El palacio vallisoletano del tesorero de Isabel la Católica
Entre 1957 y 1984, las Madres Filipenses regentaron en el edificio del siglo XV el Colegio España
Situado en el número 22 de la calle Fray Luis de León (en el siglo XV, calle Pedro Barrueco), el actual edificio es una reconstrucción ... del XIX de la que, en su origen, fuera la casa-palacio de Gonzalo de Baeza, tesorero y maestresala de la reina Isabel I, notario mayor de los privilegios de los reinos de Castilla y Aragón, alcaide del Castillo de la Mota, corregidor de Medina del Campo, tesorero general del príncipe Juan (segundo hijo de los Reyes Católicos) y regidor perpetuo de Valladolid. Casado con Catalina de Verdesoto, Gonzalo de Baeza dictó testamento el 7 de febrero de 1516, instituyendo el mayorazgo, llamado de Castromonte, entre cuyos bienes se encontraban estas casas de la calle Pedro Barrueco, levantadas a finales del siglo XV.
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En este inmueble falleció Catalina el 23 de abril de 1480. A la muerte de Gonzalo de Baeza, la propiedad pasó a manos del único hijo de la pareja: Juan. A Juan le sucedió su hijo, Luis de Baeza y Castilla. Heredaría después el mayorazgo su primogénito, también Juan, y después este palacio quedaría a disposición de Luis de Baeza y Mendoza, hijo de aquel. Posteriormente su propietario fue Luis Francisco de Baeza Manrique de Lara, hijo de Luis. Luis Francisco de Baeza, señor de Estepar, de Escamilla, de Baeza y de Villanueva de Ovierna, fue nombrado el 12 de julio de 1663 primer marqués de Castromonte. Desde entonces este edificio comenzó a ser conocido en Valladolid como el palacio del marqués de Castromonte. Casado con Agustina Strata y Mendoza, II marquesa de Robledo de Chavela, el matrimonio falleció sin descendencia. Fue Juan, hermano de Luis Francisco, quien heredaría el marquesado y el palacio vallisoletano.
Siendo propiedad de la familia Baeza, el palacio fue alquilado en varias ocasiones, viviendo en él, en 1613, Lope Fernández de Salazar y, posteriormente, Diego Calderón, escribano mayor de la Chancillería. A principios del siglo XIX el palacio dejó de ser propiedad del marquesado de Castromonte. El 25 de julio de 1802, el entonces propietario, Joaquín Lorenzo Manrique de Lara, vendió sus «casas principales que tenía en la calle Pedro Berrueco 20 y 21 (sic) que habían sido de Gonzalo de Baeza» a don Joaquín José Tejeda y Gaitán, marqués de Gallegos de Huebra y Compañero. En 1832 el palacio pasó a ser propiedad del conde de Isla-Fernández quien, en 1855, se lo vendió a Vicente Pimentel por 50.000 reales. El nuevo dueño reedificó el palacio cuatro años después, respetando los cimientos y muros maestros originales pero siguiendo las corrientes arquitectónicas del siglo XIX, dándole su aspecto actual.
El palacio volvió a cambiar de manos en 1940 cuando Jesús María Hernando Cordovilla y su esposa María Huelmo Fernández compraron el edificio a los herederos de Vicente Pimentel. En él fundaron el Colegio España, en funcionamiento entre 1957 y 1984, arrendado a las Madres Filipenses. Entre 1999 y 2003 los arquitectos Fernando Sánchez Mínguez y María Jesús de Pablo Yagüe acometieron una restauración integral del inmueble, propiedad de Nandohuel S.L. (cuyo representante era Javier Hernando Huelmo), respetando su estructura palaciega, para reconvertirlo en el actual edificio de viviendas y locales.
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Del edificio primitivo se conservan diversos capiteles con decoración gótica a base de hojas de cardón, típicas de finales del siglo XV. Es interesante la decoración a base de medallones con bustos y decoración vegetal dispuestos encima de las ventanas del primer piso de la fachada. La entrada, a través del antiguo zaguán, lleva a una doble escalera y, a continuación, al patio principal con arquería, que se estructura en dos alturas.
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