Música que brota del corazón herido de un cura en el confinamiento
El sacerdote Goyo Casado presenta en el Centro Cultural Miguel Delibes diez canciones que compuso en los momentos más duros de la pandemia, en los que ofició infinidad de funerales en soledad
Ofició un sinfín de funerales durante el confinamiento y sus recuerdos de aquellos días están cargados de dolor. «Fue horroroso, terriblemente frío. Un policía ... se encargaba de que solo accediera al cementerio el número de personas permitidas. Entraba el coche fúnebre, después llegaba yo en otro coche, me bajaba y en medio minuto tenía que saber quiénes eran los fallecidos, pero solo me daban el nombre y la edad». Así resume el cura Goyo Casado lo que vivió en los momentos más duros de la pandemia, en los que se encargó de despedir a los fieles de sus parroquias -Renedo, Castronuevo y Villarmentero- y, además, fue voluntario en el Cementerio de El Carmen y colaboró en el Hospital Clínico.
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Los días fueron pasando y las historias terribles se multiplicaron. «Me acuerdo de una vez que me dirigí a dos personas que pensaba que eran familiares de una fallecida, pero estaba equivocado. Eran personas de la comunidad de San Agustín, de la parroquia. Los familiares vivían en Murcia, no pudieron acudir al entierro en el confinamiento y estas dos personas estaban allí para no enterrar a esta mujer sola», relata este sacerdote, que se vio en la necesidad de canalizar de alguna manera toda la angustia de la que estuvo rodeado en aquellos tristes días. «Hemos entrado en la zona sucia en el Clínico, en todas las áreas cuando se nos ha llamado. No sabíamos ni cómo ponernos un EPI, pero hemos entrado», explica Goyo Casado, quien encontró una válvula de escape a tanto tormento: la música. «Después de vivir todo eso, por la noche, componía. Era mi forma de relajarme en esos momentos», afirma este cura de 40 años, que este domingo presentará en la sala de cámara del Centro Cultural Miguel Delibes las diez canciones que compuso en aquel 2020 en el que el mundo entero se paralizó.
Volcar todo lo vivido para transformarlo en música fue una labor cargada de misticismo. «Lo que hacía era rezar. Cogía la oración, esperaba a que me viniera una melodía y me ponía a tocarla con el arpa. Cuando veía que la tenía, la grababa y empezaba a componer, me daba cuenta de que en este punto le pegaba una flauta o de que en otro podría entrar el coro. Yo rezaba y la oración a mí me producía música», asevera el sacerdote.
Componer en un instante cargado de emociones tan fuertes era todo un riesgo. Casado asumió el peligro de dotar de un componente emocional negativo a sus obras, pero asegura que supo canalizar sus sentimientos en favor de cada una de las piezas en las que estaba trabajando. «La música, por su armonía, por los instrumentos que intervienen y por la conducción de los acordes ya te sugiere una emoción. Tiene ese poder, pero entre mis composiciones hay canciones de todo tipo. Por ejemplo, el Regina Coeli te dice: 'reina del cielo, alégrate. Aleluya'. Ahí no vas a poner un tono menor porque no pega», apunta.
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El concierto comenzará a las 19:30 horas y será benéfico, en favor de la ONG Cesal, y las 520 entradas disponibles se agotaron una semana después de su puesta a la venta, en septiembre. Aquellos que pudieron hacerse con una de estas cotizadas localidades podrán disfrutar de obras religiosas, poesías de místicos y letras de himnos antiguos, armonizadas para un coro mixto en el que participarán hasta 75 personas, acompañados por quince instrumentistas.
Goyo siempre ha querido ser cura y entró en el seminario a los 11 años, pero la música ha estado muy presente durante toda su vida, tanto que completó todos los cursos del conservatorio y terminó el grado profesional de canto. Ahora, gracias a estas canciones, ha podido unir sus dos pasiones: el sacerdocio y la música, ya que las piezas que presentará este domingo surgieron de sus reflexiones como sacerdote, brotaron de su corazón herido durante el confinamiento, ese que latía con fuerza mientras oficiaba los funerales más dolorosos de su trayectoria. «Nosotros teníamos que ser todo corazón y ahí estuvimos. No te preguntas nada, solo lo haces porque tienes que hacerlo. Sin más. ¿Si no estamos ahí en un momento como este, cuándo vamos a estar? ¿Sería creíble lo que hiciésemos después?», se pregunta este cura, que estuvo dónde se le necesitaba durante el confinamiento y que ahora estará en el Centro Cultural Miguel Delibes para que Valladolid pueda escuchar lo que emergió de los sentimientos que tuvo tras esas dolorosas vivencias.
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