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Diego artime
VALLADOLID
Jueves, 2 de agosto 2018, 21:50
La acetona es un compuesto químico que se emplea en el proceso de fabricación de plásticos, como componente volátil en algunas pinturas y barnices o en el desarrollo de determinados cosméticos y productos de limpieza. Pero su uso más conocido es como quitaesmalte, para lo que es utilizada de forma habitual en hogares y centros especializados.
El pasado 12 de junio, una auxiliar del Hospital Clínico Universitario de Valladolid observó que una de las pacientes –una mujer de 78 años que había ingresado la noche anterior por una luxación de cadera– tenía restos de esmalte en las uñas de las manos. Así que, como es habitual en estos casos, procedió a darle unas gasas y una jeringa con acetona para que se las limpiase.
Las gasas y la jeringa permanecieron sobre la mesilla de su habitación hasta que su hija se lo notificó al personal del centro. «Retiraron las gasas, pero allí quedó una jeringa olvidada», relata. Al día siguiente, 13 de junio, otra auxiliar entró en la habitación para inyectarle un calmante, aplicando en el proceso, por error, la jeringa con acetona a la vía conectada a la paciente para limpiarla. «En ese momento mi madre sufrió fuertes dolores ante la mirada atónita de la auxiliar, que de inmediato olió la jeringa, dándose cuenta de que era acetona», narra la hija de la afectada. Como consecuencia de esta inyección accidental, el Hospital calcula que la paciente recibió una dosis de unos 5 mililitros de acetona que le provocó «una tromboflebitis de la vena cefálica del brazo izquierdo que requirió estudio y tratamiento por parte del Servicio de Cirugía Vascular», según el informe entregado a la paciente al darle el alta.
«Tuvieron que llamar al Centro de Toxicología», afirma su hija, que dos días más tarde presentó una queja y una solicitud para hablar con el director gerente del hospital. Su madre permaneció una semana más ingresada y sufrió subidas de tensión y de azúcar. «Ahora mi madre está en casa, con el brazo donde se ha inyectado el disolvente con limitaciones de movimiento, pequeños bultos, fuertes molestias y sin saber nadie qué es lo que tiene que hacer».
Al abandonar el Hospital Clínico la desviaron a una rehabilitadora que tampoco tenía claro el procedimiento a seguir. «Creo que es el único caso en España por este error», asegura. Desde Sacyl declinaron pronunciarse al respecto, aunque la hija de la afectada afirma que se reunió con el director gerente, el director de enfermería y la supervisora de planta, y que en todo momento asumieron el error y trataron a su madre con profesionalidad. Pero también reconoce que «varias compañeras de las auxiliares le quitaron importancia diciendo que no había pasado nada» y que no ha notado «arrepentimiento ni empatía por parte del personal». Por el momento, la familia no ha emprendido acciones legales, aunque sí ha consultado a un abogado.
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