El tren burra entra en la ciudad
Hace 135 años se inauguró la estación de Béjar en los terrenos que hoy ocupa la de autobuses, lo que supuso la entrada del ferrocarril de Medina de Rioseco en el casco urbano
Aquel entrañable tren que enlazaba Valladolid y Medina de Rioseco, y que había comenzado a funcionar en 1884, entró en pleno casco urbano hace 135 ... años. Y lo hizo, claro está, a un ritmo más que lento, pues hubo de transitar en medio de viandantes, carruajes y tranvías. Como ha escrito en este periódico Sonia Quintana, aquel año de 1884 se inauguró en la Plaza de San Bartolomé, en el barrio de La Victoria, la estación del ferrocarril de Medina de Rioseco, utilizado para transportar tanto mercancías como pasajeros. Muy pronto, sin embargo, comenzó a proyectarse el tramo hacia el interior de la ciudad para el tráfico de mercancías, con objeto de enlazarlo con la Estación del Norte (todavía un apeadero). Las obras comenzaron hacia 1886, pero no estuvieron listas hasta 1890. En febrero de 1887, por ejemplo, El Norte de Castilla informaba de que se había «concedido un plazo de nueve meses a la empresa del ferrocarril económico de esta ciudad a la de Rioseco para la terminación de las obras de la estación del Campo de Béjar con esta capital».
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Y es que el lugar elegido, conocido como «Campo de Béjar», no era otro que los terrenos que ahora ocupa la vetusta estación de autobuses, y que comunica las calles de Gabilondo y San José. La inauguración oficial de la segunda estación del tren económico de Medina de Rioseco se verificó hace justamente 135 años, el 1 de diciembre de 1890. A partir de esa fecha, dicho ferrocarril entraba en la ciudad para conectar la red de vía estrecha con la de ancho normal a través de la Estación del Norte, aunque esta aún tendría que esperar cinco años para estrenar su edificio actual. El tramo urbano entre las dos estaciones (San Bartolomé y Campo de Béjar) discurría por el Paseo de Isabel la Católica y las Moreras, salvaba el cauce del Esgueva por el desaparecido puente del Cubo, entraba en la Plaza de Tenerías, desembocaba en el Paseo de Zorrilla a través de la calle de San Ildefonso, y llegaba a su destino por la actual calle de Gabilondo. La curva San Ildefonso-Paseo de Zorrilla era harto complicada.
Al transitar en pleno casco urbano, entre peatones, carruajes y tranvías, el ferrocarril estaba obligado no solo a emplear un tipo de locomotora específico, como era el modelo «Sharp-Stewart», sino que tenía que disminuir su velocidad hasta equipararla al paso de una persona. La locomotora solía ir precedida de un operario que blandía una bandera para avisar y garantizar que no superaba esa velocidad, y a veces usaba un cornetín para alertar a peatones y carruajes. Ello no impidió que el «económico» fuera considerado como un peligro por parte de la ciudadanía, sobre todo después de accidentes tan sonados como el del 5 de enero de 1934, cuando atropelló a un carro y acabó con la vida de su conductor. Este hecho, que quedó inmortalizado en las páginas de este periódico con la correspondiente fotografía, provocó las quejas de un concejal y parecía justificar no ya el apelativo cariñoso de «tren burra», sino también el de «mataburras». Ya entonces, el Estado se había incautado de la línea para adjudicarla a la Compañía de Ferrocarriles Secundarios de Castilla, que en 1935 también comenzó a explotar los trayectos de Medina de Rioseco a Palanquinos y Villada, y de Palencia a Villalón.
Aunque el «tren burra» transportó numerosas mercancías y viajeros, incluidos algunos labradores que durante la postguerra escondían provisiones bajo sus manteos para salir de la miseria practicando el estraperlo, su tiempo estaba tasado. La feroz competencia del transporte por carretera, las deudas acumuladas, los retrasos y averías (se cuenta que los propios viajeros tenían que ayudar a encarrilar la locomotora en alguna que otra ocasión), su abandono material y la peligrosidad de su trayecto hicieron que en 1952 se cerrara el tráfico urbano de viajeros, manteniendo el de mercancías -aunque solo en horario nocturno- hasta 1961. Incautado cuatro años después por el Estado, pasó a depender de los Ferrocarriles de Vía Estrecha (FEVE). Su cancelación definitiva, anunciada en junio de 1969, se materializó el 11 de julio de ese mismo año. El desmantelamiento de la Estación de Béjar permitió construir la de autobuses, que se inauguró el 13 de julio de 1972.
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