La fuente de la Salud, «de muy buena agua y necesaria para los vecinos de esta villa»
Este histórico enclave ha quedado asociado al recuerdo de los fusilamientos de republicanos o militantes de partidos de izquierda, una vez ocupada la ciudad por las tropas sublevadas contra la II República
La fuente de la Salud nos retrotrae a un Valladolid antañón y cotidiano que recuerda a las fuentes que a partir del siglo XV y ... XVI abastecieron la villa.
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Esta fuente, en el barrio de Pajarillos-San Isidro, está ubicada en el Paseo de Juan Carlos I, a la altura del antiguo mercado central, hoy reconvertido en servicios y dotaciones tales como centro cívico, centro de salud, pistas polideportivas, piscina cubierta, biblioteca, etc. y no muy lejos de la ermita de san Isidro.
La Salud ya era apreciada en el siglo XVI: en 1586 el concejo acordó repararla pues «es de muy buena agua y necesaria para la provisión de los vecinos de esta villa».
Y pocos años después -en 1631- se arregló a conciencia añadiendo un pilón para las cabalgaduras y se adornó con paredones, antepechos, bolas, asientos, columnas, mascarones y caños. Y en 1667 incluso se adoquinó el suelo circundante para evitar los barros que con frecuencia se formaban.
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La fuente y la pradería en torno a ella ha contado desde siempre con el aprecio de la población y el Ayuntamiento, pues se cuidaba con esmero haciendo frondosas plantaciones de árboles maderables, poniendo un guarda que custodiaba el paraje al que las familias venían a pasar los días festivos y, especialmente, los de romería a la ermita de san Isidro.
La afluencia de familias a la fuente de la Salud en los días festivos creció a raíz de que mediado el siglo XVIII el municipio comenzara a hacer un paseo arbolado que desde las puertas de Tudela (actual plaza Circular, más o menos) llegaba hasta la ermita de san Isidro.
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Comenzó a ser concurrida también cuando se estableció la fiesta de 1º de mayo, pues los obreros socialistas venían a festejar la fecha a la fresca de la fuente y de las cuevas que caracterizaban la zona.
Curiosa fue la selección en 1859 para cubrir el puesto de «guarda caminero del Paseo y Fuente de la Salud». Se presentaron trabajadores del Ayuntamiento de otros servicios, soldados, oficiales albañiles, jornaleros de labranza, un peón caminero de la Diputación, el guarda del Prado de la Magdalena y hasta un sargento de la Guardia Real de Infantería. Algunos de aquellos solicitantes apelaban a estar «cargados de familia y en el triste estado de miseria», o «estar casado y con tres tiernos niños». Otro incluyó entre sus méritos «ser exacto en sus deberes y leal en su cometido.»
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Las cuevas, más arriba citadas, eran el resultado de la extracción de áridos (arena y cascajo para la construcción de viviendas), que desde el siglo XIX se llevaba a cabo en estas laderas de la fuente de la Salud. Era suelo municipal y el Ayuntamiento debía autorizar tales extracciones.
Añade de singular el paraje el que junto a la fuente, en el año 1762, estuvieron acampados miles de soldados franceses. Narran las crónicas de la época que a la población de Valladolid y a sus regidores no les hizo gracia alguna que a largo de varios días de julio de aquel año, entraran en la ciudad hasta doce batallones de militares franceses, que ascendían a unos 10.000 hombres, porque amén de las consabidas molestias que iba a ocasionar su movimiento por las calles, también había que alojarles. Parte de aquel ejército vivaqueó, como se ha dicho, junto a la fuente de la Salud, pues tenía agua y espacio. Pero este enclave también sirvió para que los franceses, con sus lucidos uniformes, banderas y tambores realizaran ejercicios de artillería con atronador fuego real.
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De nuevo en el entorno de la fuente de la Salud se estableció tropa francesa durante la Guerra de Independencia, pues los altos de san Isidro eran una buena atalaya para vigilar cualquier movimiento sospechoso que se produjera en Valladolid, además de ser lugar despejado para realizar maniobras de entrenamiento. En una de esas, en marzo de 1808, perdió la vida el general Malher, pues un soldado disparó accidentalmente la baqueta de su fusil hiriendo de muerte al militar, que fue enterrado en el vestíbulo de la iglesia de san Pedro, en la calle Real de Burgos.
Este espacio también ha quedado asociado al recuerdo de los fusilamientos sumarísimos de republicanos, sindicalistas o militantes de partidos de izquierda, una vez ocupada la ciudad por las tropas sublevadas contra la II República.
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En las primeras décadas del siglo XX las cuevas de san Isidro dieron lugar a la construcción de chabolas, y produjeron que la gente dejara de venir a este paraje, que entró en total decadencia hasta que desaparecieron aquellas míseras construcciones cuando el Ayuntamiento, en 1979, construyó el poblado de la Esperanza en Pajarillos Altos para realojar a las familias, y unos años después se ajardinaron las laderas de la Salud.
La fuente ha sido testigo de cómo las antiguas fincas de los Ingleses –y otras-, a sus pies se transformaron a gran velocidad en un barrio abigarrado de bloques de viviendas que albergó a las familias que, mediado el siglo XX- venían a Valladolid atraías por la demanda de mano de obra para las industrias y la construcción que impulsaron el Polo de Desarrollo.
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Una lápida junto a la fuente recuerda la presencia francesa en 1762, motivada por las guerras que el monarca Carlos III tenía con Portugal e Inglaterra. Se instaló en 1992, año en el que concluyó el ajardinamiento del parque de san Isidro que enlaza con los parques de Patricia y Canterac formando una extensa y agradable zona verde y arbolada.
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