Varias personas caminan por la calle Santiago, buscando la sombra con más de 30 grados. alberto mingueza

La temperatura media en Valladolid se disparará tres grados en solo 30 años

La temperatura media ha subido 0,6 grados desde 1980 y se disparará tres más en el año 2050

Víctor Vela

Valladolid

Miércoles, 11 de agosto 2021, 07:16

«Muchos de los efectos que creíamos que iban a observar nuestros hijos los estamos viendo ya nosotros», advierten los expertos del Observatorio de la ... Sostenibilidad, una plataforma integrada por científicos y profesores en diversos ámbitos (Ingeniería, Geografía, Economía) que alertan de los efectos cotidianos del cambio climático.

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El más evidente, apuntan, será «el incremento acelerado de las temperaturas», que en las ciudades españolas se ha elevado «prácticamente un grado en 30 años». En Valladolid, la temperatura media del último decenio está 0,66 grados por encima de la media registrada entre los años 1980 y 2011. Y la previsión es que los valores se disparen otros 2,9 grados en el año 2050.

Son los efectos más cercanos, a pie de calle, del cambio climático, sobre el que este lunes volvieron a alertar en la ONU. Un panel de 234 expertos de 66 países han revisado 14.000 artículos y referencias para analizar los efectos del calentamiento global y los posibles escenarios de futuro (en función de cómo evolucione la emisión de gases de efecto invernadero).

Y auguran fenómenos como el aumento de temperaturas, las lluvias torrenciales o las olas de calor (más intensas y habituales). Precisamente hoy comienza un episodio de valores sofocantes, con máximas que rondarán los 40 grados durante tres jornadas consecutivas (entre el jueves y el sábado). El calor se relaciona directamente con 1.200 muertes al año en España y tiene una incidencia en la salud pública, «ya que puede agravar las enfermedades cardiovasculares y respiratorias», apuntan desde el Observatorio de la Sostenibilidad, entidad que recuerda que «en los últimos cinco años se han producido más olas de calor, de mayor extensión, intensidad y duración que en las décadas anteriores». El año con más (cinco, de 25 días) fue 2017. Y la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) advierte de que las olas de calor «son ahora más probables que en los años 80 y 90.

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Esta entidad ha trazado una radiografía sobre el futuro que le espera al clima vallisoletano. Son predicciones con visos de realidad. También Valladolid se encamina (en el medio y largo plazo) hacia inviernos más cortos, noches con menos heladas, veranos más tórridos y además, extralargos. «El verano, las temperaturas típicas de esas fechas, se alargan nueve días de media cada década. El verano actual dura casi cinco semanas más que a comienzos de los años 80», aseguran.

La consultora Geocyl, en colaboración con el centro tecnológico Cartif y dentro del proyecto europeo Ciudades Verdes Cencyl, ha elaborado para el Ayuntamiento una estrategia de adaptación al cambio climático en Valladolid. Y en ese documento, publicado a finales de 2020, analiza el futuro que le espera a la ciudad, en el mejor de los escenarios (si las emisiones se mantienen como en la actualidad) o en la situación más extrema (en la que no se toman medidas para reducir la contaminación).

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¿Qué nos espera? Un primer efecto es que lloverá menos. La media histórica en Valladolid es de 1,08 milímetros por día, con 114 jornadas al año de precipitaciones en la ciudad. La previsión, en el peor de los escenarios, dice que a finales de este siglo este número de días habrá bajado a 102, con 0,06 milímetros menos.

«Aunque una reducción de la precipitación en valores del 6%puede considerarse reducida, supondría la pérdida de 21 milímetros de agua al año. Esto generaría problemas de disponibilidad de recursos hídricos, sobre todo para las especies arbóreas instaladas en parques y jardines», indica el informe de Geocyl.

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Valladolid vivió en junio de 2017 una intensa sequía (la peor desde 1992) que obligó incluso a restringir el riego en los jardines de la capital, lo que derivó en césped y tapizales en mal estado, arbustos secos y árboles dañados, especialmente en Villa de Prado, Parquesol y los barrios de la zona sur.

Pero, al mismo tiempo, los modelos prevén un incremento de las lluvias torrenciales. La precipitación máxima en 24 horas se sitúa, de media, en 9,53 milímetros al día. Para el año 2040 habrá aumentado en 0,21 mm si continúa la escalada de emisiones contaminantes y podría alcanzar los 1,18 mm más a finales de siglo. «Esto implica un aumento de la torrencialidad, lo que puede causar problemas por inundaciones, que puede verse incrementada por la extensión de la superficie asfaltada», afirman los autores del informe.

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El documento también analiza la futura evolución de las temperaturas, que registran «aumentos pronunciados», especialmente durante los meses de verano. Se multiplicarán por dos los días cálidos (de 34,98 al año a 74), con temperaturas por encima de la media histórica. «La necesidad de calefacción se reducirá de forma muy notable y, por el contrario, aumentarán las necesidades de refrigeración, aunque en menor proporción», advierten. Un ejemplo práctico se puede ver en los meses de octubre, donde ya no parece tan necesario encender las calderas.

Los indicadores analizados (a partir de datos y previsiones de la Aemet) apuntan a incrementos de hasta 5,74 grados en las temperaturas máximas medias (que ahora se sitúan en 17,52 grados). Las extremas (36,96 grados)podrían incrementase hasta ocho grados. Habría jornadas veraniegas en Valladolid donde se rebasarían los 45 grados. Hoy, la capital sufre cada año 10,26 jornadas consideradas como olas de calor. En el año 2040 podrían ser seis días más si no se toman medidas para reducir las emisiones. En 2100, hasta 39 jornadas más. Y junto a esto, menos amaneceres con heladas. La media histórica habla de 71,79 días, de media, al año en Valladolid. Serían 48 heladas menos a finales de siglo.

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El propio informe sobre Valladolid reseña algunas de las consecuencias que estos cambios en el clima pueden tener para la ciudad. Una primera es la «pérdida de confort término en las edificaciones», con inmuebles muy antiguos y de escaso aislamiento térmico, que tendrán que hacer frente a unas condiciones climáticas más extremas. En el ámbito natural, «la disminución de las precipitaciones dará lugar a una reducción de las aportaciones hídricas, especialmente en Valladolid, que ya vienen siendo escasas», lo que pueda dar lugar a restricciones. Además, «primaveras secas suponen un hándicap para los cultivos de secano», si bien hay otros productos que se podrían beneficiar por las temperaturas más suaves del invierno y el menor número de heladas.

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