él hemos marcado los puntos de interés más importantes como los chozos, los corrales pastoriles o los miradores. Las rutas son preciosas y todo el que venga las va a disfrutar. Con vecinos de todo el Valle Esgueva estamos pensando en la posibilidad de hacer un camino común que nos una a todos y que atraviese todos los pueblos», indican.
El único apoyo que han tenido es el de la actual corporación municipal que les ha financiado la impresión de la cartelería. «Todo el trabajo se ha hecho de forma altruista. Hemos estado muy entretenidos, porque nos encanta hacer cosas por nuestro pueblo. Es una satisfacción muy grande saber que esto quedará para las futuras generaciones», dicen.
El próximo desafío para la asociación cultural será mantener estas rutas y, tal vez, añadir alguna más. «Quisimos homologar una de las rutas, hicimos todo el papeleo, que fue mucho, y al final nos lo denegaron. Las rutas están ahí para el que quiera hacerlas. Están perfectamente señalizadas y cada vez que alguien recorre uno de nuestros senderos, sentimos que nuestro trabajo tiene sentido. Aunque en nuestro pueblo somos pocos, nuestro amor por él es enorme y este proyecto es la prueba de ello», concluyen Toñi, Inma y Reyes con una sonrisa de orgullo.
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