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Los peñistas lanzan agua tras el chupinazo inicial en Peñafiel. Alberto Mingueza

Provincia

Pañuelos rojos, calor, toros y charangas marcan el inicio de las Fiestas de Peñafiel

La subasta de vistas de la plaza del Coso reparte balcones entre vecinos y forasteros con precios de 775 a 1.800 euros

Lucía San José

Valladolid

Jueves, 14 de agosto 2025, 23:09

«No hay ni una hora de descanso», destaca el encargado de lanzar el cohete de apertura de Fiestas de Peñafiel, Javier Margüello. El estallido ... resonó a las 12:00 horas desde el balcón del Ayuntamiento en la plaza abarrotada de peñistas, casi todos con su pañuelo rojo en el cuello y uniforme cómodo y fresco para disfrutar de un programa repleto de actividades: taurinas, nocturnas y artísticas. Seguido, salió el desfile de gigantes y cabezudos y, una hora después, la tradicional subasta de vistas de la plaza del Coso, donde los balcones se convierten en los puntos privilegiados para presenciar los encierros y capeas durante estos cinco días de San Roque.

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El protagonista, también llamado «Pitirri», visiblemente emocionado y acompañado de tres de sus sobrinos y su hijo Mateo, invitó a «disfrutar de las fiestas». Reconoce que al principio, cuando el concejal de Festejos, Javier Bernabé, le propuso esa misión sintió respeto y dudas, pero acabó aceptando. Tras el discurso, encendió la mecha del cohete y el agua y los aplausos cubrieron la plaza de España, que concentró el ambiente durante toda la mañana.

Leonardo Velasco, un vecino de Peñafiel, pujaba por una de las vistas. Alberto Mingueza

Más tarde, llegó uno de los momentos más tensos para los peñafielenses: la subasta de las vistas de las casas número 2, 31 y 32. A las 13:00 horas, mientras el calor se acumulada, cerca de medio centenar de residentes y forasteros se reunían en el Salón de Plenos del Ayuntamiento para conseguir un balcón de la plaza del Coso, donde se ubica el ruedo portátil.

Las reglas son claras: comenzar en 600 euros y subir de 25 en 25. Si alguna quedase libre saldría por 700 euros al primero en solicitarla, pero no fue el caso. Todas ocupadas, la más barata por 775 euros y la más cara a 1.800 euros.

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«700, 750, 900, 1.000, 1.200, 1.300, 1350», alzaron la voz los interesados, que durante más de una hora lanzaban precios al aire con los nervios de llevarse una vista al menor coste posible.

«Es muy bonito ver a los niños colgar los pies por los barrotes», destacó la vecina, Chelo Martín, que volvió a asegurarse el número 2 de la casa 2. «Desde ahí lo veo todo muy cerca y además yo nací en la plaza así que le tengo un cariño especial», explicó. Su truco para mantenerlo año tras año es que muchos vecinos le hacen el favor de no pujar por él, aunque si hace falta incrementa la oferta. Este año consiguió su objetivo por la cantidad más baja de la jornada.

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La mayoría de las 16 vistas disponibles se movieron entre 1.300 y 1.600, pero no todos salieron con premio. El comprador habitual, Leonardo Velasco, lamentó quedarse sin sitio debido a la escalada de precios. «Te da pena, pero no se puede pagar tanto», admitió. Recordó que antes las pujas eran más moderadas y que este año algunos saltaron de 100 en 100 euros. «Antes incluso las más caras estaban en 1.700, y otras veces pagabas 625 o 725 euros», afirmó.

«Aquí los toros gustan a todo el pueblo, jóvenes y adultos», apuntó el residente Fernando Izquierdo, mientras contaba las personas que había en la sala y las vistas libres. Además, explicó que las casas 31 y 32 son especialmente caras porque tienen salida tanto al Coso como a la calle trasera, lo que permite «ver a los toros cuando se salen».

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La subasta reúne cada año a casi las mismas caras, salvo cuando llegan forasteros, algo que, según Izquierdo, puede alterar el desarrollo. «Aquí lo malo es cuando viene gente de fuera», aseguró. Tras adjudicar una vista, el proceso es rápido: firmar, pagar en otra planta y cuidar el establecimiento.

La propietaria de las viviendas turísticas La Casa del Coso, Elena Arranz, durante el año alquila el alojamiento, pero en fiestas desmonta parte de la fachada interior para colocar gradas en los balcones. «Este es el cabecero de la cama», señaló, pero ahora ese espacio está ocupado por gradas con espacio para «más de nueve personas».

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La gerente explicó que normalmente los balcones se ocupan por las mismas familias de un año para otro, aunque a veces se liberan por fallecimientos o cambios en las costumbres. Por ejemplo, este año tenemos dos libres», señaló.

La particular historia de las vistas en Peñafiel, según Arranz, proviene del «derecho tradicional de mirar desde las ventanas» durante los festejos. A veces las casas y los balcones tienen propietarios distintos y en algunos casos se han visto escrituras que acreditan «solo dos barrotes de un balcón».

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Con esta peculiar tradición, temperaturas altas y cientos de personas, el día inaugural de Peñafiel augura unas Fiestas de San Roque «con mucha afluencia», anticipa el concejal de Festejos, ya que coincide con fin de semana.

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