Un grupo de mujeres con antorchas recrean la salida de las tropas imperiales desde el Castillo de La Mota de Medina del Campo al encuentro de los comuneros. Rodrigo Jiménez

Mujeres bravas en los dos bandos

Compromiso ·

Hubo líderes, como María Pacheco; otras defendieron la hacienda familiar en ausencia de sus esposos o ayudaron en tareas sanitarias y de abastecimiento

Beatriz Majo Tomé

Valladolid

Domingo, 31 de enero 2021, 08:15

El 1 de noviembre de 1522, en la Plaza Mayor de Valladolid, se pregonó por primera vez el Perdón General concedido por Carlos I a los rebeldes comuneros. Junto al perdón, fue leída una lista con los nombres de las 238 personas que no gozaban de la clemencia real; eran los 'exceptuados' del perdón. Entre ellos, solo una mujer, María Pacheco, viuda de Padilla, conocida como la 'Brava hembra' y la 'Leona de Castilla'. Desde entonces, su extraordinario y excepcional papel como líder de la comunidad toledana ha centrado los pocos estudios realizados sobre la participación de las mujeres en el conflicto.

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Cierto es que las mujeres no desempeñaron cargos políticos ni asumieron el liderazgo militar de los ejércitos enfrentados, lo que ha provocado que la historiografía tradicional no se haya interesado por el papel desempeñado por la mujer en la revolución. No obstante, una relectura de las fuentes documentales permite conocer numerosos testimonios de mujeres en los que expusieron cómo era su día a día durante el conflicto, cómo se vieron envueltas en él, si desempeñaron un papel activo para uno u otro bando y qué actitud mostraron ante los acontecimientos.

Rastrear el papel de la mujer en el conflicto «es una labor indispensable» para tener «una visión más precisa y enriquecida»

La condición de 'vencedores' y 'vencidos' tras la revolución hace que sea mucho más sencillo rastrear la participación de las mujeres en el bando realista, es decir, el bando leal a Carlos I. Tras el conflicto, muchas de estas mujeres lideraron las reclamaciones de bienes personales y familiares confiscados por los comuneros, solicitaron recompensas para sus maridos e hijos y defendieron el honor y la integridad de la familia. Para lograrlo, no tuvieron reparos en relatar sus acciones contra el bando comunero o los abusos sufridos. Estos son los casos de María Sanz e hijas, vecinas de Medina de Pomar; la mujer de Diego del Castillo, vecina de Burgos, o Ana de Paz, vecina de Salamanca.

Para reforzar sus demandas y reclamaciones, a menudo las mujeres dejaban patente su implicación activa contra los revolucionarios, lo que permite rastrear casos como el de la mujer del alcaide del alcázar de Madrid que, en ausencia de su marido, permaneció en la fortaleza organizando la resistencia frente a las fuerzas comuneras. Otras mujeres llevaron a cabo una oposición pública mostrando su desconformidad con el levantamiento comunero, con las medidas adoptadas o con los excesos que, a su juicio, se estaban llevando a cabo.

Actrices de La Función Teatro en 'María Pacheco, la voz en el exilio', sobre la vida de la comunera en su Granada natal, Toledo y Portugal. Fermín Rodríguez

Así, doña Elvira, mujer del corregidor de Logroño, que residía en Valladolid durante los acontecimientos, fue desterrada de la villa por ser sospechosa de palabras injuriosas. Pero, sin duda, uno de los testimonios más interesantes es el de Ángela Palafox, joyera real y vecina de Valladolid, que actuó como espía para el bando realista. En concreto, Ángela mantuvo informados al condestable de Castilla y el conde de Haro acerca de los planes de los comuneros vallisoletanos. Tras la radicalización del movimiento a finales de 1520, Ángela temió por su vida y, en enero de 1521, decidió partir para Tordesillas, buscando la protección del ejército realista que había tomado la localidad a principios de diciembre. Sin embargo, durante su huida fue sorprendida por un grupo de vecinos, quienes la apresaron. Conducida hasta Valladolid, fue registrada, sus bienes confiscados y encarcelada por seis semanas. Además, los comuneros la amenazaron continuamente con llevarla al frente de guerra para evitar que les atacasen, conocedores de que su esposo, Francisco de Castro, se había enrolado en el ejército realista meses antes. Sus acciones contra los comuneros vallisoletanos no acabaron aquí, sino que, como ella misma testificó tras el conflicto, llegó incluso a manipular la artillería de la villa en varias ocasiones para boicotear los ataques comuneros.

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Demostración de valentía

Las mujeres del bando realista también jugaron un papel pasivo, sufriendo vejaciones, insultos y confiscaciones de bienes, armas y sus propias casas, especialmente las mujeres de los regidores y cargos locales, blancos de las iras del sector popular. A menudo, los hombres que ostentaban estos cargos abandonaban las localidades por miedo a ser atacados, siendo las mujeres las encargadas de la defensa de la hacienda familiar. Siguiendo con el ejemplo vallisoletano, conocemos los testimonios de la mujer y la madre de Gabriel de Santisteban, procurador de Valladolid en las Cortes celebradas en abril-mayo de 1520 en Santiago y La Coruña, allí donde el joven Carlos I presionó para que fuese aprobado un nuevo impuesto que, a la postre, terminó por encender la mecha comunera. Ambas mujeres denunciaron el acoso sufrido, especialmente tras la huida de Santisteban, quien temía ser asesinado, declarando que eran insultadas cada vez que salían a la calle, perseguidas e, incluso, apedreadas por grupos de vecinos. En una demostración de valentía, Isabel de Ribadeneira, madre del mencionado procurador, llegó a elevar estas quejas personalmente a la Santa Junta, ubicada por entonces en Valladolid.

La participación femenina en la facción comunera es mucho más difícil de investigar, por tratarse de los 'vencidos'

El papel desempeñado por las mujeres en el bando comunero es mucho más difícil de rastrear. Los estudios llevados a cabo sobre las labores de las mujeres en las guerras durante la Edad Media y otros periodos históricos destacan sus funciones sanitarias y de abastecimiento. Las circunstancias de los conflictos obligaban, a menudo, a redoblar estas labores. Así ocurrió en Valladolid cuando, en febrero de 1521, la Junta de la Comunidad local instó a amasar pan diariamente a las panaderas para poder hacer frente a la provisión de las numerosas tropas acantonadas en Valladolid y sus proximidades. No olvidemos que, tras la toma de Tordesillas en diciembre de 1520, Valladolid se convirtió en el cuartel general del bando comunero, lo que conllevó un enorme gasto para la localidad.

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Las mujeres también formaron parte de las reacciones colectivas donde, a menudo, olvidamos su presencia. Así, Mártir de Anglería, testigo directo de los acontecimientos, destacó la presencia de las mujeres entre la muchedumbre de Valladolid que aclamó a Juan de Padilla como capitán general del ejército comunero ante el temor de que la Junta nombrase a otro candidato: «Cuando todo esto llegó a oídos de la plebe, se produjo un motín acalorado. No sólo los hombres y el vulgo corrompido acudieron a tomar las armas, sino que hasta las mujeres salieron de sus casas blandiendo lanzas en tono amenazador, gritando que querían por General de las tropas de la Junta a Padilla (…)».

Litografía de J. Donon que retrata a la llamada 'Leona de Castilla'.

Finalmente, no podemos olvidar la estigmatización que supuso para muchos la derrota comunera. Las mujeres tampoco fueron ajenas a esta situación, especialmente aquellas que mostraron su simpatía con el movimiento comunero. Su participación durante la revolución o las expresiones públicas a favor de la sublevación marcaron de por vida a muchas mujeres. Así le ocurrió a una vecina de Valladolid, cuyo testimonio en un pleito contra otra vecina acusada de herejía fue menospreciado pues había sido «muy comunera e apasionada por las cosas de la comunidad».

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Rastrear la participación de la mujer en el conflicto, indistintamente del bando al que fuesen leales, no es tarea fácil, como hemos expuesto en estas líneas. No obstante, es una labor indispensable ya que solo con su integración y visibilización en los estudios e investigaciones podremos obtener una visión más precisa y enriquecida de la compleja realidad de la revolución comunera.

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