Peñafiel despide una concentración de charangas más multitudinaria que la anterior

«Ojalá no acabase nunca», decía una joven a sus amigas en referencia a la concentración de charangas de Peñafiel, que este domingo despidió su vigésimo primera edición como empezó: con centenares de personas abarrotando el centro de la localidad vallisoletana para disfrutar de las tres agrupaciones musicales que amenizaron el 'correbares'.

En esta ocasión, la iniciativa estuvo marcada por dos factores. Uno, habitual: la alta participación; y otro que no lo es tanto: la lluvia, que de forma puntual hizo acto de presencia durante el sábado. Aún así, ni las precipitaciones aguaron la fiesta, que no cesó en ningún momento.

La despedida también siguió los patrones de otros años: fue apoteósica, una gran fiesta de la música en la calle. Se cumplió la tradición y a las 15:30 horas confluyeron en la plaza de España las tres charangas que amenizaron un concurrido 'correbares' a la hora del vermú. A esa hora se hermanaban en la céntrica plaza y, ante la multitud que todavía aguantaba el tirón, se despidieron hasta el año que viene interpretando como un sola agrupación El Chúndara, todo un emblema musical en el municipio que replica la partitura del pasodoble La Entrada, del compositor alicantino Quintín Esquembre. Los allí presentes echaron el resto y corearon y bailaron al son de la música para despedir una «exitosa» concentración de charangas 'Villa de Peñafiel'.

Desde la organización tildaron de «positiva» la edición de este año. «Por lo que hemos visto desde fuera, creo que nadie se puede quejar. Unos pueden haber trabajado más o menos, o tenido más o menos, pero creemos que la tónica general es que ha habido algo más que el año pasado», afirmaron. En 2023 se retomó la concentración después de la pandemia. El retorno se hizo con un nuevo formato, con las charangas actuando en escenarios distribuidos por el centro de la localidad.

Asimismo, destacaron la influencia que tuvo la climatología, las previsiones de lluvia para el fin de semana, una situación que «ha podido restar gente que a lo mejor iba a pasar todo el día». «Las informaciones meteorológicas de Internet todo lo que daban era agua para el fin de semana, pero al final han sido solo dos ratos en los que hubo que parar, uno más largo y otro más corto, pero, en definitiva, todo ha ido bien», continuaron.

Todo ello motivó que algunos asistentes adelantaran el regreso a casa. Pasaron el día en Peñafiel y, según llegaba la noche, tras la lluvia que cayó en uno momento álgido de la concentración, decidieron volver a su lugar de procedencia. Se trataba de personas llegadas de lugares cercanos, ya que los que procedían desde más lejos tenían alojamiento reservado. Otro de los factores a los que hicieron referencia fue el hecho de que no se registraran incidentes de calado. La fiesta se desarrolló «sin altercados, ni incidencias, ni problemas». «Los chavales se han divertido y creemos que el resto de la gente también», aseveraron fuentes de la organización, que hicieron hincapié en el «buen rollo que año tras año se mantiene vivo» en la iniciativa. «No sabemos si es el espíritu o el alma del charanguero, el caso es que llevamos veintiuna ediciones sin incidencias reseñables», subrayaron.

Ahora lo que toca, además de tomarse un respiro para tomar impulso de cara a la edición del 2025, es hacer números y comprobar la repercusión económica de este evento en el pueblo. Los sectores donde más repercute, de forma directa, son la hostelería, hotelería y hospedaje, así como restauración y superficies de alimentación. «Esta semana habrá que hacer balance, qué ideas nos aportan para lo que podamos mejorar; hay gente que trabaja más y otros menos, pero en general creemos que ha ido bien», concluyeron.

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