Curioseando

El día que se instalaron más de mil placas en el callejero de Valladolid

El plan integral municipal para identificar las calles de la ciudad con nuevas placas se puso en marcha en febrero de 2010. Por aquel entonces fue Alfredo Blanco, concejal de Hacienda, quien explicó que se habían recorrido más de 1.800 vías y se habían revisado el estado de las más de 5.000 placas que reunía el viario de Valladolid. Aunque en esta primera fase no se inspeccionaron las placas del casco histórico vallisoletano, cuya revisión comenzaría a partir del mes de junio de ese mismo año.

En aquel momento se sustituyeron aquellos rótulos deteriorados y ocultos por las instalaciones en las fachadas, además de incluir letreros en las calles que carecían de ellos. La campaña municipal tuvo un gasto total de 77.000 euros, y se llegaron a instalar cerca de 1.600 rótulos. Cada propuesta por fijar nuevos letreros en la ciudad ha hecho que la ciudad luzca y ofrezca al viandante una gama variada con distintos formatos, materiales y colores.

Sin embargo, no ocurre igual con la decisión de los nombres de las calles, ya que esta es competencia directa de la Alcaldía. Un cambio de nombre de última hora o un evento deportivo importante pueden influir a la hora de bautizar una vía con una denominación u otra. A veces algunas instituciones o asociaciones proponen y quedan a merced de que el alcalde les haga caso o no. También los acontecimientos deportivos, por ejemplo, influyen en decidir uno u otro nombre.

Valladolid cuenta con un buen número de calles que han cambiado varias veces de nombre, siendo la Plaza Mayor la que mejor ejemplifica esta situación. Desde que se consolidó su nombre en el siglo XVI, anteriormente se la conocía como plaza del Mercado, tras pasar por cuatro momentos en la que se llamó plaza de la Constitución u otros como plaza Real de Fernando VII, plaza de Carlos V y plaza del General Primo de Rivera. Fue el 12 de marzo de 1930 cuando se destruyó a martillazos la placa con el nombre del dictador y esta recobraría su rótulo de Plaza Mayor, inamovible hasta la fecha.

El rosario de placas con el que cuenta Valladolid está conectado de manera directa con las modas, diseños, materiales y tamaños. Los letreros de cerámica se relacionan ya con el primer tercio del siglo XX. La placa más antigua que se conserva de este material está ubicada al final de la calle de la Platería.

Sin embargo, parece que años atrás se decidió apostar por la utilización de materiales nobles para el casco histórico, lo que no ha evitado que en el caso de fachadas emblemáticas como el monasterio de San Benito o la calle Cadenas de San Gregorio se fijasen chapas llamativas para el lugar.