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Conrado Íscar, Alfonso Fernández Mañueco, Marimar Blanco, Rodrigo Nieto y Jesús Julio Carnero, en el homenaje a Miguel Ángel Blanco en Valladolid. Ical

Valladolid

Miguel Ángel Blanco, historia en carne viva

Marimar Blanco, hermana del concejal asesinado en 1997 por ETA, pide que se mantenga la memoria para no olvidar ni blanquear a quienes siguen sin condenar su ejecución

Antonio G. Encinas

Valladolid

Lunes, 14 de julio 2025, 20:05

Cuando Francisco Javier García, alias Txapote, disparó dos veces a la cabeza de Miguel Ángel Blanco, concejal de 29 años de un pueblo un ... poco más pequeño que Medina del Campo, ninguno de los que este lunes homenajearon al edil asesinado había nacido. Porque han pasado 28 años. Casi tres décadas de aquella tarde del año 1997 en la que un chivato, Ibon Muñua, dos secuestradores y cómplices, Irantzu Gallastegui y José Luis Geresta, y el mencionado Txapote mataron a sangre fría a un tipo que, como dice su hermana, Marimar Blanco, no era nadie.

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En realidad era alguien, claro. Un concejal de pueblo con familia, amigos, futuro y una madre asustada que le pedía que revisara los bajos del coche. No, los chavales de Nuevas Generaciones que leyeron el manifiesto tampoco sabrán lo que era una bomba-lapa.

Dos disparos después ese nadie que era alguien fue, es, un símbolo. El de un mártir por la paz.

En aquel mes de julio, todo el país salió a la calle al grito de «¡basta ya!». Hoy, 28 años después, el homenaje que cada año rinden desde Nuevas Generaciones a la memoria de Miguel Ángel Blanco solo cuenta con la presencia del PP. Junto a la Cúpula del Milenio, en la avenida de Miguel Ángel Blanco. Donde hace ocho años el entonces alcalde Óscar Puente, en el vigésimo aniversario del asesinato, abrazaba a Marimar Blanco al descubrir la placa por su hermano. El Pleno había respaldado por unanimidad la propuesta del grupo municipal popular. Hoy, Marimar Blanco recordaba aquella tarde de 1997 en la que «millones de personas salieron entonces a la calle sin consignas ni partidos». «Salieron porque sabían que lo que estaba en juego era más que la vida de un joven, era la dignidad de un país, era la libertad de un país. En definitiva, era nuestra democracia».

La hermana del concejal asesinado reclamaba no olvidar. No pactar con quienes hoy, tantos años después, con el terrorismo derrotado, siguen empecinados es mantener el rescoldo de aquel odio irracional. «Hoy 28 años después algunos, sobre todo los que estamos hoy aquí, seguimos diciendo lo mismo, que serán legales, pero son los herederos de ETA, que no han hecho el recorrido hacia la democracia, que siguen teniendo las manos manchadas de sangre porque 28 años después siguen sin condenar el secuestro y el asesinato de mi hermano. Y por defender la memoria y la dignidad de la justicia de las víctimas del terrorismo hemos pasado de dejarles unos valientes para ser unas fachas».

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Los cuatro jóvenes que leyeron el manifiesto quizá no estudiaron el terrorismo en sus libros de texto. O quizá sí porque, como le agradeció el alcalde, Jesús Julio Carnero, al presidente de la Junta de Castilla y León, presente en el acto, se incluye en los currículos académicos. El terrorismo, hoy, no se padece. Se estudia. Como se estudia la historia. Una historia, lo demuestra la hermana de Miguel Ángel Blanco, en carne viva. «Con vuestro empuje, la memoria llegará a quienes hoy tienen 20 años y apenas conocen lo que fue el terrorismo en España. Vamos a defender la verdad. Mientras haya una sola persona que recuerde, mientras haya una sola voz que alce el nombre de Miguel Ángel y de todas las víctimas del terrorismo, habrá esperanza. Y mientras todos vosotros estéis aquí año tras año alzando la voz, habrá memoria».

Los dirigentes populares aprovecharon para cargar contra el PSOE por sus pactos con Bildu, a quien consideran la brasa aún encendida del terrorismo, la que provoca que aún hoy se sigan rindiendo homenajes y celebraciones a los etarras en sus municipios de origen, como si más de setecientos muertos en atentados fueran un motivo de celebración en un país democrático. «Cuando Alberto Núñez Feijó sea presidente y no pasará mucho tiempo, hasta que lo sea, no habrá un solo homenaje impune a los asesinos de ETA», aventuró Conrado Íscar.

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Alfonso Fernández Mañueco habló de la «posverdad» que, a su juicio, intenta construir «el Gobierno de Sánchez» con unos socios de investidura que tratan de sacar rédito «de su debilidad». «No vamos a asumir, no podemos asumir jamás, de ninguna manera, que todo ese dolor causado obedeció simplemente a un motivo político que podía considerarse lógico y comprensible. Porque eso es mentira, es además intolerable y es francamente repugnante. Tenemos que mantener viva la llama de aquel espíritu de Ermua que fue capaz de generar un consenso unánime contra el terror para desterrarlo socialmente. Ni blanqueos ni desmemoria. Rechazo firme a la intolerancia, a la violencia y al odio».

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