La recaudación de las colectas de las iglesias cae el 50%
La reducción de aforos en los templos y el temor de los fieles a acudir a los oficios religiosos disminuye los ingresos en las parroquias, aunque han aumentado los donativos
Sofía Fernández
Martes, 3 de noviembre 2020, 07:11
Con los templos cerrados durante casi dos meses a raíz del confinamiento, las restricciones de aforo con un máximo de 25 personas en las celebraciones y con el miedo al contagio presente en muchos feligreses de avanzada edad –mayoritarios en muchas de las 22.997 parroquias españolas–, la situación económica de la Iglesia plantea un nuevo reto, el de sufragar los gastos de cada parroquia. El sueldo del sacerdote, el mantenimiento de los espacios litúrgicos o las facturas de luz y calefacción dependen en buena medida de las aportaciones que hacen los fieles en cada parroquia.
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Por si fuera poco, la celebración de bodas, bautizos y comuniones ha caído en picado y a los funerales asiste un reducido número de personas para mostrar sus últimos respetos. Con todas estas medidas, las colectas que se llevaban a cabo durante el ofertorio se han visto duramente trastocadas. En muchos templos no se pasa el cestillo, sino que se sitúa a la entrada de las iglesias, con el consiguiente descenso de las limosnas. Es una realidad, los cepillos se han vaciado y pese a que las velas de los lampadarios no acaban de iluminarse en muchas de las Iglesias de la capital yla provincia, los sacerdotes de las 305 parroquias que comprende actualmente la Archidiócesis de Valladolid no pierden la fe de que esta situación vaya mejorando conforme pase el tiempo.
«Es cierto que cada parroquia tiene una situación y necesidad. Hay que diferenciar la capital (barrios y centro) y los pueblos. Mucha gente no asiste por miedo, hecho que se acentúa en la provincia donde muchos fieles ven misa por televisión. El balance anual de ingresos de este año será de casi un 50% menos comparado con el anterior, aunque se está notando el aumento de donaciones directas y 'on-line' en las parroquias. También hemos notado a nivel general que aquellos que asisten de forma presencial a la eucaristía donan más de lo que lo hacían antes. Saben que su dinero se destinará también a labores sociales que tanta falta hacen en estos momentos. Ahora mismo apostar por los donativos a la Iglesia es apostar por ayudar a los demás», explica el ecónomo de la Archidiócesis de Valladolid, José María Conde. Y es que, mientras se reducen de forma drástica las colectas del cepillo aumenta de forma exponencial la cantidad de personas que necesitan de los servicios de ayuda que ofrecen las Cáritas parroquiales.
Desde Adalia hasta Zorita de la Loma, los curas de las 253 parroquias de la provincia coinciden en el reto que supone esta nueva y difícil situación, y lo mismo sucede con los 52 templos ubicados en la capital vallisoletana. Aunque la mayoría de los sacerdotes afirma que de momento la situación «se sostiene», pese a la notable pérdida de ingresos más que de pesimismo hablan de cautela ante esta nueva situación.
«Todos los meses las parroquias dan un dinero al Arzobispado para tener ingresos comunes que se dedican a multitud de funciones. Para desahogar a esas parroquias de determinados barrios o pueblos que peor lo están pasando hemos eliminado durante un tiempo esa caja de compensación, porque por muy pequeña que sea su aportación puede suponer la diferencia de poder hacer frente o no a sus gastos generales», explica Conde.
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La celebración de bodas, bautizos y comuniones han caído en picado y a los funerales solo asiste un reducido número de personas
Por su parte, Javier Carlos Gómez, párroco de San Miguel y San Nicolás de Bari (una de las cinco parroquias más antiguas de Valladolid, que gracias a sus famosas caminatas acogía cada lunes a más de 3.000 fieles) confirma que «en cuestión de colectas y lampadarios la recaudación ha bajado más del 30%, pero los donativos han subido. Esto quiere decir que las personas que han vuelto se han dado cuenta de cómo estaba la situación de las parroquias y en un gesto de sensibilidad han aportado su granito de arena. Según van pasando los domingos va viniendo más gente que, aunque sabe que las cosas están mal, sabe también que hay que tratar de hacer vida normal».
En la forma de hacer llegar ese dinero –que irá destinado a cubrir gastos básicos de mantenimiento y a labores sociales como son las ayudas a las familias o la entrega de alimentos– conviven el tradicional sobre en mano entregado en la propia Eucaristía con el sistema de donativos online a través de Cáritas, aplicaciones como Bizum, o del cepillo virtual mediante el portal www.donoamiiglesia.es donde se puede aportar desde casa la cantidad deseada a cualquiera de las parroquias de toda España.
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Ante la nueva situación surgida por la expansión del coronavirus, la aspiración de la Iglesia es que los donativos no dependan de si las personas acuden o no a misa y que comprendan que los gastos de gestión de cada parroquia dependen en gran medida de las colectas que se realizan. Aunque la afluencia varía según golpee la covid por zonas, como explica el párroco de Medina de Rioseco, Juan Carlos Fraile. «El pasado fin de semana la asistencia fue mínima pese a que se dieron cuatro misas. La situación actual es muy complicada y lo seguirá siendo hasta que no haya algo de claridad. Los donativos suponen una cantidad muy importante de los ingresos que recibimos para sufragar gastos como mantenimiento de patrimonio y los arreglos necesarios de cada templo». Fraile, al igual que el resto de sacerdotes de la provincia, trata con resignación esta nueva realidad que ha mermado de forma drástica la presencia de fieles en sus templos vaciando el cepillo que hasta hace meses sufragaba parte de los gastos mínimos de cada parroquia. Aunque confían en que «la solidaridad sea la clave que ayude al mantenimiento de la gestión de sus iglesias y la labor social que estas llevan a cabo por los demás».
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