

«Ahora estaríamos preparando la hoguera»: recuerdos de los motoclubs en un año sin Pingüinos
Participantes asiduos en la concentración destacan la importancia de la cita motera y confían en que se recupere la acampada en 2022
Le pasó a José Pedro González hace quince años («tal vez fueran 16»). «Estaba haciendo la Transpirenaica», cuenta. Ochocientos kilómetros. De mar a mar. De ... Cantábrico a Mediterráneo. «Paré en Andorra a mirar ropa, equipación para la moto». En la conversación cotidiana mientras pagaba, el dependiente preguntó: «¿De dónde sois?». «Le dije que de Valladolid y el me contestó: 'hombre, de donde Pingüinos'». Y esto, dice José Pedro, del motoclub Tintorro Peleón (con sede en el bar Cenachero, calle Rastrojo) es muestra de lo que la cita motera supone para Valladolid. «Es marca de ciudad. Fuera, en muchos ámbitos, en muchos países, se nos conoce por Pingüinos», cuenta uno de los asiduos a la concentración invernal más importante de Europa.
Como José Pedro, cientos de apasionados de las motos, decenas de motoclubes, viven este fin de semana con la nostalgia de lo que pudo ser. El coronavirus ha obligado a suspender la edición número 39 de Pingüinos. En su lugar, hay actos alternativos (exposiciones, un mercado en Recoletos, este sábado exhibiciones de 'stunt' en el Real de la Feria), pero la esencia pingüinera, el encuentro en torno a una hoguera, el asfalto compartido, tendrá que esperar.
«Es una catástrofe», dice Francisco Molina, presidente de Goldwing España, uno de los colectivos más nutridos en su presencia en Pingüinos (y habitual en los premios que la organización entrega a los clubes con más asistencia). «Yo soy de Pingüinos desde 1988, desde que se hacía en Tordesillas. Solo había faltado un año, en 2009, por culpa de la nieve. Pero el resto, ahí he estado». Cientos de kilómetros desde Granada para asistir a uno de los mejores ejemplos «de vida motera».
«Para nuestra asociación es además una cita muy importante, porque aprovechamos para hacer allí la asamblea general de socios», con decenas de moteros llegados de todo el país que se reúnen en torno a las viandas del mesón Casa Pedro (en Herrera). «Lo mejor es el ambiente. al principio, con tienda de campaña. Ahora, nos alojamos siempre en un hotel de la Acera de Recoletos», cuenta Francisco, consciente de que la suspensión de este año ha debido provocar un fuerte impacto en la economía local.
El Ayuntamiento y la organización cifraron el año pasado en cuatro millones el impacto económico directo: hoteles, bares, restaurantes, gasolineras, talleres... En enero de 2020 fueron 33.922 inscritos. El alcalde, Óscar Puente, se muestra convencido de que este año se podrían haber alcanzado los 40.000. «A lo mejor la amenaza de nieve había afectado, pero Pingüinos siempre suma nuevos seguidores», afirma el regidor.
Un ejemplo es Miguel Queipo, del motoclub Rascacheiros, de Cangas de Narcea. «Un amigo me comentó que él iba a todos los años y que me podía animar, que podíamos ponernos en ruta casi como si fuera una aventura. Él, con su 'scooter'. Y yo, con la moto que tenía de crío, con la que me compré cuando tenía 15 años y que después de mucho tiempo restauré, una Aprilia Sr 50 del año 1995«. Primera etapa de Asturias a León. Segunda, después de hacer noche, hasta Valladolid. «El primer año nos quedamos en un albergue. El segundo, ya llevamos tienda de campaña, un toldo, una carpa, un grupo de asistencia, cañones de calor. Y ya dijimos que este año volveríamos. ¿Cómo no volver? Nos han recibido con los brazos abiertos. El año que viene, ahí de cabeza», dice Miguel.
También Michel 'Le Gazz' confía en regresar a Pingüinos el próximo año. Sería su octava visita a Pingüinos. La de 2020 la hizo junto a cinco amigos del motoclub francés Mobeurs Plein Pau. Llegaron a Valladolid después de cubrir 548 kilómetros con ciclomotores de 49 cc y paradas intermedias en Logroño o Burgos. «Pingüinos es una de las mejores experiencias de la vida. Y espero que la podamos retomar en 2022», asegura desde Francia.
Ese mismo deseo manifiesta Carlos Ureta, del motoclub Froilanes, uno de los más numerosos. Tiene su sede oficial en León, pero representantes «por todo el norte». El año pasado, congregó a 110 socios en Pingüinos. Entre ellos,. Carlos Ureta, un clásico en la cita «desde 1978». «Es una faena, de verdad. Porque para muchos es un punto de encuentro, es el momento en el que te ves. No solo con la gente de tu club, sino sobre todo con personas que has conocido de años anteriores y con los que vuelves a coincidir. Se fraguan muchas amistades en Pingüinos», asegura Carlos, cauteloso respecto a las posibles celebraciones en tiempos de covid. «Hay que ser cuidadoso. No me gustaría que se señalara al mundo de la moto. De que se dijera mira: se han juntado no sé cuántos, se han ido a comer sin control. Ya tendremos tiempo para reunirnos como se merece».
Juanillo Domínguez, de Piratas del Asfalto, motoclub con 16 años de historia en Pozaldez, sí que tenía previsto acercarse hoy a los actos alternativos organizados por Turismoto. Con cautela. Guardando las medidas de seguridad. Y con la certeza de que nada será lo mismo. «Este año no se va a poder montar la carpa, recibir a los amigos (hay un grupo de Canarias que siempre se une a nosotros), compartir las comidas que prepara Pedro, el cocinero:el caldito no falla, y luego parrilladas, sopas de ajo, callos con garbanzos... Hay motoclubes de Madrid que se acercan y comparten el postre, los roscones». «Se va a echar mucho de menos», dice Juanillo, portavoz de un motoclub que ha tenido que suspender también varios de los actos que organizan ellos, como la visita solidaria para repartir juguetes que cada Nochebuena hacen al hospital comarcal de Medina del Campo.
«Es mejor no pensarlo. Ayer lo comentaba con un compañero:'Mira, a estas horas estaríamos preparando la hoguera», cuenta Enrique Gil, de Cistérniga Roadster, motoclub fundado en 2007 y uno de los habituales también en Pingüinos. «Días antes ya estamos llevando leña, preparando la zona de acampada. Solemos hacer una hoguera bastante grande, ya hay gente que lo sabe y suele acercarse a visitarnos. Nuestra carpa es muy acogedora. Somos un motoclub familiar y nos gusta recibir a los visitantes que se acercan de Andalucía, Levante, Cataluña... De un año para otro conoces gente y ese es el espíritu motero y de Pingüinos», asegura Enrique, quien añora la comida que habitualmente este sábado reúne a los amigos en torno a una paella, un guiso, «cada año cambiamos».
Ese plato hoy vacío confía en llenarse para 2022, la próxima edición de Pingüinos. «Que se pueda celebrar será una buena noticia, no solo para el mundo de las motos, sino para la sociedad en general, para la economía, las empresas, los negocios...», resume José Pedro González, convencido de que muy pronto podrá presumir de nuevo de la marca Pingüinos más allá de Valladolid.
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