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Participantes en el encuentro nacional de encajeras celebrado este sábado en el polideortivo Rondilla. Rodrigo Jiménez
Valladolid

Barrio España reúne a cientos de encajeras: «Si la gente joven descubriera los bolillos, se pondrían de moda»

El polideportivo Rondilla acoge un encuentro nacional en el que participan aficionadas llegadas de Asturias, Cantabria, Madrid, Extremadura o Castilla-La Mancha

Víctor Vela

Valladolid

Sábado, 18 de octubre 2025, 14:14

Carlos Cruz paseaba la mirada por los 'reels' de Instagram, por los microvídeos aleatorios de Youtube, cuando se cruzó con una pequeña grabación de mujeres ... que hacían bolillos. El pulgar se quedó quieto, el móvil se detuvo ahí y su atención se enganchó a esa labor que combina miles de hilos, agujas y varillas de madera. «Me resultó curioso. Y me gustó el sonido, sobre todo eso. Descubrí después que hay vídeos de ASMR (grabados para provocar una sensación placentera en la escucha) que aprovechan el ruido que provocan los bolillos al trabajar. Así que, entre unas cosas y otras, lo empecé a practicar». De esto hace seis meses.

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Este sábado, Carlos Cruz se ha convertido en uno de los 720 participantes en el encuentro nacional de encajeras organizado por los vecinos de Barrio España en el polideportivo Rondilla. Y su presencia, además, destaca. La inmensa mayoría (más del 98%) son mujeres. Casi todas, ya con sus años en el DNI. Carlos es chico y además joven, treinta años. «La imagen que se tiene es que esto es algo que solo practica la gente mayor... Pero si los jóvenes lo descubrieran, seguro que se ponía de moda», dice Carlos, psicólogo de profesión, quien no deja pasar la oportunidad para ensalzar las ventajas de esta afición recién adquirida. «Se trabaja mucho la coordinación fina de las manos y está demostrado que es algo que frena el deterioro cognitivo. Además, es muy importante la concentración y, sobre todo, es una vía fantástica de socialización, porque aunque parece una labor solitaria, en realidad siempre se hace en grupos y talleres».

Un ejemplo de esa manifestación social de los bolillos es este encuentro de encajeras (acaba de celebrar su edición número trece) que nació en un autobús de la línea 1 de Auvasa. «Estaba charlando con otra pasajera, hablando de los bolillos, de Barrio España, que es donde vivo, y la otra me dijo: 'Sí, sí, muy bonito todo, pero allí nunca organizáis un encuentro, como hay en muchos pueblos'. Así que me dije, ¿que no? Y empezamos a prepararlo». Lo recuerda Paqui Gimeno, impulsora de un certamen que cuenta con el respaldo de la asociación vecinal Unión Esgueva. Su presidente, Javier Alcántara, explica que el objetivo de la cita es no solo congregar a los aficionados al bolillo, sino también dar a conocer las actividades que se organizan desde el barrio. Por ejemplo, a la entrada de la pista, hay varios mostradores de la biblioteca libre Entrelíneas para que, quien quiera, pueda llevarse un libro gratis de recuerdo.

Un grupo de encajeras de Peñaranda de Bracamonte, durante su labor. Rodrigo Jiménez

«El éxito de convocatoria es total. Hay 720 participantes y hemos tenido que decir que no había más espacio a cerca de 300. En su día planteamos la posibilidad de celebrarlo en otros escenarios, como la Feria de Muestras, pero no queremos que esta cita abandone el entorno del barrio». Porque sirve para que personas llegadas desde otras ciudades conozcan esa zona de Valladolid. Por ejemplo, el grupo de 14 encajeras procedentes de Peñaranda de Bracamonte. Ya tienen localizado, desde hace años, un bar cercano donde, cada vez que vienen, se acercan a desayunar. «Lo mejor de estos encuentros es el compañerismo, que coincides con personas de otros lugares y, también, que puedes comprar material para el resto del año», explica Mari Tere Albarrán. «Allí en Peñaranda tenemos mercería, pero no tan especializada. Así que aquí aprovechamos para volver a casa bien surtidas». Una quincena de puestos ofrecen una inmensa variedad de hilos, cabos y patrones, además de armazones para abanicos o bolsos.

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¿Lo mejor de los bolillos? Uno lanza la pregunta y la respuesta que más se repite parece desconcertante. «Es muy relajante», dice Carmen Domínguez, de Peñaranda. «Te ayuda a relajar», dice Julia, del grupo Pan y Guindas, de Palencia. «Te da mucha paz y tranquilidad», remata Ángela Toribio, del centro de vida activa de Delicias. Es curioso porque, de entrada, la impresión es justo la contraria. Tantos hilos cruzados, tantos alfileres en la almohadilla, tanto frenesí en los dedos provoca, de primeras, estrés.

«Nada, anda, estrés cero. Todo lo contrario. Esto es más sencillo de lo que parece, basta con girar y cruzar», dice José Luis Alonso, otro de los participantes, llegado desde Ávila. Durante años, acudió a la cita como acompañante (su pareja es profesora de esta labor) y, cuando se jubiló (trabajaba en una empresa de la construcción), decidió cambiar ladrillos por bolillos. «Deberían animarse más hombres, porque es una afición muy creativa». De sus manos han salido abanicos, chales, sombrillas, motivos decorativos con las meninas...

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«Yo antes hacía ganchillo... y se avanzaba más, es verdad. Pero el bolillo engancha.Necesitas echarle tiempo, la paciencia es muy importante, pero los resultados son muy satisfactorios», indica María Teresa. «No es tan difícil de aprender, de verdad», dice María Ángeles Onecha, profesora en Delicias, quien de pequeña veía a las mujeres de su pueblo (Cubillas de Cerrato) entregadas a la labor. «Verlo es bonito, pero practicarlo todavía más», resumen muchas de las participantes en el encuentro de encajeras que ha llenado Barrio España de hilos, bolillos y puntillas.

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