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Arriba, el magistrado Juan Ramón Berdugo; abajo, Miguel Ángel Rodríguez junto a José María Aznar en 1987; y, a la derecha, el fiscal general García Ortiz. Efe y El Norte

Lazos vallisoletanos en el juicio al fiscal general

La ciudad del Pisuerga informa las trayectorias personales y profesionales de Miguel Ángel Rodríguez, el magistrado Juan Ramón Berdugo y el propio García Ortiz

Enrique Berzal

Valladolid

Domingo, 23 de noviembre 2025, 08:24

Les puede resultar curioso, pero a Álvaro García Ortiz y Miguel Ángel Rodríguez, adversarios declarados en el proceso judicial al primero, les une un episodio ... biográfico decisivo en su trayectoria vital y profesional, un lazo intenso que comparten, además, con otro de los protagonistas del juicio, el magistrado del Tribunal Supremo Juan Ramón Berdugo Gómez de la Torre. Ese lazo no es otro que Valladolid, ciudad en la que nacieron Rodríguez y Berdugo y donde el condenado por revelación de secretos cursó la carrera de Derecho.

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Curiosamente, García Ortiz y Rodríguez tienen en común el haber sido alumnos de los Maristas, pues el primero, aunque nacido en 1967 en la localidad salmantina de Lumbrales, pasó su infancia, adolescencia y juventud en la ciudad del Pisuerga, donde llegó con siete años procedente de Zamora. Como ha escrito María Jesús Pascual en este mismo periódico, García Ortiz inauguró, ya como adolescente, el Instituto Pinar de La Rubia, y fue precisamente en Valladolid donde forjó su vocación de jurista: primero cursando la carrera de Derecho y, acto seguido, preparando la oposición a judicaturas. Su primer destino, después de hacer las prácticas en Burgos, fue Mahón, pero la fama le llegó en Santiago de Compostela como fiscal del caso 'Prestige'.

Su «archienemigo» (al menos judicial) también estudió en Maristas aunque un poco antes, pues nació en Valladolid en 1964. Miguel Ángel Rodríguez, que en 2020 fue nombrado por Isabel Díaz Ayuso director del gabinete de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, ha evocado a menudo su infancia en la calle de Santa Clara y sus juegos de niño en la calle Torrecilla, pero también su peculiar adolescencia en Huerta del Rey, aborreciendo de las discotecas por su vinculación a grupos cristianos comprometidos con los más desfavorecidos. No llegó a licenciarse en Filología Clásica porque, siempre según su propio testimonio, lo dejó en cuarto de carrera para dedicarse por completo al periodismo, oficio que ya había empezado a frecuentar con 17 años. Fue corresponsal de 'La Vanguardia' en Castilla y León, colaborador en diversos medios y, sobre todo, periodista en El Norte de Castilla, en cuya redacción le cambió la vida. Ocurrió poco antes de las elecciones autonómicas de junio de 1987, cuando solicitó cubrir la campaña de un bisoño José María Aznar por mera curiosidad. Y es que el flechazo entre ambos no se hizo esperar.

La victoria por la mínima del madrileño, que contra todo pronóstico se convirtió en el tercer presidente de la Junta de Castilla y León, catapultó a Rodríguez a los primeros puestos de la política regional. Nombrado portavoz en agosto de 1987, esa mezcla tan suya de incontinencia verbal y agresividad política forzó su cese en abril de 1989. Todavía ruedan por internet sus «listas negras» de periodistas castellanos y leoneses. Empero, Aznar le tenía reservadas nuevas aventuras: primero como director de la Oficina de Información del PP después de ser designado candidato a las elecciones generales, a finales de 1995 como coordinador adjunto para temas de Comunicación, y, meses después, una vez confirmada la «amarga victoria» popular en los comicios de 1996, como secretario de Estado de Comunicación, puesto del que él mismo dimitió tras sonados deslices verbales y varios encontronazos con medios de comunicación privados.

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Vallisoletano de nacimiento es asimismo Juan Ramón Berdugo Gómez de la Torre, magistrado del Tribunal Supremo desde el año 2004. Sentado a la derecha del presidente Andrés Martínez Arrieta en las imágenes del juicio a García Ortiz, fue un consumado jugador de rugby mientras estudiaba la carrera de Derecho en la Universidad vallisoletana. Después de aprobar las oposiciones estrenó la toga en Córdoba, en 1980, y tres años después ascendió a magistrado. Miembro de la Asociación Profesional de la Magistratura, llegó al Supremo desde la Sección Segunda de la Audiencia cordobesa. A sus 71 años, este vallisoletano con varios juristas en la familia atesora una hoja de servicios plagada de juicios y sentencias de gran calado mediático, desde la ilegalización del aparato exterior de ETA hasta la condena al cantante César Strawberry, sin olvidar la sentencia que ratificó la condena al PP por la trama Gürtel, la apelación de los trajes de Camps, la sentencia del caso de violencia doméstica con violación dentro del matrimonio en Córdoba, que sentó doctrina y fue integrada en la Ley Integral promovida por el gobierno de Rodríguez Zapatero, el caso Torra y, por supuesto, el juicio del 'procés'.

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